jueves, 28 de mayo de 2015

PARTIDOS ESPAÑOLES EN CATALUÑA Y PAÍS VASCO


   A medida que en los territorios autonómicos (caso de Cataluña y del País Vasco) los nacionalistas van construyendo su independencia por la vía de los hechos consumados (por ejemplo al suprimir la bandera nacional "invasora" o al silbarla y maldecirla en acontecimientos públicos)  sin que nunca pase nada, el sentimiento de patria española va desapareciendo y desdibujándose o se va dejando para su uso en la intimidad.
   No se debe confundir al patriota con el nacionalista. El patriota mantiene  un sentimiento de amor a la tierra donde uno vive o ha vivido; sentimiento  que para existir no es necesario convertirlo en dogma. A diferencia del patriota, el nacionalista sobrepasa ese sentimiento y de él hace doctrina; la patria pasa de ser querida, a ser venerada; de ser un amor, a ser un concepto político y dogmático; de ser un tener, a ser un deber que lleva, si preciso fuere, a morir en su defensa. Es por lo tanto fácil distinguir la diferencia que existe entre patriotismo y nacionalismo.
     En la misma medida que la patria España se ha desdibujado en Cataluña y Vasconia,  los sentimientos patrióticos españoles también se han difuminado.  Los partidos políticos no escapan a esta ley. Así, el  partido que funciona en un territorio donde su patria apenas se expresa en público, pierde sentido por pura lógica y pierde, a sus vez, adeptos. ¿Para qué  votar al partido español, partido de un país que se nos se muestra como  ajeno, un país que pinta poco o nada en la escuela de tus hijos,  en el mercado donde compras, en la iglesia donde rezas, ni siquiera en en espacios de  puro entretenimiento como puede ser en un  espectáculo deportivo?
    El PP y  el PSOE,  por españoles,  significan muy poco en Cataluña y en el País  Vasco y cuanto más tiempo pasa, de seguir así, menos importan;  menos atractivo tiene votar por ellos. Un país llamado  España, donde un Guardia Civil, por ser español, está mucho peor pagado que un Policía Autónomo,  -porque así lo han querido sus gobernantes-  es un  país inverosímil. No es que el guardia -y los que padecen situaciones análogas- sea un vasco de segunda, sino que es un español de tercera clase.
    ¿Tiene solución este problema, - la desaparición el sentimiento español- si los  primeros en olvidarlo son las autoridades de España?  
     Me gustaría oír opiniones porque  si para estos partidos (PP y PSOE) solo se vislumbra una muerte lenta,  tal vez mereciera la pena pensar en otras soluciones  aún inéditas. Al fin y al cabo en ambas demarcaciones territoriales viven muchos españoles que no tienen vergüenza en serlo y que pueden y deben organizarse a los efectos que procedan, ahora que todavía es tiempo.

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