Las apariciones de Petrás se
desmontaron por la brava pues una tarde noche, cuando la explanada ante el
peñasco de las apariciones estaba llena hasta los topes, con feligreses
llegados de Bachicabo, de Espejo, de Barrio, de Villamaderne, Bellogín y Tuesta,
de Villanañe y Nograro, más gentes de Vitoria, alguna de Bilbao y muchos
mirandeses, aparecieron unos jóvenes, los “sin Dios” –según dijeron- y se
liaron a golpes hasta
El cura se adelantó, se puso bajo
el derrumbadero con los brazos en cruz y habló:
- ¡Dios mío! Ofrezco mi vida por
todos mis feligreses. Matadme a mí. Yo
os perdono. Pero dejad en paz a la grey del Señor. ¡Matadme! ¡Hacedme mártir!
No se sabe qué pudo pasar, pero
los mozos, mansamente, dejaron las piedras y se fueron de aquel paraje.
- Conociendo a esos salvajes -dijo Encarnación Barredo- ha sido un
milagro; un milagro de la Virgen de Petrás.
Y lo apuntaron como tal.
- ¿Y el segundo milagro?
- Fue con un perro de lanas; “un perro
pilonero”, según dijo Siro el guardia, muy cabreado con las Barredas. Milagro,
éste, que se tenía por dudoso.
-
Y eso ¿por qué?
- Porque, en fin, el hecho de
salvar a un perro, no parece que lo vayan a considerar como algo serio por los
de la curia romana. Las Barredas lo dan por bueno. ¡Ya se verá! El caso es que
el chucho se moría de un estreñimiento. Lo llevaron a Petrás, rezaron a la
Virgen y en aquel momento el perro dio
un ladrido de alegría y un brinco, y se puso morder con furia unas plantas
verdes al pie de la peña del milagro. Se tragaba a puñados los tallos tiernos.
A las dos horas el perro obraba que era una bendición. Y se salvó. Ya tenían
dos milagros. Pero les faltaba un tercero para terminar el año con buen pie.
- Pero si las Barredas lo tienen
ahí, ante sus narices. ¿O es que no se dan cuenta?
- ¿Qué milagro?
- Joer –dijo el espejeño
partícipe en esta conversación, que además era un mal hablado- ¿Quién crees que
salvó a las Barredas de la respuesta furibunda, leña incluida, que les habría dado el guardia Siro cuando
Encarna le tocó las meninges, bien tocadas, el día del interrogatorio, si no
fuera por la Virgen de Petrás…?
- Puede que tengas razón. Se lo
diré a Encarna.
En fin… eran tiempos difíciles.
¿Cómo sería hoy el Valle si las Barredas
se hubieran alzado con el triunfo? El expediente de consagración de la Virgen de Petrás no prosperó. Pero si hubiera prosperado, allí el balneario
del milagro podría haber dado alta rentabilidad a las aguas de las que hoy, a corto precio y
prosaicamente, se abastece el pueblecillo de Espejo.
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