Desde hace muchos años, desde que se instauraron las instituciones democráticas, el centro derecho vasco no ha hecho otra cosa que ir aprovechando los valores heredados de un españolismo que, después de cuarenta años -ante nuevas generaciones de votantes- es residual y rutinario. O dicho de otra manera, la única idea que se opone por el centro derecha a la convocatoria de una consulta popular en el País Vasco, para saber si el pueblo de este territorio quiere o no la independencia, es la constitucional: para reformar el Estatuto de Autonomía y ganarse el derecho a ser independientes, hay que reformar la Constitución y para llevar a cabo esta tarea, se precisa un referéndum, sí, pero con la participación de todos los españoles.
Como puede advertirse, la respuesta es legalista, porque antepone a toda otra consideración la aplicación literal de las leyes y esta dialéctica no cala, no convence. La opinión mayoritaria es desfavorable a este argumento que no priva de legitimidad al referéndum.
Un sector social como el centro derecha vasco (y por tanto el partido que lo represente) ha de manejar argumentos más persuasivos; tiene que sopesar las ventajas e inconvenientes del proyecto separatista y oponerse al mismo, si tiene datos verificables, demostrando que esa separación no conviene a una mayoría de los vascos
Ese argumentario en favor de que Vasconia quiera seguir siendo una parte de España, no existe o es muy pobre; y si existiere no se divulga. Esta es la realidad.
Cuando a un votante de centro derecha no se le dan argumentos para mantener sus convicciones y se ve impelido a todo lo contrario, es porque los suyos van a la deriva. Por ejemplo, cuando se repite mil veces "la independencia de los vascos nos traerá bienestar" y nadie demuestra lo contrario, sucede que, poco a poco, el voto se hace separatista.
Si además los Gobiernos centrales se olvidan por abandono de estos votantes unionistas, ¿qué puede pasar? Muy sencillo: poco a poco, generación tras generación, el votante se aleja de los que primero le abandonaron a su suerte.
¿Y qué argumentos pueden oponerse al separatismo? "Haberlos haylos". Es tarea de los políticos explorarlos y servírselos en bandeja a sus votantes. Tampoco este servicio, en el caso de existir se cumple con diligencia.
¡Y así nos va!
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