miércoles, 13 de mayo de 2015

LA ESPAÑA CORROMPIDA Y ROTA.

   El político Sr.  Lerroux (D. Alejandro),  líder del Partido Radical  Republicano, Presidente de  uno de los Gobiernos que mal funcionaron tras las elecciones de noviembre de 1933, se jugó su futuro político a una carta, cuando se descubrió que un hijo adoptivo suyo, -gracias a sus influencias  y con el acompañamiento de otros-  consiguió que  fuera permitida la instalación de una ruleta en el casino de San Sebastián y otra en  el Hotel Formentor en Baleares, bajo el supuesto de que gracias a un mecanismo que llevaba el aparato, desaparecía el azar,   y el hecho de ganar o  perder  dependía del acierto o desacierto en el cálculo  que podía hacer el jugador al elegir postura. Partíamos del hecho  de que los juegos de azar estaban prohibidos en toda España.
   Esto pasaba en 1935 y si todo andaba manga por hombro, este hecho actuó de resorte para que la política  saltara por los aires. Descubierta la corrupción junto a otras circunstancias, dieron pié a que el Presidente Alcalá Zamora convocara elecciones.
   ¿Resultado electoral? El Partido Radical Republicano se esfumó y los primeros en marcharse fueron los  compañeros de Lerroux con Martínez Barrio, segundo  líder,  a la cabeza. Cualquier parecido con lo que ocurre en nuestros días, es mera coincidencia. ¡Aquello era una broma, respecto a lo que hoy pasa y la que se montó!
   Claro está: la podredumbre, hoy,  se comparte entre varios partidos y aunque el mal de muchos es  un consuelo de idiotas, así está la cosa en un año electoral de abrigo.
   Para que en España se produzca una reacción parecida la del Reino Unido, alguien tendría que pensárselo y demostrar, tras un acto  de perfecta contrición  precedido  de un meditado examen de conciencia y seguido de una concienzuda limpieza -en prueba de un  arrepentimiento  sincero-  tendría que arbitrarse una promesa seria, con el fin de seguir de cerca a los culpables para ponerlos sin excepción a devolver todo lo sustraído al  margen de la ley, por el procedimiento que fuere.
   Todo lo demás sería como despertar con músicas de cuerda a un sordo de nacimiento.
    El tiempo lo dirá.
 

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