lunes, 18 de mayo de 2015

RELATOS CORTOS. EL TERCER MILAGRO (4)

Las apariciones de Petrás se desmontaron por la brava pues una tarde noche, cuando la explanada ante el peñasco de las apariciones estaba llena hasta los topes, con feligreses llegados de Bachicabo, de Espejo, de Barrio, de Villamaderne, Bellogín y Tuesta, de Villanañe y Nograro, más gentes de Vitoria, alguna de Bilbao y muchos mirandeses, aparecieron unos jóvenes, los “sin Dios” –según dijeron- y se liaron a golpes hasta
El cura se adelantó, se puso bajo el derrumbadero con los brazos en cruz y habló:
- ¡Dios mío! Ofrezco mi vida por todos mis feligreses. Matadme a mí.  Yo os perdono. Pero dejad en paz a la grey del Señor. ¡Matadme! ¡Hacedme mártir!
No se sabe qué pudo pasar, pero los mozos, mansamente, dejaron las piedras y se fueron de aquel paraje.
- Conociendo a esos salvajes  -dijo Encarnación Barredo- ha sido un milagro; un milagro de la Virgen de Petrás.
Y lo apuntaron como tal.
- ¿Y el segundo milagro?
        -  Fue con un perro de lanas; “un perro pilonero”, según dijo Siro el guardia, muy cabreado con las Barredas. Milagro, éste, que se tenía por dudoso.
-  Y eso ¿por qué?
- Porque, en fin, el hecho de salvar a un perro, no parece que lo vayan a considerar como algo serio por los de la curia romana. Las Barredas lo dan por bueno. ¡Ya se verá! El caso es que el chucho se moría de un estreñimiento. Lo llevaron a Petrás, rezaron a la Virgen y en aquel momento el  perro dio un ladrido de alegría y un brinco, y se puso morder con furia unas plantas verdes al pie de la peña del milagro. Se tragaba a puñados los tallos tiernos. A las dos horas el perro obraba que era una bendición. Y se salvó. Ya tenían dos milagros. Pero les faltaba un tercero para terminar el año con buen pie.
- Pero si las Barredas lo tienen ahí, ante sus narices. ¿O es que no se dan cuenta?
- ¿Qué milagro?
- Joer –dijo el espejeño partícipe en esta conversación, que además era un mal hablado- ¿Quién crees que salvó a las Barredas de la respuesta furibunda, leña incluida,  que les habría dado el guardia Siro cuando Encarna le tocó las meninges, bien tocadas, el día del interrogatorio, si no fuera por la Virgen de Petrás…?
- Puede que tengas razón. Se lo diré a Encarna.
En fin… eran tiempos difíciles. ¿Cómo  sería hoy el Valle si las Barredas se hubieran alzado con el triunfo? El expediente de consagración  de la Virgen de Petrás no prosperó.  Pero si hubiera prosperado, allí el balneario del milagro podría haber dado alta rentabilidad a  las aguas de las que hoy, a corto precio y prosaicamente, se abastece el pueblecillo de Espejo.

         es que no se dan cuentaO O


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