La entrada principal del
cuartelillo daba paso a un portal de suelo encachado. A la derecha estaba la
oficina con su pequeño armario archivo, mesa de despacho y sillón giratorio de
madera, un perchero, la papelera y una máquina de escribir de segunda mano y,
en sitio accesible pero disimulado, un mueble armero con cerradura “yale” de
seguridad, donde reposaban cinco fusiles y unas cajas con munición. Por un paso
angosto abierto en la pared de la izquierda, cerrado con puerta enrejada, se
pasaba al calabozo algo tétrico, habilitado en el hueco existente bajo la rampa
de la escalera principal del edificio; era el sitio que en otras casas se
utilizaba como cochiquera.
Encarna y Lucrecia, las Barredas,
se personaron a las once en punto de la mañana en el cuartelillo, y se
encontraron con Siro el guardia, cejijunto, ojos grises, tipo enjuto, gesto
abrupto y cara de mala leche, nadie supo bien por qué, aunque malas lenguas decían era, “por causa de su
señora que no cumplía como hubiera querido”. Así que la tomaba con el personal
a nada que este se descuidara.
- ¿Es cierto –preguntó Siro el
guardia- que ustedes dos han ido a
Petrás en varias ocasiones, siguiendo al cura vestido con los ornamentos de
iglesia, rezando en voz alta el Rosario, incluidas la letanías y oraciones del
caso, así como la Salve, sin contar con la autorización del poder civil
exigible en estos casos?
Encarna, con el temple de una
superiora conventual, sin desmelenarse, le dijo al guardia con mala intención:
- ¿Por qué no se lo pregunta a su
mujer que también estuvo allí?
El guardia se rascó encima de la
oreja mientras contaba hasta diez y muy serio, una vez que sujetó el pronto, en
plan comedido y respetuoso, contestó:
- Cuando le llegue su turno, ya
responderá mi mujer. Ahora le toca a usted. Le repito la pregunta, -y se la
dijo de nuevo-.
-Pues verá –le dijo Encarna-: He
ido a Petrás tras el cura, recé porque rezar a nadie hace daño, e intente ver a
la Virgen. No la vi pero si llego a
verla, la noticia estaría en los periódicos. ¿Estamos?
(Continuará)
(Continuará)
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