viernes, 29 de septiembre de 2017

EL OLVIDO PATRIO

     El espectáculo político que España ofrece con sus lindezas,  solo es posible si los rivales del Estado aprecian que de éste emana debilidad. Tanto el PSOE como el PP, no supieron, en su condición de partidos políticos, palpar la realidad secesionista y mantenerse unidos y fuertes frente  al vendaval que se veía venir.
    Otorgaron esos partidos a sus rivales competencias -como la enseñanza, - decisivas para  modelar el futuro de la Patria y además, los tales políticos contemplaron con supina indiferencia el desarrollo del desprecio  a España, cuyo solo nombre les producía nauseas.  Los españolitos de la calle en Vasconia y Cataluña advirtieron que estaban solos y sometidos al más  negligente olvido:  unos se marcharon y otros prefirieron aguantar la marea en silencio y disimulando sus ideas. Se sintieron colgados de la brocha, en el peor sentido de esta frase hecha.
     Pudieron desde los Gobiernos centrales, por pura lógica, promover la reforma de la ley electoral, que primaba a los partidos nacionalistas periféricos. Pudieron mantener iniciativas en pro de la justicia en el trato diario. Pudieron hacer muchas cosas sin incurrir e el patrioterismo
     Por ejemplo, pudieron jerarquizar el poder y dotar a los cargos y funcionarios públicos de salarios proporcionales a su jerarquía; no como ahora  que muchos acaldes ganan más que  el Presidente del Gobierno, o los guardias autonómicos mejor pagados que los que sirven  a la ciudadanía a través del Poder central.
      No me voy  extender hoy en otros factores que influyen en la buena marcha del País. Pero si algo ha fallado son las relaciones públicas de los dos partidos grandes que ejercieron el Poder  en España,  Ha fallado la exaltación inteligente de los valores patrios. Han desaparecido y ya no cuentan ni las casas regionales, como no sean las catalanas o las vascas.
     Y eso no es todo. Ya lo veremos.


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jueves, 28 de septiembre de 2017

ARTIMAÑAS DEMOCRÁTICAS

     La Constitución de 1978,  vigente y en trance de ser interpretada a la medida, podría servir  puntual y cucamente para salir airosos del tiberio montado en Cataluña.
     Haría falta un acuerdo, o pacto o arreglo, cuya demanda no está al alcance de una Comunidad Autónoma cualquiera. Téngase en cuenta que Cataluña es un caso aparte, ya que puesta a jeringar podría  hacer mucho daño. Eso sí, tendría que superar un  proceso de difícil trazado que incluiría, siendo ortodoxos, la participación de todos los españoles en un referéndum para dar el último toque a su  pretendida separación de España.
     Proceso difícil, pero siempre hay una solución. Toda democracia tiene un portillo abierto para  la artimaña, siempre que no se pierda la elegancia ni el buen estilo
     Esta dificultad -dar con la trampa- no resuelta por los secesionistas catalanes, les está llevando al ridículo, que es como ponerse en calzoncillos para tomar el chocolate.
     Para recurrir a esta vía de la artimaña que contente a una gran mayoría -nacional, y extranjera- hay que contar con los unionistas españoles que son muchos, y el hecho de mantenerse en silencio no supone que estén muertos.
     Esto aparte,  el negro porvenir que nos amenaza va a llevar a los protagonistas del entuerto a consultar el tema con notables jurisperitos para ver si es posible, sin salirse del camino constitucional,  introducir algún tipo de reforma que podría apoyarse el art. 92 para posibilitar, en cierto modo, el  cierre de acuerdos bilaterales con las CC. AA, que así lo solicitaran, con garantías previas de no romper un nuevo modelo de unidad patria.
     El  artículo 92-1 citado, reza: "Las decisiones políticas de especial transcendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos". Con un retoque interpretativo, según los entendidos, podría ser útil.
     Los nacionalistas vascos, que no suelen concurrir a las reuniones de las autoridades autonómicas con las del Poder central, interpretan en privado que su "pacto" con  España es bilateral, puesto que el Concierto Económico es fruto de negociaciones debatidas y aprobadas, entre Euskadi (Navarra incluida) y las autoridades competentes del Reino,  en pie de igualdad, a solas. Puede que no sea verdad, pero cuela como auténtico. A los nacionalistas vascos nada se les ha perdido en convocatorias autonómicas de carácter genérico.
     No descubro nada nuevo. Al fin y al cabo, la transición democrática sobrevino cargándose las ¿inamovibles? Leyes fundamentales del Movimiento con una maniobra legal (cambiar la ley desde las leyes vigentes) con la que irían al ostracismo político -antes de nada-  los ilustres Procuradores en  Cortes de la era franquista.  Procuradores que en solemne sesión llamada "la del suicidio"aprobaron la maniobra para dar paso a la democracia surgida de una artimaña. Y se suicidaron. (Nadie les dió las gracias).
      En el caso  que nos ocupa algo habrá que cambiar para que todo siga igual. En política, los convencionalismos crujen por los cuatro costados. Pero pero ahí están.
      No soy partidario; simplemente, lo cuento.
   





aautoníomiciosajtiníomicos

miércoles, 27 de septiembre de 2017

NACIÓN CON MAYÚSCULA

        Por el simple hecho de vivir,  -como cualquier mortal- uno tiene  derecho a conocer  el significado de las palabras y conceptos a los que amoldar su existencia; derecho a conocer por imperativo legal -claro está-,  término que fue aceptado como potable, en prueba de lealtad a la Constitución española,  a electos de oriundez etarra que no querían ser españoles. ¿Se entiende?
         Para obrar  con lógica, uno consulta  el diccionario de la RAE (vigésima segunda edición) y para la palabra "plurinacional", solo recoge esta acepción: "De múltiples naciones". Desconfiado ante
tan breve resultado, intenta ilustrarse con el Diccionario de Manuel Seco y compañía y no varía: "De múltiples  naciones".
        Obligado a mirar el vocablo nación: "Conjunto de los habitantes de un país regidos por el mismo gobierno" (RAE), empieza a salir de dudas.
        España no fue un país de múltiples naciones, ni cuando la península Ibérica estuvo dividida en reinos, taifas, condados,  ducados y otros señoríos... porque no existía la nación con la titularidad que más tarde le sería reconocida.
        Cuando de verdad España, se proclama Nación con mayúscula -atentos al dato- es en las Cortes de Cádiz (1812). "Artículo 1º.: "La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios" Y cuando advierte,  en el Artículo 2º. : "La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.-
        Y lo curioso e importante,  porque resuelve todas las dudas, está  en el artículo 3º.: "La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales".Esta Nación, era España.
        Uno, si pone voluntad y unas gotas de sentido común, advierte que  la Nación española asume esa condición de soberanía, frente a los reinos patrimoniales y otras figuras del  mismo corte, por primera vez, en 1812, Cortes de Cádiz.
        Duró poco, eso es cierto, porque aquí -reconozcámoslo- somos propensos a ver  y desear, aunque las pasemos canutas, pero no a perdurar.
        Y sobre todo, los que de casa grande descendemos,  comemos  tarde o  no comemos.
         Casa grande: todos "nación" o ninguno.
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martes, 26 de septiembre de 2017

NECESIDAD DE UN CAMBIO


    Creo recordar haber estudiado que, en la última década  del siglo XVIII, España perdió  la que llamaron guerra de los Pirineos o de la Convención; guerra que nos enfrentó con los franceses y puso en evidencia que nuestro país había perdido fuelle; estaba en plena decadencia en medio de una sociedad corrupta muy generalizada entre  cortesanos que mal dirigían la política del reino.
     Esa corrupción proyectada sobre el siglo XIX nos llevó a la ruina. Los historiadores elogian el heroísmo de las clases populares durante la siguiente guerra llamada de la Independencia. No han acabado aún las alabanzas en favor del  empeño de un  pueblo en no  dejarse dominar por los franceses revolucionarios en la guerra napoleónica.
      El hecho es que en la España arruinada por esa guerra contra Napoleón, resultaron victoriosos de puertas adentro, los partidarios del antiguo régimen frente a los que pedían un  cambio: sustituir la monarquía absoluta por la que llamarían constitucional. Ahí empezaron a marcar distancias los que se consideraban liberales, frente a los que terminarían  siendo llamados "carcas".
      ¿Ha cambiado esta España nuestra después de dos siglos largos? Uno piensa que sí en a forma, pero no en el fondo.
      Las  minorías  de aquellos tiempos, reunidas para dar a España modernidad,  fueron perseguidas al grito de "vivan las cadenas". La España pobre de la posguerra napoleónica quedó hundida en la miseria. Se acabó  el negocio de las Américas y el núcleo resultante, la España peninsular, e islas adyacentes,  comenzó  a saber lo que valía un peine. Hasta muy avanzado el siglo XIX no se dieron cuenta de que el índice de analfabetos españoles alcanzaba al 68% de la población y que alfabetizar a una mayoría tenía un alto coste.
     Ahí estamos, con el inconveniente de que las masas piensan todo lo contrario: que somos muy modernos, muy "progres", aunque muchos de ellos no entiendan la diferencia que existe entre un analfabeto nato y otro funcional.
     El futuro de las gentes, cualquiera que sea su origen está en sus conocimientos personales y en saber manejarse con ellos en la aldea global. Ahí le duele a España. No investiga, no innova en la medida que exigen los tiempos.
     No se por qué pero los años me dicen que estamos viviendo el ocaso de los nacionalismos, pese a la guerra que seguirán dando. El,avance va por otras vías.
     ¡La vida es ansí!





sábado, 23 de septiembre de 2017

EL FUTURO DE LOS VASCO ESPAÑOLES

     No trato de profetizar sobre el tema, por la sencilla razón de que los sentimientos de las personas influyen en el devenir de los los pueblos mucho más  que la lógica más aplastante.
     Los que conocimos -por citar un  caso- el nacionalismo vasco de los años treinta del pasado siglo, antes de la  guerra,  podemos dar testimonio de su integridad católica de la que hacían gala.. Nadie hubiera osado pronosticar que, oficialmente, acordarían prescindir del credo confesional, novedad asumida socialmente con asombroso  despiste.
     El cambio ha permitido la  modernidad de este Partido que tanto apoyo encontró  en la Iglesia católica vasca; Iglesia  que ha perdido poder de captación de fieles por causas  muy diversas que no me toca señalar.
      El caso es que la derecha vasca democrática pero no nacionalista -también católica en su mayoría- se alejó espontáneamente del nacional-catolicismo franquista. Pero lo hizo a título individual, no corporativo,  sin dar con la fórmula que moviera y apiñara a sus votantes bajo otros principios  y unos símbolos  que concitaran la unión sentimental de los de su idea.
      Lo que trato de decir es que el futuro de una derecha vasca moderada, tal y como hoy funciona, es su probable desaparición, porque carece de ideales capaces de  movilizar por la vía del sentimiento -sin olvidar un moderno racionalismo- a sus probables votantes.
      ¿Por qué  van perdiendo poder otras fuerzas políticas y al final desaparecen sin que se las eche de menos?
      Por  no innovar. Y para innovar alguien ha de tomar la iniciativa y crear un ideario.
      Renovarse o morir.


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viernes, 22 de septiembre de 2017

ESPAÑA NOS ROBA

     Preciso, corto, expresivo... el lema deja huella y crea escuela. ¿España nación de naciones? Más bien (o mal)  nación de ladrones...
     Con esta frase, "España  nos roba" los que se sienten indignados son los que en nuestra tierra  no han salido de  pobres, pese a venir esforzándose a millones en mejorar honradamente su fortuna.
     Aquí, en el mundo de la política, que crece en masa y en ambiciones  día a día -y el mal  no es de ahora- el número de ladrones va en aumento; han  crecido hasta perder la vergüenza y no digan que los catalanes se han librado de la plaga.
     Tal vez por eso los españoles (incluidos catalanes y vascos) de recta intención,  concluyen: el mejor negocio que redimiría a las cases medias y bajas que componen el paisanaje patrio, vendría con la extinción de la rapiña instalada en la nación de naciones.
     Es inútil. Tras los latrocinios viene el gasto oficial incontrolado. Por ejemplo: ¿cuánto nos va a costar la broma de los catalanes secesionistas montando -como han hecho-  un número de circo para nada de provecho?  Si en  España hay robo, lo lógico y  razonable es ir a cuentas; y lo primero que convendría a todos, lo justo, equitativo y deseable sería devolver lo sustraído más pronto que tarde.
    Pero es curioso a la par que deprimente: nadie mueve un dedo para desfacer el entuerto. Nadie hace cuentas.
    Lo que más escarnece de toda esta maraña secesionista, es que la quieran rodear de pureza democrática, dentro de un marco orlado con otro lema engañoso: libertad, igualdad, fraternidad.
    Y lo peor es que cuando los pueblos vienen completando alianzas defensivas para vencer a la pobreza, aquí gastamos lo poco que tenemos en fiestas, procesiones y petardos para mantener vivo un odio patriótico.
    ¡Es para pedir la baja como contribuyente!







jueves, 21 de septiembre de 2017

BUENOS Y MALOS POLÍTICOS

   
     Está comprobado que la mala moneda, desplaza a la buena. Al generalizarse la plata, fue desapareciendo el oro. Al ponerse  en circulación el cobre, la plata siguió una ruta parecida: el papel fue retirando al metal. Terminaremos por implantar los pagos y cobros  por la vía digital,  con un móvil o instrumento de poco volumen y menos peso.
     Si observamos sin pasión el panorama del mundo, se advierte que  la presencia o circulación de los políticos -derivados la gran familia homínida,  bípeda e implume- se sucede bajo el mismo criterio: los malos desplazan  a los buenos.
      Es sabido que las guerras son  el fracaso de la política. Con el paso de los años,  cada nueva guerra tiende a extenderse y es peor, más cruel,  más sanguinaria, mas odiosa que las anteriores..
      Los países que cuentan  con buenos políticos funcionan  si ruidos; tanto que apenas se les conoce y no salen del anonimato. Es la virtud más admirable: como apenas suenan no reciben felicitaciones.
Nunca se les agradecerá esa paz lo suficiente
      No es el caso de España, país que además de tener una historia cargada de luchas exteriores, mantiene un buen puñado  de políticos peores que la sarna. No se conforman. Cuando no nos arrastran a padecer un dictadura, nos arman la marimorena para vendernos una falsa democracia tras de la cual se esconde un cuadrilla de ladrones; o -alternativamente- para alistarnos a una de esas peleas  llamadas -no sé por qué- guerras civiles.
       De cualquier forma y según parece  -lo  vemos en el día a día- los malos políticos nos arrastran a la necedad  de la que además suelen sentirse orgullosos: desplazar a los buenos.
       Y el pueblo fiel -que se tiene por progresista-  parece no darse cuenta: él tendrá que pagar los platos rotos.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

UNA ESPAÑA AL BORDE DEL DISLATE

     La Cataluña separatista, que no es de hoy, tiende a excederse en sus demandas sirviéndose de medios un tanto estrambóticos, es decir extraños y poco comunes. Pero hay precedentes.
     Los mencionados separatistas, saliéndose  del tiesto en abril de 1931, año de la II República, proclamaron el Estat Catalá, integrado en una imaginada  Federación Ibérica de Repúblicas. Fue la noticia rebelde,  de índole territorial,  dentro del  plan de horas felices que traía bajo el brazo la II República
     Tres día más tarde, un trío de notables republicanos, se reunieron con los líderes secesionistas catalanes de la misma cuerda y  pactaron, por las buenas,  la restauración de la Generalitat de Cataluña , que funcionaría con todas las de la ley dentro de un un régimen autonómico,  cuyo Estatuto sería aprobado dentro de la Constitución Republicana que empezaría a redactarse de inmediato.
     Esto aparte, hubo otra intentona en el, octubre revolucionario de 1934 y otra mas en la guerra de 1936.
    En  tiempos del Presidente Suárez,  la centrada derecha española,  muy influida por las circunstancias del momento, entendió que el problema secesionista podía superarse con ciertas y limitadas concesiones. Craso error.  Los nacionalismos independentistas resurgieron con fuerza y -algunos- apoyados en el "democrático" tiro en la nuca (argumento contundente), consiguieron que el separatismo tomase carta de naturaleza en toda España y se renovaran las ansias de independencia en Vasconia, Cataluña y Galicia . Eran el "quid" de la cuestión: ahí estaba el nudo gordiano, el  futuro del pueblo español.
     Uno  -como tantos en la España de hoy-se siente llamado por la política y no puede vencer la tentación de permanecer callado. Alguien debería ilustrar al PP y sugerirle que se equivoca. Ha cargado con exceso la solución del problema sobre el poder Judicial; no han sabido atraerse
al electorado, apoyo en toda democracia del poder ejecutivo. Pueden dar las gracias, desde este partido, a la cuadrilla de brigantes que anidaron en sus guaridas. La suciedad siempre deja huella.
    El PSOE quiso gobernar en minoría. Era la ocasión de darle un giro al navío. Pudieron apoyar al PSOE,, pese al Sr. Sánchez,  a cambio de una discreta  y bien amarrada  alianza patriótica.
      Pero... Ahí los tienen  ustedes: la impopularidad del pringue corruptor va a verse incrementada con  el tsunami multitudinario a la catalana, que no es manco.
      Menos mal que ellos tampoco pueden presumir de castos.
   

martes, 19 de septiembre de 2017

UNA ESPAÑA LISTA PARA EL DESGUACE

     Los nacionalismos periféricos de la España ya invertebrada -país de países según el apostolado podemita- tienen una particularidad impresa  a fuego: los  naturales del país sedicente son distintos, luego tienen derecho a ser soberanos en su tierra y en otras adyacentes.
     A través de cruces varios, la población nativa de cada uno de los territorios hispanos perdió pureza racial, pero no cultural;  y al tener idioma propio, algunos de ellos, y un concepto religioso de sus valores patrióticos, consiguieron -lo cual tiene su mérito- mantener viva la doctrina y crear en  su entorno un catecismo cautivador donde anida esta idea: un foco nacionalista se verá  libre cuando sus pobladores  gocen  de una independencia soberana.
     En suma, todo lo que sea admitir  mejoras soberanistas es bueno para su intento final y se admite como anticipo a cuenta; pero nadie está autorizado a poner término a las reivindicaciones, si no se proclama antes la independencia  del territorio y su paisanaje.
     Ibarretxe en su proyectado "Plan" ofrecía hacer de Euskadi un Estado  Asociado de España, sin renunciar a los derechos que pudieran corresponderle al Pueblo Vasco  en  razón de su historia. Es decir su independencia.
      No se engañen: los nacionalistas bien documentados, tienen doctrina y dominan la escuela;  por esta razón e instintivo mimetismo, los  no originarios de la tierra irredenta se unen a ellos en gran número,  tal que catecúmenos de buena fe;  son bien recibidos porque si no disminuiría el censo de fieles, tan necesarios para contar votos o reunir multitudes.
      Y los que se sienten españoles en la nación grande y libre ¿qué hacen para evitar el desguace?
       Permítanme que lo diga con sentido descriptivo y por mera constatación de un  hecho: hacen el ridículo. Con todos los respetos y con pena, hemos de reconocer que desde las instancias oficiales llenas de españolazos, todos muy patriotas,  no fueron capaces de ver a tiempo  que el problema  venía dentro del caballo de Troya. Ni lo vieron,  ni tampoco lo ven.  Y el caballo sigue dentro de casa más lozano  que nunca.
       Tengo la solución:  hacer de España una ex-nación de naciones.  Todo llegará y soy optimista.    






lunes, 18 de septiembre de 2017

UNA ESPAÑA DEMOCRÁTICA PERO CASTRADA

   

     Procede, si hemos de ser justos,  dejar constancia  previa de un hecho importante: en la vida habitual, entre españoles, rara vez las conversaciones diarias giran en torno  a personas concretas y conocidas a las que se somete a un desprestigio despiadado. ¡Rara vez, aunque nunca desaparecerán del todo los chismorreos  pueblerinos!
     No sucede igual, cuando se trata de personajes que destacan  por  las razones que fueren, sobre todo si son además políticos conocidos del  gran público.
     El ensañamiento crece cuando los aludidos son personalidades que, por desgracia, tienden al abuso en el ejercicio de sus funciones con  insensato olvido de su misión: estar al servicio de los demás, incluso de aquellos que no les votan.
     En el fondo,  estos personajes son vulgares ciudadanos -aunque figuren en los escalafones profesionales como destacadas figuras- que buscan mediante la libertad expresión su propio provecho.
     Estos politicastros -los hay  en todos los cuadros en el poder- suelen,  para ennoblecer sus vulgares actividades, atribuirse competencias que no les corresponden: por ejemplo, endosar a sus víctimas responsabilidades políticas, que son exclusivas del poder judicial.
     Todos reconocen que la Justicia española está mal dotada, es lenta y por añadidura víctima de un poder legislativo irracional y profuso. Es víctima de un poder en manos de partidos con tendencias sectarias que se visten con sedas justificativas pero  corruptas, por más que se empeñen en demostrarnos todo lo contrario. Si la Justicia fuera diligente,  nuestra democracia sería bien distinta.
     España tiene que invertir mucho más y  mejor en dos mundos que han de vivir su actividad con eficiencia independiente: la docencia y la justicia.
     Pero esto no conviene a las medianías que invaden los cuadros políticos soberanos actuales.
     Es decir que convivimos en una democracia castrada.
   
   
     




sábado, 16 de septiembre de 2017

UNA ESPAÑA INMOVILISTA

     Si  nos retrotraemos a los comienzos de la guerra civil del 36, nadie negará que el Gobierno central republicano tuvo que ceder a las presiones secesionistas de Cataluña y del País Vasco. Quedó claro que la democracia era el ideal  que los unía -según sus manifestaciones doctrinales- frente al fascismo que guiaba a los insurrectos. Pero la democracia puede ser separatista.
     Es decir que en la zona republicana funcionaron  todos unidos,  pero sin bajarse del burro:  los nacionalistas vascos y catalanes ejercieron el poder de hecho hasta donde pudieron;  sus respectivos ejércitos iban por libre. Y el que tenía las armas era el amo. El débil era el Gobierno central. Cataluña y Euzkadi (entonces con "z") tuvieron su independencia no consentida.
     Como era lógico el fenómeno tuvo imitadores en alguna otra  provincia o comarca norteña, donde nunca hubo nacionalismos, lo que no impedía que se sintieran afectados  bajo el lema de "nosotros no vamos  a ser menos".
     Algún día los historiadores de turno tendrán en cuenta esa realidad unida al derroche.  Los republicanos perdieron la guerra.
     Al llegar la democracia, cansados todos de una dictadura que ya no daba leche, se dió un clima favorable al cambio, entre otras razones porque la Europa unida  necesitaba que España y Portugal no cayeran en manos del comunismo hegemónico en muchas naciones de este Continente. ¿De donde vino el dinero para organizar en seis meses  los partidos democráticos que en la España, de entonces no tenían dónde caerse muertos?
     Vino de la democracia europea  y los partidos nacionalistas moderados -que no los radicales- aceptaron la reforma y evitaron la ruptura. La reforma era: autonomía sí,  independencia no. Pero, en el fondo jugaban con la baraja marcada.  Por ahí empieza la corrupción política de la democracia española.
      Conseguidos los Estatutos, el norte autonómico del  nacionalismo catalán y vasco era la independencia y, su ideal inmediato: lograr el mayor número de competencias  sin declararse independientes.   Cataluña y  Euskadi, digan lo que quieran, hoy son naciones emergentes.
      Por eso eran -y siguen siendo-  independentistas convencidos y en forma,  con el apoyo interesado -que es lo que revienta el tinglado- de partidos que se tienen por españoles a machamartillo,  aunque en el día a día demuestren lo contrario.
      Y pregunto: ¿Dónde están los inmovilistas? ¿En qué bando?
   
 

viernes, 15 de septiembre de 2017

UNA ESPAÑA DIGITAL SIN NORTE

    ¿Qué trato de dar a entender al constatar que  la  España digital va a medio gas, sin norte? Muy sencillo: que estamos distraídos en luchas caciquiles (cacique es la persona que valiéndose de su influencia o riqueza interviene arbitraria o abusivamente en la política y administración de una comunidad) y nos olvidamos de algo que es fundamental: crear bienestar.
     La España, juvenil, la  del futuro, la que crece en un ambiente cargado de promesas gracias a la revolución digital,  se ha expandido -en mayoría aplastante- por la  ladera de la frivolidad. ¿Por qué?
Es un tema que merece un estudio sociológico. Es para pensar que la escuela no ha tomado conciencia de la profundidad del cambio. Los escolares manejan a las mil maravillas la técnica comunicativa digital, sin darle importancia; sin advertir que ahí está perfilándose el día de mañana.
     Leo: "La “reinvención digital” puede tener un impacto de entre 1 y 2 puntos anuales en el PIB de España hasta 2025." (COTEC Digital  Mckinsey). 
      ¡Claro está! Si no se pierde el tiempo.
     Es agotador ver y oír hacia  donde nos llevan las autoridades políticas de distinto cuño de esta España dividida por el odio. Esta España donde las diferencias sociales van en aumento cada día que pasa; donde todos hablan de democracia y presumen  de ser generosos y libérrimos en favor de su prójimo, cuando son cada día más  caros y más inútiles.
     Divide y vencerás, nos conviene el río revuelto -piensan-  y para ello hay que poner en marcha a millones de descontentos. Y lo que sea sonará.
     Aunque suene como si viviéramos en el  guerra-civilista siglo XIX.

jueves, 14 de septiembre de 2017

UNA ESPAÑA ATRASADA Y CACIQUIL

     España, como todo país medio organizado, tiene sus problemas  por encima de los normales. Problemas para cuya solución lo prudente es ir unidos.
     Pues bien, para los españoles la solución consiste en  buscar al culpable, sin  querer reconocer lo evidente: que entre todos la tenían y ella sola se murió, es decir que todos -he dicho todos-somos responsables y no basta con  disimularlo con gestos vacíos.
     Puesto a discurrir en mi mocedad -años del hambre- sobre las causa de  nuestras   miserias -las de una posguerra sufrida por millones de personas inocentes-, llegué con otros de mi edad a esta conclusión: solo a un  pueblo analfabeto y atrasado se le puede llevar a una guerra organizada por un poder caciquil de vía estrecha.
     Se podría escribir toda una historia (ahora le llaman  memoria histórica para eludir culpas y por
ende responsabilidades) sobre tan tremendo error,  como es el de buscar soluciones para cualquier problema, -como dirían en mi pueblo- con patadas en  los huevos  del  sufrido prójimo.
     En España hay muy pocos políticos preparados y responsables. Y los pocos que hay,  no se entienden.  Eso sí, para salirse con la suya no dudan en apoyarse en la infalibilidad del voto popular, en la lógica de las masas, a ser posible manifestada en la calle por medio de tumultuarias aglomeraciones.
     Así no vamos a  ninguna parte. Estamos tan atrasados en esa tierra de caciques que ni  nos damos cuenta,  ni nos importa, que se hayan hecho ellos, esos caciques, dueños de la escuela, de la banca y de los medios informativos forjadores de opinión interesada.
    El que los sufre es el pueblo -clase media y baja- por no saber unirse para, desde fuera de la política,  organizar su defensa sin desollar al vecino.
   

miércoles, 13 de septiembre de 2017

SE SIENTEN FUERTES

      Se sienten fuertes.  
      Me refiero a Cataluña  pero -en aras de la verdad- podrían incluirse, en esta cita, a otros  muchos casos parecidos de años anteriores. Y me  refiero a la muchedumbre satisfecha hasta el entusiasmo por participar en masa -hasta  un millón de personas- para celebrar  su triunfo; celebrar con alegría y moderación la independencia de un pueblo que,  por haber seguido una trayectoria  durante años de sacrificios y tenacidad, puede por fin cantar victoria.
      Otros se sienten débiles.
      Aquí recuerdo a los desplazados, también en Cataluña. Se sienten débiles y solos, desatendidos, aislados. Las ayudas que se anuncian va dirigidas a refrenar a  los triunfantes, no a consolar a los tristes, a  los que necesitan compañía; alguien que comprenda su soledad.
       El tiempo todo lo borra, pero el daño deja cicatrices.
       El futuro  no será ya como antes.  En rigor, se ha consumado un hecho por la vía sentimental. Los catalanes son distintos, de otra pasta, con más empuje, superiores ... Su casa es suya, y tienen ganado el derecho a decidir sobre su futuro... (así lo sienten).
       Donde hay sentimientos  no caben razonamientos y si además el que razona se siente humillado por la pobreza que exporta, no hay forma de conciliar diferencias.
       Cataluña y Vasconia no se sentirán españolas nunca, A  no ser que los españoles lleguen con la maleta cargada de  riqueza y  no ofreciéndose como mano de obra.
       Mientras esto no  suceda, no hay nada qué hacer, porque a los que llegan  y se aclimatan ya no les tiene cuenta distinguirse por su origen.
       Es la pura realidad. Es la vida. Así se llenan las calles.








 

martes, 12 de septiembre de 2017

UNA IGUALDAD ARRASTRADA

     Libertad, igualdad, fraternidad... Sí, pero no casan. Al paso de años, de siglos, de tiempos,  todo funciona más o memos bajo las mismas líneas de conducta; todo sigue igual  aunque al muñeco lo hayamos vestido de distinta manera.
     Los seres humanos, instintivamente quieren poder,  que los demás se rindan ante su imperio y, a partir de este hecho, que la sociedad  se organice: amos, siervos, esclavos.
     Me dirán que es un esquema, que se pueden contar más categorías o clases. Es cierto: hay mandos intermedios... para satisfacer a unas minorías dominantes. En suma, sea como se quiera o se pueda, si la humanidad no reconoce esas jerarquías, tiende a pelear con sus rivales hasta la muerte. La paz siempre está y estará jerarquizada.
     Me dirán también que, al constatar esa realidad  -esta jerarquización instintiva de las masas humanas-, estoy justificando y defendiendo la desigualdad. No es así. Simplemente digo que llueve cuando nos cae agua del cielo.
     El reiterado fenómeno nacional-separatista de algunas regiones está pidiendo una  nueva jerarquización del poder dentro de su territorio. En esa lucha tienen  todas las de ganar los nativos a no ser que al instinto jerárquico localista se le dé otra dimensión: somos catalanes, es cierto, y por tanto  europeos. ¿Por qué conformarnos  con mandar en Barcelona sobre ocho millones de habitantes, pudiendo influir, España por medio y  desde Bruselas,  sobre más de cuatrocientos millones de europeos,  además de europeizar a España?
     Si se conforman con  menos, ¿por qué pelear?
     Los españoles queremos para Cataluña, por todos admirada,  más poder para los catalanes en la Unión Europea (aunque para ello sea necesario estudiar más y mejor  el inglés  y aceptar que el Reino Unido se separe del bloque)  para desde España  dar ejemplo
      Lo malo es que muchos compatriotas -ingenuos- creen todavía en la igualdad, para lo cual algunos  no dudan  en cursar estudios universitarios para luego ejercer de camareros... O, alternativamente, pasarse de listos y confundir el poder con la rapiña.
       No es de extrañar que los separatistas busquen la independencia con  doble nacionalidad: ser catalanes y españoles, al mismo tiempo pero fuera de España.
      ¡Muy listos!
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lunes, 11 de septiembre de 2017

REMEDIOS SIMPLISTAS NO MATAN EL ODIO

          Naturalmente, el simplismo aplica remedios elementales para solucionar  problemas muy complejos. Está muy extendida la opinión de que si hay ricos y pobres es porque el Estado da trato de favor a los adinerados y castiga a los necesitados. ¡Ya está! Dando la vuelta a esta política, el problema se resuelve solo.
          Lo cierto  y comprobado es que los pobres cuando emigran, buscan para cobijarse los países donde hay ricos. No van a Haití, ni a Cuba, sino  a los EE.UU. La teoría no puede contra la práctica.
          España -hecho altamente curioso y pernicioso- es un país atípico. Es una de esas patrias que parió y amamantó con celo, a lo largo de su historia, a sus mejores  enemigos; a los que hacen la guerra en casa y contra los de casa.
         Si todo el dinero malgastado en guerras internas lo hubiéramos dedicado a luchar contra la ignorancia  a lo largo de siglos, nuestra tierra sería un tesoro y España iría a la cabeza de Europa.
           La solución contra la pobreza no se resuelve acabando con los ricos, simplista solución; no está en que matemos a los malos y cuando sólo queden  los buenos , todos seréis felices y  España marchará sola. El simplismo puede matar, pero no resuelve los problemas.
          ¿Qué nos pasa? ¿Por qué sembramos el odio con soluciones equivocadas? Son tan  torpes y  simplistas como para pensar que los problemas complejos se resuelven con elementales remedios.              Sería más práctico cambiar de chip. En vez de combatir nuestros males con la atracción de turistas, procurar que sean los españoles los  que cuenten con medios sobrantes para  hacer  turismo del fino.
        Pues no. Vamos de acuerdo para dividir sembrando  odios, cuando la solución está en multiplicar la riqueza tirando unidos del carro.
        Como buenos españoles no vamos  de acuerdo ni para dividir España en paz, para hacernos menos daño. Estamos preparando otra guerra. El tiempo lo dirá, porque el  odio no acaba con un referéndum.
        ¡Que ustedes lo vean!



sábado, 9 de septiembre de 2017

SERÍA EL AÑO DE 1933

     Entonces tenía Sebastián unos diez años. Anunciaron la proyección del  film de estreno, "Tarzán de los monos", en el mejor cine de la ciudad. Estábamos viviendo los albores del cine sonoro.
    Sebastián se puso a la cola para sacar su entrada  -previo pago de su importe- para la sesión de las cinco de la tarde. Llegada esta hora, superado el tumulto de la entrada,  un acomodador lo llevó hasta un asiento de tabla corrida de un tercer piso, más conocido por "el gallinero", que se llenó hasta el tejado. En este recinto se condensaban todos los gases fétidos  segregados por una clientela expectante y poco aseada, porque en la ciudad, entonces, pocas viviendas tenían  ducha y eran muchos los que no se bañaban hasta el verano, cuando más escaseaba el agua. ¡Ya se sabe! Cualquier pretexto es bueno para infectar el medio ambiente. Y muchos le echaban la culpa al inocente Tarzán, el de los monos,  de aquella capa de aire irrespirable.
     Sebastián se mareó. vomitó, le afearon su conducta sus vecinos de tabla y lo llevaron a casa entre dos amigos que, cumplida su misión,  se  volvieron al cine: Tarzán sólo había uno y estaba de paso. La  madre del muchacho, enfadada, le dijo sin recato alguno: "al cine, si no se puede, no se va; y si se puede se va a butaca".
     Así aprendió Sebastián a conocer la lucha de clases. Según su madre, "cada uno tiene su senda por donde camina y siempre que pueda ha de mejorarla" La experiencia abre horizontes. Es cuestión de gustos y reparos.
     Trasvasado el episodio al terreno de la política, las mentes delicadas expectantes de la batalla de Barcelona se marean . ¿Por qué no se bañan los políticos para purificar el ambiente? El propio Tarzán,  por razones de higiene,  tomaría una liana al paso para huir de tan viciada atmósfera.
     La ducha de la política, para gastar butaca, se llama ética.


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viernes, 8 de septiembre de 2017

UNA SOLUCIÓN NACIONAL ENREVESADA

     Si analizamos los hechos que se solaparon durante la transición para contentar a todos los territorios de España con vocación autonómica, -sentimiento generalizado y complejo- caeremos en la cuenta de que entonces  no se hizo otra cosa que poner las  bases de una solución nacional enrevesada para un problema mal planteado. Un problema conflictivo de cabo a rabo.  Un problema de urgente solución, para ganar tiempo si no queríamos ir a la ruina.
    Creer a esas alturas que la España de la transición se arreglaba con paciencia y saliva,  era tanto como soñar despierto. Se llegó a dar el caso obligado: jugamos todos o se rompe la baraja. Y hubieron de cometerse errores.
    El primer error: negociar en favor de todos los españoles, teniendo enfrente las amenazas de una ETA preocupada por soluciones independentistas. Hubo que pechar y avanzar por un camino de sangre. Se hizo lo posible por acertar pero, digan lo que quieran,  un  entendido en la materia clavó la idea: unos apalean  el nogal para que otros cosechen las nueces.
    El segundo error:  creer -de buena fe- que los nacionalismos secesionistas se iban a  conformar con una parada en la estación de tránsito, cuando  su deseo irrefrenable era  alcanzar la estación de  término, también llanada independencia.
    Así estaba la cosa cuando la Constitución vigente acogió el título VIII constitucional, un texto regulador de la España autonómica; un medio que incita a pedir más y a buscar pretextos  con los que apalear el nogal parabólico del secesionismo.
    ¿Un acierto? ¿Un fracaso anunciado, a la par que costoso de  no sabemos cuánto?
     La única alternativa doctrinal para combatir ese  secesionismo  dudosamente productivo, está en la Unión Europea. Pero se echa en falta un ideario que tenga en cuenta que una  nación como España, a medio hacer, se integra unida y en bloque en Europa, o corre  el peligro de conformarse con ir arrastrada en segunda velocidad.
      ¿No estamos, acaso,  dando muestras en el día a día de la corta talla de la mayor parte de nuestros políticos?



     
   

jueves, 7 de septiembre de 2017

¡CUÁNTA INSIDIA! ¡CUÁNTA MAQUINACIÓN!

     Se sobrentiende que cualquier convenio, acuerdo o pacto entre personas responsables,  se alcanza a  partir de un requisito: obrar de buena fe. La buena fe incluye el respeto a unos principios de verdad, de lealtad, de honradez.
     En el polo opuesto están la insidia (el engaño oculto y disimulado en perjuicio de alguien) y la maquinación (plan  oculto para conseguir un fin).
     La guerra civil de 1936 pesaba y sigue pesando en la vida española  y para alcanzar un mínimo de convivencia digna de tal nombre, una pléyade de políticos fieles a distintas doctrinas acordaron de buena fe poner a España en marcha bajo principios democráticos.
     No todos jugaron esta baza de buena fe, pero los españoles se dejaron guiar por el sentido común y dieron el poder a políticos moderados que con crisis o sin ella, trajeron un cambio social a toda España.
     Pero aquella generación pasó y la estabilidad política que por una vez favoreció a los españoles, también pasó;  y  llegaron otros y con ellos los malandrines y felones al viejo estilo. La España podrida surgió de nuevo, nos debilitó como pueblo y, es lógico, aparecieron los renovadores.
     El resultado esta a la vista. En Cataluña se escenifica un acto cuyo desenlace nos lleva a terrenos resbaladizos. Estamos en el disparadero. El primer episodio, lleno de insidia y de maquinación, nos muestra la profundidad del abismo que España bordea.
     Nos espera un otoño ventoso. No sabemos, por ahora, si será un huracán.

martes, 5 de septiembre de 2017

UN NACIONALISMO DE SAGRARIO

      Entendámonos: el "plurinacionalismo" -un Estado constituido por varias "naciones" federadas para formar la nueva España - hoy por hoy no es la solución deseada por el nacionalismo vasco ni por el catalán; para no ser de distinta condición los nacionalistas "enxebres" gallegos, tampoco pasarían por el aro.  Y no digamos nada de otras regiones con  propias y cultivadas características.
     Toda federación, hasta hoy constituida bajo ese nombre, tiene una sola ley de leyes para regirse. Y esta única Constitución no es la deseable para los nacionalismos de cuño ibérico,
     Tan cierta es la nulidad de esta versión como comprensible sería pensar en el fracaso de la propuesta socialista, por no cumplir los mínimos exigidos por  los nacionalismos históricos; a  no ser que se arbitraran normas de futuro prometedoras de la soñada independencia para cada una de las nuevas naciones. Ellos -los nacionalistas natos- hablan de pactos bilaterales. No quieren ser España.
     El "plurinacionalismo", nacionalismo federal, no existe. Cuando en  España pensaron en federarse en el siglo XIX querían una sola nación, donde los que se federaban eran los Estados. Constituir una confederación de naciones, cada una con sus propias leyes, salvo  un mínimo para hacer posible el uso de elementos comunes, como pueden ser ríos y mares, es - según el deseo de los nacionalistas catalanes y vascos; ya está siendo- como inventar la pólvora para lanzar misiles.
     ¿Pero no está la UE federando  Estados? Hoy por hoy no lo está haciendo. Si así fuera, cambiarían  muchas cosas de esta España nuestra.
      ¡Cuesta mucho convencer a los nacionalistas!  Vean el caso del Reino Unido. El nacionalismo es un acto de fe; es de sagrario. ¡Como nosotros nadie! Nos merecemos todo.




LA POBREZA PIDE UN CAMBIO

     No hace falta recurrir a elucubraciones científicas para comprobar cómo el número de pobres aumenta desproporcionadamente en el mundo actual y cómo la acumulación de riquezas se concentra en grupos minoritarios  que procuran aislarse de la chusma empobrecida, porque todavía hay clases.
      Naturalmente, a medida que se descubre  el bienestar, que sólo se alcanza pagándolo en buena moneda, -puro egoismo- los seres humanos tienden a vender sus bienes o servicios, al precio más caro posible en beneficio propio,
      Claro que hay excepciones -puro altruismo- que dan todo lo que tienen en favor de los que carecen de todo; pero son los menos.
       Salvo un contado número de países que han apostado por un futuro con sentido común y tratan de reducir las distancias sociales, en los demás cuentan  más pobres que ricos, se pierde  el equilibrio y surge el descontento.  A eso le llaman crisis, cuando de verdad podría  llamarse quiebra. Y pueblos y ciudades se dividen: los ricos, en las zonas nobles  y bien dotadas; los pobres en barrios deprimidos, entre chabolas, chatarras,  basuras y otras miserias.
      En ese clima, como nuevos apóstoles, surgen los políticos con sus grandes promesas. Para un auditorio sediento, el solo anuncio de la protesta, es un consuelo. Se resume en una palabra: "cambio". Pero los cambios no se improvisan.
     De ahí nace la idea del Estado del Bienestar, lo cual es una buena esperanza, un desiderátum. Su  basamento: la escuela del conocimiento, no la doctrinal  que nos invade.
     Pero... la vida es así.
     






lunes, 4 de septiembre de 2017

EVOLUCIÓN POLÍTICO SOCIAL

     Llevamos años -y difícilmente superaremos esta idea- convencidos de que los puestos de trabajo dignamente remunerados, se crean por decreto y que los salarios empeoran  o mejoran según lo quieran o no los gobernantes de turno.
    ¿Quiere esto decir que los Gobiernos -según sean sus intenciones y programas-  no influyen en el desarrollo político social de un país?  No.
     Las reacciones populares, de difícil de manejo,  suelen ser las que más influyen en determinados cambios. Los gobiernos dejan hacer. Pero lo que hace treinta años dió buenos resultados, hoy podría ser catastrófico. Hay muchos factores imprevistos.
    ¿Cómo se provocan esas incontrolables reacciones populares?
     Repitiendo sin miramientos los mismos errores cometidos tanto por los gobiernos, como por la sociedad de la que proceden.
     Nunca  se dieron en España, por ejemplo-  las facilidades para el estudio  como en los tiempos que corren. Nunca tuvimos tantos titulados universitarios trabajando, -¡oh paradoja- en oficios de poco fuste para poder subsistir. Los resultados no coinciden con lo esperado. ¿Por qué? ¿Es culpa de los Gobiernos? ¿O han sido los estudiantes -es decir la sociedad española- los que hicieron un mal uso de las facilidades otorgadas en su favor?
     Podían citarse otros ejemplos, pero ¿para qué?
     La reacción social, ante ciertos disparates que se imponen desde la calle acogiéndose  a nobles principios, no existe. Hasta los gobiernos se acomodan al palo que pinte. ¡Viva la libertad!
    ¡Fallan los valores, la ética, los diez mandamientos!





sábado, 2 de septiembre de 2017

LA CHÁCHARA DE CADA DÍA

     Desde un punto de vista singular, es una maravilla ver cómo las tertulias de politólogos y expertos en dialécticas varias, aburren repitiendo vulgaridades para al fin no ponerse de acuerdo.
     Los susodichos  terminan por aburrir a una vaca, sobre todo cuando nos transmiten sus ideas bajo el  epígrafe "a mi me preocupa",   frase hecha sin sentido alguno, puesto que la lógica indica que lo que al tertuliano le preocupe lo mismo da,   porque nadie le ha dado vela en ese entierro.
    La superficialidad de lo tratado suele ponerse en evidencia cuando se debaten  asuntos urgentes con cuya solución, a la brava,  se beneficia a unos más que a otros. Por ejemplo, cuando a "los expertos" se  les da carrete para hablar de Cataluña  y su deriva secesionista: todos, con sentido común, coinciden  en que la solución si  no se acuerda por las buenas, perjudicará  a todos por las malas. También saben, por experiencia, que atizando el fuego se puede provocar el incendio, como ya sucedió en el 36. Y, por supuesto, en evitación de males mayores, cualquiera -no hace falta ser muy listo-  deduce en que es mejor un mal acuerdo, que vivir el clima propio de una lucha que siempre termina con  vencedores y vencidos.  
   Entre vecinos, una mejora del acceso al ascensor para facilitar su uso al vecino  del cuarto, condenado a no poder utilizarlo desde que se vio obligado a servirse de una silla de ruedas, es  mejor para todos que discutir a diario valiéndose de las más felinas navajadas traperas.
     Todos conformes; y sin embargo a diario, a fuerza de revolver el cubo de la basura, acaban pringándonos a todos.
     Valoramos poco y mal -no los cuidamos en el plano doméstico (como en el turístico o urbanístico)- los bienes de la comunidad que  son de todos. Hacen falta diálogo y convicciones civilizadas  para despertar los sentimientos colectivos en pro del bien común.
     Hay que hacer funcionar al seso y dejarse de chácharas.
   

viernes, 1 de septiembre de 2017

GLOSA DE UN POLÍTICO ASTUTO

     Desde que se implantó la democracia nadie, entre los políticos al uso,  causó tan buena, tan grata impresión, como  el joven profesor que  tuvo la osadía de confesar en un acto público la gran novedad que lo calificaba:   no era. y en consecuencia -él lo dijo- no quería que nadie lo confundiera con un macho alfa. Solo pretendía ser  un humilde y honrado trajinante  de la verdad, limpio y claro hasta ser paradigmático.
    Al macho alfa se le pueden asignar dos acepciones: la del macho dirigente por ser capaz, gracias a su talento y a su astucia, de liderar con éxito un partido político, o la del macho dominante por  su actitud impuesta ante la manada para ejercer de semental con garantías de éxito en el fondo y en la forma. De donde se deduce que ser macho, y además alfa, es un  alto honor del, que nadie se avergüenza si, además,  es un caballero con las damas.
    Item más: No ha de confundirse esta virtud, con un verdadero empeño, proclamado en público por el ya popular político: voy a dejarme la piel para imponer la justicia social. Algo así como a no parar hasta tener limpio, el patio España,  de malandrines y felones.
     Mirado el asunto desde mi perspectiva -dicho con todos los respetos y después de guiarme por la torre faro desde la que me envían señales para adivinar por dónde irá la madre patria- puedo asegurar que el astuto político no tiene rival que pueda hacerle sombra.
     Además, es un artista y sabe cómo pasar de las musas al teatro. Sabe cómo entrelazar la coleta con maestría. Y más difícil: llegó a crear y comandar a un grupo de actores  universitarios.
    ¡Hay que ver como interpretó "el beso en la boca" en el hemiciclo!
     Llegará lejos, a  nada  que perfeccione su sonrisa de cómo ganar amigos.