miércoles, 31 de mayo de 2017

LA ESPAÑA QUE CRECE

     Mientras la ola rompedora de la Nación está a punto de reventar en los  acantilados de Cataluña, los datos económicos que transmite el Gobierno central son alentadores: España crece.  Esto lleva a una conclusión: puede verse reducido el número de parados en  España, cumpliéndose las previsiones anunciadas desde lo organismos oficiales
      Pero... -según los partidos en la oposición- el empleo que se crea es precario, de corto vuelo y  no da siquiera para nivelar  los gastos e ingresos de la seguridad social, rama del pensionado.
      En suma, al frente de una minoría muy minoritaria, al Gobierno ya  sus colaboradores les espera una legislatura con tres morlacos a los que no puede perder de vista: el secesionista, el laboral y el judicial,  ligado este último a una corrupción galopante que se expande con la briosa ayuda mediática, incansable y que  no cesa,  en perjuicio del partido en el Poder.
      ¿Cómo evitar, eludir o resolver sin grandes deterioros las manifestaciones y protestas masivas y callejeras que le preparan al Gobierno sus adversarios para provocar unas elecciones, cuyo principal objetivo es echar del Poder a las huestes del PP con su Presidente a la cabeza?  ¿Y cómo disolver la presión que los opositores va a poner en juego en las Cámaras legislativas?
       El propósito se adivina: conseguir que el Sr. Rajoy no pruebe el turrón  de la próxima Navidad  en la Moncloa.
       ¡Todo un espectáculo!  ¿Y  tendrá algo de positivo?
     
     
   

martes, 30 de mayo de 2017

MILITANCIA Y ELECTORADO

      
     En el mundo dedicado al ajetreo político, el militante viene a ser quien  comulga con un ideario  y se esfuerza en defenderlo y propagarlo; al fin,  lucha por  imponerlo.. Un elector, es aquel  que otorga su confianza, con una papeleta,  a los militantes de un partido político, seducido por sus promesas unas veces o  para evitar un mal mayor en otras ocasiones.
     Quiero decir de antemano que,   conociendo a los militantes  de cualquier partido político, al margen de sus ideas,   no es  extraño que unos los aplaudan y otros los rechacen; que unos los ovacionen  como fieles y leales que son, y otros los silben en  prueba de todo lo contrario. La militancia se gana con besos, abrazos  y palmadas; con un magreo bien  orientado dedicado a los fieles. Ganarse al electorado es otra cosa: hay que saber mentir, si es que uno es incapaz de ganarse electores con la verdad.
      Claro está: es probable que, en  situaciones límite, la militancia de un partido en crisis se divida para elegir a un nuevo equipo de mandarines.  
      Esto está sucediendo  en muchos países, también en España, porque los partidos  no saben renovarse. Y no se renuevan porque las camarillas reinantes de cada partido se sienten infalibles y se arropan, para imponer su conducta,  en la militancia más próxima o que consideran mas leal, aunque la formen una cuadrilla de ladrones o de trepas. Aplican, desde el complejo y diverso mundillo de su militancia, unos rituales contradictorios cuyos efectos desaniman al elector. 
      Los votantes, cuando ven estos procederes, suelen  ser prudentes:  en un primera votación se abstienen. Con el paso del tiempo vuelven a votar y lo hacen en favor del cambio. 
     Miren por  donde estamos en esa fase. En las reiteradas y pasadas elecciones, crecieron  las abstenciones. Esperen y verán.
     Una cosa es la militancia   y otra bien distinta el electorado. 

lunes, 29 de mayo de 2017

LA NACIÓN SEGÚN SABINO ARANA

A Sabino Arana hay que agradecerle su claridad y su proceder sincero y sin tapujos. Lo que deseaba, al definir al Pueblo vasco, era dar a saber a quién debiera alcanzar, y a quién no, la condición de vasco; quién es, y quién no, el titular del derecho a formar parte de este Pueblo, pera ser o no miembro de la nación vasca.
“Empleo aquí el término nación –nos dice- en su sentido más estricto de conjunto de familias procedentes de un origen físico común y próximo,  análogas entre sí y distintas de las demás por sus caracteres morales y físicos. Es un término etnológico, no político como es el estado”.
“La nación -sigue- es producto de la naturaleza. Ningún hombre puede cambiar de nación aunque quiera. A ningún vasco puede hacérsele de nación española o francesa, ni a tiros de cañón: como ningún español o francés podrá jamás ser vasco. ¿Por qué? Porque España y Francia son naciones latinas, y el vasco no es latino; sino… vasco”.
Sabino Arana, en cierto modo, reaccionaba así ante la masiva llegada de emigrantes a la zona minera de Vizcaya que, a su entender, contaminaban los “buenos usos y costumbres” del Pueblo Vasco.
Al paso de los años, la emigración se generalizó y han sido los propios nacionalistas, seguidores de Sabino Arana, quienes han ido modificando su criterio, por la sencilla razón de que si en el País Vasco votaran a los partidos nacionalistas sólo los vascos,  conforme a las tesis del fundador del PNV, éste sería un partido minoritario en las convocatorias electorales. Al PNV lo salvan las decenas de miles de votos emitidos por los étnicamente tomados por “latinos” en los textos sabinianos.
Con una política envolvente, también de redes tendidas, han conseguido los nacionalismos el voto de muchos que no pertenecen en rigor al Pueblo vasco. A estos neo-vascos les han puesto el hábito de este Pueblo, y (muchos, no todos) se han identificado con las reivindicaciones nacionalistas. Han cambiado la ortografía de sus apellidos, han adoptado el santoral vasco para bautizar a sus hijos y estudian en euskera batua, que es algo así como rizar el rizo de la identificación eusquérica.
Pero el hábito no hace al monje y no se pueden romper los rasgos de identificación culturales, como los que dimanan del idioma español. No puede negarse que los vascos de verdad están en minoría en su propio país. Sin embargo, y esto es su mérito, han sabido captar los votos de etnias culturales que no son vascas, y con ello los han puesto en contra de los valores que representaban sus padres y abuelos; valores que, para el progreso de todos y, entre otros, gracias a ellos arraigaron en la Euskalerría o tierra de los que hablan en vasco.

¡Es curioso a la par que paradójico y frustrante! Pero la vida es así.

sábado, 27 de mayo de 2017

COMPRENDER LA REALIDAD

     Es harto difícil comprender la realidad en manos de los políticos. ¿Qué y por qué prometen cosas que luego no son realizables?
     El paro en España alcanza cifras fabulosas. Hay un paro autóctono y otro importado, Y también, según se denuncia por expertos, existen tareas realizadas en negro gracias a ofertas laborales clandestinas .
    Solución A: para `promover el anuncio de puestos de trabajo, hay que contar con empresas productivas. Y, para crear empresas, son  precisos los emprendedores Para eso hay que animarlos y darles estabilidad y garantías de que  su negocio puede ser rentable. Muy rentable. Y ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿quién defiende el despido libre,  los sueldos proporcionados y  horarios rígidos? Tal vez las empresas multinacionales que si vienen mal dadas cierran el chiringuito y se van a países con climas más suaves y menos exigentes.
     Solución B: si las empresas tradicionales se retraen, habrá que reforzar el sector público para que sustituya a la iniciativa privada. El Estado, puesto a ser empresario, juega con el dinero de todos que no es de nadie,  y paga bastante bien sin ser muy exigente. Programa de izquierdas: cargar la iniciativa empresarial y su coste, al erario público y para sostener el tinglado, aumentar la presión tributaria hasta desanimar al propio trabajador, convenciéndolo de que quien más pone más pierde.
     La cosa no funciona en muchos casos porque los de dentro se las saben todas y los de fuera aprenden enseguida. Se desestabiliza el equilibrio entre la oferta y la demanda y los salarios, a cambio de trabajos vulgares, están a la baja.
     El país se empobrece. Crece el derecho a la igualdad y se generalizan las carencias. Al final .puede el mas fuerte: el que más cañones tiene.
     ¿Hay que resignarse? ¡Nunca! Hay que discurrir. Y siempre terminamos por el principio. El secreto está en la escuela, entendida no como recurso, sino como palanca.

viernes, 26 de mayo de 2017

POBRES Y RICOS

     Las situaciones que motivan los grandes distanciamientos entre seres humanos, surgen al calor de la riqueza de unos, -los menos- cuando se  enfrenta con la pobreza de  otros -los más-.
   Se diría que es axiomático: para mantener en el planeta Tierra a un millón de ricos al cuadrado, han de someterse a denodada explotación a muchos más miles de millones de pobres al cubo. (recuento por hacer que siempre sería aproximado y poco expresivo; la pobreza no solo se mide con números)
    Lo curioso del caso es que a medida que pasan siglos y más siglos, las población aumenta, el número de ricos también y el de pobres aún más y la cosa no tiene remedio;  a no ser que el ciclo de crecimiento se pare y los seres vivos bípedos e implumes,  vayan desapareciendo sin darse cuenta: entonces tendríamos menos ricos  y también menos pobres.  
     La ceremonia ya está en marcha. Si usted lector tiene tiempo, párese  y  observe: detrás de eso que llaman "control de la natalidad" no hay otro objetivo que el de no empobrecer a todo un país. Pero bien mirado, se consigue poca cosa, porque el censo poblacional crece por la otra punta: cada día hay mas ancianos. Habrá que enriquecer los pastilleros con tóxicos para promover la dulce muerte entre los  mayores. Crece la cifra de los que pasan de cien años y ésto no hay plan de pensiones que lo aguante.  
     Pero, seamos serios. Solo hay una palanca que proporciona algún remedio: la escuela exigente y dinámica, con reválidas periódicas que inciten a la eficiencia.
     Sin embargo, los padres de muchas criaturas, no quieren la eficiencia para sus hijos. Se conforman con la suficiencia que da el titulo. Y mientras tanto a jugar a las canicas.
     ¡Para cuatro días que vamos a vivir!

jueves, 25 de mayo de 2017

LA MILITANCIA

     Es muy probable  que la militancia de un partido político alcance un grado de preparación y madurez ideológica superior al de las personas que forman parte de la masa de sus votantes.
    La votación realizada para elegir a su secretario general en el PSOE, nos demuestra que más de la mitad de su  militancia votante, se decide por una política de izquierdas con un adversario a batir: el PP.
    Traducido a la realidad práctica: hay que expulsar del poder al PP desde el liderazgo de la izquierda "española" y olvidarse de los "podemitas"que, aun ejerciendo el papel de castos, puros y bien lavados, irán perdiendo importancia, por ser todo lo de ellos presunción antes que doctrina.
    Pero una cosa es el voto de la militancia y otra el voto callejero, el voto de las gentes del montón. Son públicos con distinta formación, distintos sentimientos e indoctrinados. Están más atentos a la pensión del abuelo y cosas parecidas, que al pensamiento social-demócrata o populista dispuestos a que todos seamos iguales.
     ¿Quiere eso decir que el PSOE perderá de nuevo votantes en las próximas elecciones generales?
     Nunca afirmaré tal cosa. Está todo muy revuelto y es una temeridad hacer pronósticos. Es tiempo  de tribulaciones. Y los políticos, han cerrado sus seminarios cuando más  los necesitan.       
      La política está plagada de curas laicos de misa y olla. Y así no hay encuestador  que acierte. 

miércoles, 24 de mayo de 2017

EL FICHERO




EL FICHERO
Una novela testimonial, intrincada y erosiva.










PEDRO MORALES MOYA























“Esta lucha de salvajes, a cazarse los unos a los otros, se trama hoy entre unas  naciones contra otras y dentro de cada nación en una guerra civil…”

(Miguel de Unamuno)





















1    CESAR DE LA PUENTE.


Pedrolo tomó conciencia plena de haber perdido  a su madre  a la mañana siguiente del entierro, al salir de casa para ir al colegio,  cuando la chacha, Angelines,  dio los últimos toques a su vestuario y   se tomó la confianza de plantarle un beso en la frente con un “adiós”, tal y como la progenitora del chuico hacía en vida. Su padre no apareció en tan familiar trance y Pedrolo amasó  una ráfaga de soledad, algo parecido al sentimiento de  un expósito.
De retorno a casa, al mediodía, fue también Angelines quien  abrió la puerta de entrada y de nuevo lo recibió con otro beso  que, ahora sí, tomó por sincera prueba de cariño casi maternal. Al poco llegó su padre, César de la Puente, vestido con sencillez;  la  concesión a sus gustos de petimetre se limitaba a usar  camisa con cuello de pajarita y un llamativo lazo.
 Se interesó por la jornada escolar de Pedrolo:
-¿Cómo te ha ido?
-Bien, -dijo el muchacho, con muestras de no querer extenderse en más explicaciones.
En ese momento  sonó el timbre y asomó por el umbral de la vivienda  el tío Fernando  José,  telegrafista,  soltero, hermano de su madre, invitado a comer por su cuñado César en un intento de aliviar el clima hostil entre  padre e hijo, creado desde  la inesperada muerte de Enriqueta, su madre.  Fernando José aceptó la invitación que sería la última; su idea era no  implicarse en líos familiares. Veía a Pedrolo -su sobrino- resignado a  crecer y a madurar a su aire, tomando a su padre como  modelo a no imitar.
Pedrolo cumpliría pronto catorce años. Su vida, la de un mozalbete aislado, despierto,  decidido  y dado a la observación de  conductas  ajenas, se tradujo en un esquema de respuestas críticas resumidas en este pensamiento: “mi padre es un vividor de alma endurecida,  capaz de usar  en su provecho a todo  ser viviente que se ponga a tiro; no lo voy a imitar. ¡Nunca!”.
 César de la Puente era accionista y delegado en Álava de la Gran Compañía de Seguros y Reaseguros Generales. Para ayudarse en las tareas de este negocio, contrató los servicios de una guapa mecanógrafa, Rebeca, de unos veinticinco  años, soltera,  gran tipo de mujer, con la que se revolcaba un día sí y otro no sin salir de la oficina. El mutuo acuerdo condujo estas relaciones con el respeto y confianza  que para sí quisieran muchos matrimonios. El empresario  de seguros, militar retirado por la ley de Azaña, afectuoso y leal, no puso condiciones que  limitaran el  comportamiento de Rebeca fuera del trabajo;  a su vez, le asignó  un buen salario y una participación en los beneficios de la empresa de forma que se sintiera unida a él, a César, por un lazo de confianza y otro de lucro -amoríos aparte-  de signo singular y personificado.
Rebeca, era la única responsable de mantener al día el fichero metálico que César le había confiado. Quedó advertida de que su tarea,  delicada y minuciosa, tenía un fin: reunir una colección de datos personales y confidenciales referidos a posibles  clientes y futuros amigos suyos, como  gestor de seguros.
También llevaba Rebeca  otros  asuntos burocráticos propios de un negocio en pleno rendimiento: cartas y copias de archivo,  registro  de facturas, emisión de recibos y toma de notas y apuntes contables, gastos  de personal, viajes, comisiones, además de los correspondientes  pagos de renta, calefacción, teléfono, luz y varios, todos referidos al  local que se habilitó para la empresa dentro de la vivienda familiar.
Angelines, la chica  de servicio, -también joven, veintidós años-  al morir el ama de casa se hizo cargo de la totalidad de las tareas domésticas. Suplió a la señora de la casa, a Enriqueta, hasta donde le fue posible.  Angelines, con un metro sesenta y dos de altura, delgada, puro nervio, de noble porte, era capaz de  llevar las tareas de a diario con puntualidad y esmero, algo que César supo agradecer. Había entrado al servicio de la familia como niñera con catorce años –cuando Pedrolo tenía dos-, y poco a poco, junto a  Enriqueta, había aprendido todos los secretos de una aplicada madre de familia: limpiar,  guisar, coser y mantener  la casa  en orden con diligencia y buen humor
              Pedrolo fue descubriendo las debilidades de su padre, al  que tomó por ogro. No era Rebeca, ahora amante de Cesar,   la  culpable. Si lo era él, el macho, el César que hizo  burla  de su difunta mujer. Pedrolo, como hijo, se consideró traicionado.
              César pasó de de ser comandante de infantería, a cobrar un retiro; a verse agraciado,  aún joven,  con el título de pensionista, sin perder un solo céntimo de sus haberes en activo. Esto  le permitió -era compatible- tener el día libre para hacer algo de provecho y acrecentar sus ganancias. Decidió concertar, con la Gran Compañía de Seguros y Reaseguros  Generales,  la puesta a punto en Álava de una Delegación beneficiosa para la empresa y para él. Lo malo del caso era que otros compañeros suyos, vista esta opción, lo  imitaron; así empezaron a funcionar tres nuevas gestoras de otras tantas aseguradoras con un mismo objetivo: conseguir  clientes,  aunque no estuvieran sensibilizados para valorar la conveniencia de prevenir  riesgos y asegurarse para diluir sus efectos.
              César decidió hacer un examen profundo y objetivo del mercado  para fijarse una disciplina de trabajo. Aunque se hablaba de Álava, su actividad se ceñía en la práctica  a Vitoria, ciudad de cuarenta mil habitantes.
              Al conocer el paño,  examinó y calculó -antes de nada- la capacidad económica de los vitorianos pudientes, -los otros no solían contratar seguro alguno- para ver  el modo de abordar a los que ya consideraba como sus  potenciales amigos, para conseguir la  firma de sendas pólizas. No quería mendigar lo contratos; su  idea era cerrarlos por vía amistosa, de modo que cada nuevo titular del seguro estuviera convencido de las ventajas de aquella operación; que no creyera, más o menos, que  estaba prestando un favor al asegurador. No; los seguros no podían ser la consecuencia o la contrapartida  de promesas o  coacciones: deberían surgir por mutua conveniencia y esto exigía una planificación minuciosa de las entrevistas con los clientes, para que la oferta y la demanda nacieran de  un trato entre iguales y  por convicción. César entendía que esa relación sólo  podía darse entre amigos. Por eso consideró imprescindible contar con  un  fichero de lenta formación al que ahora tendría que darle forma con la colaboración de Rebeca, su secretaria para todo. En una tarea para ganarse amigos, antes era necesario conocerlos.
              Desde esta perspectiva, saber cómo era  Vitoria, equivalía a tener una idea fiel  de sus habitantes,  de su poder económico y, por ende, de su  interés  por contratar un seguro;  para él,  datos a los que no podía renunciar; algo imprescindible.
              Vitoria y sus habitantes tendrían que ser objeto de un detenido análisis para deducir las  rentas  de cada cual. A partir de ese censo debería  iniciarse  una labor lenta, habilidosa y precisa para conocer, además de la situación económica de esos vitorianos de ambos sexos susceptibles de contratar un  seguro, sus preferencias, sus puntos débiles. Los vitorianos mejor dotados  económicamente serían, sólo ellos, los calificados como  dignos de estar registrados en su fichero.
              Era una cuestión de método. César frecuentaría el trato de todo aquel vitoriano  o residente en la ciudad que diera muestras externas de estar en buena situación o con reconocidas dotes para prosperar en un futuro próximo. Entre ellos tendría que buscar nuevos amigos y una clientela fiel. Y para eso frecuentaría  tanto iglesias, como teatros o cines, casinos y clubs deportivos,  restaurantes, centros de reunión, colegios profesionales,  barras de café, oficinas bancarias y  sedes de ahorro  en las que recoger noticias sobre las personas  con mejor presente o futuro dentro  de la ciudad, o de la provincia, para luego darse a conocer de la forma más conveniente a sus fines.
              El militar retirado César era consciente de que en una sociedad  donde todos, más o menos, se conocen de vista, el solo hecho de tener   un conocimiento cabal y profundo  del vecindario,   daría a su poseedor elementos de juicio para  obrar con rectitud  y sana astucia y hacerse distinguir por sus deseos de hacer el bien; tal forma de conducirse le daría un aura de prestigio,  potenciadora de unas  buenas relaciones y de toda suerte de encuentros.
              Vitoria, afectada por la crisis social y económica que, entre otras corrientes implementó la II República, fue previamente dividida por César, de forma elemental pero muy práctica, en varios estratos. Tuvo en cuenta los niveles de renta disponible de cada uno de los fichados y de sus patrimonios
              Según estos cálculos, el número de familias millonarias, teniendo en cuenta las referencias aludidas,  no pasaría de  cuarenta. Por otra parte, los hogares donde a fin de mes cerraban el balance de ingresos y gastos con excedentes, podrían ser unos quinientos. Las familias que contaban  con ingresos  y gastos nivelados, tal vez fueran unas mil; el resto cuando no pedían crédito al tendero para acabar el mes, salía  a pasear en las calles  céntricas con la ropa de trabajo y con zapatos o botas necesitados de medias suelas. No pasarían al  fichero de César; no podían asegurar sus bienes.
              En suma,  en una ciudad donde habitaban unas diez mil familias, tan solo unas mil quinientas o poco más tenían intereses susceptibles de ser registrados y de darles cabida en el fichero metálico de César como gestor de seguros.
               Todos los días del año, salvo los de fiesta, incorporaba nuevos datos en fichas individuales; datos que recogía en su frecuente trato con  los distintos protagonistas del mundillo industrial  y mercantil y de los rentistas  de Vitoria. Era una tarea interesante que pronto se revelaría cómo muy productiva.
              Los principales personajes identificados en el acopio de datos para el fichero, surgieron y fueron elegidos por César de manera calculada. Luego, Rebeca, cuidadora del fichero como si fuera suyo, duplicó el  contenido de cada ficha en un libro de tapas duras con separaciones conseguidas por medio de pestañas alfabéticas, muy usados en la contabilidad comercial.
              A medida que aumentaba la información, cuando la tanda   de los elegidos crecía y los datos familiares y particulares  entraban en juego, César percibió que manejaba una materia explosiva y peligrosa. Por tanto sintió la responsabilidad y la obligación de mantener secretos tan valiosos datos. Lo primero que hizo fue encargar el montaje en su oficina de una caja fuerte y asegurarse con Rebeca de que  la guarda y custodia de los datos que iba recogiendo era segura; exigía  un secreto total. Era conveniente tener en cuenta la inestabilidad política de la II República, no por ser un régimen con poca tradición en España, sino porque estaba dirigido por unos intelectuales burgueses  presionados,  a su juicio, por cabecillas revolucionarios y peligrosos, capaces de arrastrar a las masas con su oratoria, sobre todo en los sectores más duros, reivindicativos y revolucionarios de España.
              Nada tenían que ver los intelectuales pro republicanos, que defendían los “derechos del hombre” y  “los imperativos culturales”, con los otros, los partidarios de la “revolución del proletariado”. Los primeros trajeron la República y los  últimos, los proletarios, fueron los grandes apuntaladores de este régimen.  Una extraña mixtura –a juicio de César- de la intelectualidad que seguía siendo burguesa, con la clase obrera, originaria de los estratos más pobres,  dispuesta a radicalizar sus demandas contra toda burguesía; clase obrera en auge que, conforme se consolidaba el poder republicano, quería ejercer sus derechos a marchas forzadas.
              La clase media, la que realmente habría conectado mejor con la intelectualidad republicana, vio que la política dominante  del país no era propicia a mantener la estabilidad necesaria  favorable a las inversiones productivas. España iba por una senda peligrosa y el socialismo de Prieto, reivindicativo pero socialmente posible, se iba inclinando hacia el socialismo marxista de Largo Caballero; el modelo a seguir para transformar España mediante una revolución social, era el de la URSS.
              Los intereses económicos de algunas familias,  beneficiadas con el régimen monárquico, habían sufrido un grave deterioro  desde la proclamación de la República. César había tenido ocasión de hablar con  Luis Olariaga Pujana, economista vitoriano  de   la cuerda  de José Ortega y Gasset  -uno de los intelectuales al servicio de la República- y tuvo noticia cabal del desengaño del filósofo: al paso de un mes y poco más de implantada la República, tomó conciencia de que la mayoría de los elegidos para regir los destinos de España, no daban la talla exigida para estos menesteres. No podrían ir muy lejos. “La economía - le dijo Olariaga- hace aguas y esto no puede tener un buen final”.
              Los datos de su fichero metálico le fueron dando,  a César de  Lapuente, noticia de que las mejores empresas vitorianas estaban en crisis; sin duda afectadas por la “gran depresión” exportada desde los EE.UU.
              Olariaga señaló que “era el momento favorable para que prosperaran los movimientos totalitarios: tanto el marxista como el fascista; una buena política debería entender esa realidad y hacer todo lo posible para reestructurar una democracia de corte moderno que se apoyara en valores justos y firmes”.
              En esos momentos, año de 1934, César pensó si no sería  lo mejor liar el petate y marcharse de España. ¿Pero dónde ir si medio mundo estaba revuelto y necesitado de empezar de nuevo? Tendría que seguir con los seguros y la  renta salarial que le había garantizado el intelectual republicano llamado Azaña, a quien Dios no dotó –a su juicio- de virtudes para gobernar un país tan complicado y diverso como era España.
              Transcurridos tres años de la viudez de César, en 1934, Pedrolo, su hijo, estudiante –quinto de bachiller- a punto de cumplir los quince años,  había recibido los primeros panfletos de un movimiento que se llamaba Falange;  y se  había hecho con una pistola del nueve largo, que mantuvo a escondidas de su padre,  con la complicidad del servicio doméstico que  le era fiel, o sea de Angelines.
              La distancia entre padre e hijo iba en aumento. Para el  hijo, César, el cabeza de familia, era un indecente ciudadano, capaz de compartir una yacija sexual, dentro de casa, con una asalariada suya, con parcial  olvido de sus obligaciones familiares. Y capaz también  de renegar de su Patria, al aceptar una prebenda por una renuncia: la de su vocación militar a cambio de un retiro pensionado. Pedrolo  no veía el momento para irse de casa. El tiempo pasaba con visos  de urgencia para huir y hacer su vida.
              En el mes de octubre de 1934 los españoles vivieron el prólogo de una guerra civil a la que llamaron revolución que tuvo  por escenario principal la región minera de Asturias.
              Estaba muy involucrado en esta pelea el partido socialista, que se unió con idea de encabezar el movimiento obrero e influir en los sindicatos y otras facciones extremistas y revolucionarias.
              Gobernaban el país las derechas cuyo principal líder era el abogado José María Gil Robles, muy vinculado a la Asociación de Propagandistas  promovida por la Acción Católica. Era por tanto una derecha impregnada de las más puras esencias religiosas orientadas desde el Vaticano. En consecuencia, un movimiento opuesto al sentir irreligioso y anticlerical de toda la izquierda española.
              En Asturias se contaba con el fuerte arraigo sindical de los anarquistas y socialistas. Estos últimos, tildados de, ventajistas por su colaboración con el dictador Primo de Ribera durante su mandato, estaban de vuelta de sus recientes defecciones y, sobre todo del líder, Largo Caballero: llegó a sostener que la revolución  obrera no cuajaría  con el apoyo de una República burguesa; era necesario implantar una previa dictadura del proletariado, tal y como pasó en Rusia.
              Largo Caballero tuvo éxito al radicalizar su actitud y ganó en popularidad, hasta el punto de ser apodado el “Lenin  español”. Parece que a Indalecio Prieto, líder socialista igualmente, este ascenso de la popularidad entre las masas de izquierdas de Francisco Largo, le sentó como caricia a contrapelo y sin que nadie lo esperara se implicó de lleno en la organización del proyectado  golpe revolucionario de 1934; por lo menos con un alijo de armas que se transportaron hasta Asturias en el vapor “Turquesa”.
              Este alzamiento revolucionario pudo ser controlado en Vizcaya y en Guipúzcoa, pero en Asturias duró unas tres semanas y se contaron miles de víctimas. En realidad allí empezó la guerra civil que continuaría en 1936. La lucha continuó  con  episodios sueltos. El  sentimiento herido de muchos españoles hizo que la sociedad  quedara dividida en dos sectores dominados, uno por los rojos y otro por los azules.
              Largo Caballero lo diría más tarde: esta lucha terminará en dictadura y  yo quiero que sea una dictadura del proletariado.
                       A César –como a muchos españoles- le preocupaba el giro  que los socialistas estaban dando a su proyecto político. No era aventurado pensar que, en el seno de las izquierdas, estaban de acuerdo con el modelo revolucionario  implantado en la URSS. Era significativo que la revolución quisieran iniciarla en Asturias en un  mes de octubre. Tampoco había duda de que una parte de las derechas tomó como modelo la Italia fascista de Mussolini.
              En medio de esta crisis, la gestión de seguros no se dinamizaba como César hubiera querido. Firmar un contrato,  sobre riesgos futuros, era para el cliente un acto de fe: éste daba su firma y un dinero por algo que podía o no pasar, ante  otra firma y una promesa de contraprestación económica, en el supuesto de que se le causaran daños. La mayor parte de los asegurados no leían la letra pequeña y al final todo lo fiaban a su amistad con el agente asegurador,  sobre todo si mediaba una buena relación  entre ambos.
              Cada agente de seguros debería tomar conciencia de que esta amistad tenía que probarse de algún modo. Y a César no se le ocurrió mejor método que el de ofrecerse como amigo  a todos y cada uno de los que habían suscrito con él una póliza de seguro. Esta oferta caía bien y no eran pocos los que la  materializaron pidiendo algún favor a su amigo el de los seguros.
              Por tal razón César tuvo que reeducarse, aprender a ser amable,  simpático y servicial;  a caer bien entre la gente y a no tener remilgo alguno en prestar  pequeños favores a sus clientes. Para ello trazó un plan sin otro objeto que el de ver y hacerse ver en lugares públicos y pegar la hebra con cualquiera de sus muchos conocidos.
              De todas estas relaciones  César sacaba datos y referencias para su fichero metálico. Contaba, además, con el soplo de algunos amigos que, enterados del propósito que le guiaba, se brindaron a colaborar en tal tarea;  solía desayunar en un bar  de estilo moderno, con larga barra y algún espacio no muy grade para sentarse en torno a una docena de mesas estratégicamente dispuestas. El bar fue redimensionado por un arquitecto en paro que aceptó el encargo de preparar el espacio y decorarlo íntegramente siguiendo una corriente estética moderna, en este caso cubista. Todo -el local, el mobiliario, la decoración,  el utillaje- tenía que responder a ese estilo, pese a que muy pocos iban a identificarlo como tal, puesto que el español medio no se detenía  en asumir  estas novedades  que llegaban con los mensajes modernistas. El bar se llamaría “Gautxori” (pájaro de la noche, en vascuence) y  daría la nota en la ciudad de Vitoria, aún anclada en el siglo XIX. Era un local donde el artista  trabajó los espacios vacios y no los volúmenes. Estuvo decorado con litografías de los pintores vanguardistas que surgieron en Paris en la primera  década del siglo XX.
              Al poco de llegar César al bar, cada mañana a tomar su café, aparecía un agente de la “secreta”  llamado Bernardo, que se valía de la escasez de clientes, para pegar la hebra  con  el hombre de los seguros y autoproclamarse su amigo. Y lo fue, quizás el que más generosamente se prestó a facilitarle datos confidenciales de buen número de familias de Vitoria. César nunca preguntó de dónde procedía aquella información  tan completa.
              Pero la cosa no quedaba ahí. A primera hora de la tarde se acercaba César al Círculo Vitoriano donde tomaba –en la sala de juego- un café de los clásicos, en compañía de dos vitorianos cincuentones: Ramiro Gómez y Cayetano Ezquerra, burgueses ambos, dedicados al comercio de lanas el primero y a la elaboración  de chocolates el segundo. Mantenía una conversación muy suelta que César la centraba en temas vitorianos;  siempre surgía algo,  pequeñas misceláneas a cargo de personajes de la ciudad, conocidos vitorianos, que luego redactadas en casa podían pasar al fichero.
              Otra fuente informativa –ésta tenía un precio- venía de un empleado foral cargado de hijos. Trabajaba en  la sección de hacienda y manejaba datos que bajo secreto sumarísimo se los facilitaba a César verbalmente,  mientras  tomaban una copichuela en una tasca de la cuesta de San Francisco, donde alternaba el funcionario.
              Después de la Revolución de Asturias y de ser detenidos milicianos voluntarios a millares, las  izquierdas acentuaron su odio a las derechas represivas; odio que se escenificó en las calles de España, en demasiadas ocasiones,  a tiro limpio con bajas dolorosas para  ambos bandos combatientes. Lucha propia de una guerra civil larvada
              En ese clima explosivo, el Presidente de la República, disolvió la Cámara y convocó nuevas  elecciones  cuyo desenlace estaba anunciado para febrero de 1936.              Vitoria se llenó de carteles electorales. Las izquierdas de toda España se unieron en un Frente Popular. Las derechas no fueron capaces de lograr algo parecido. No percibieron lo trascendente que era el sacrificio de pequeñas ambiciones de partido, a las inexcusables exigencias de una lucha feroz que terminaría siendo armada.
              Por los primeros días de julio de 1936, el comandante Salcedo, en activo, pidió una entrevista con su ex-compañero César. Se citaron en el bar Gautxori, pero sin tiempo para sentarse, a sugerencias de Salcedo - que vestía de paisano, pese a que nunca colgaba el uniforme militar -  fueron a parar a las gradas del Frontón Vitoriano. Esta cancha solía utilizarse por los aficionados de la pelota vasca para sus entrenamientos en horas libres, y para partidos entre profesionales los días festivos. La entrada era libre,  salvo para asistir a la celebración de espectáculos, y se permitía que allí se congregara un heterogéneo público, no se sabe si para pasar el rato,  eludir el  frío o ambas cosas a la vez. César y Salcedo, entre la plebe allí congregada, pasaron desapercibidos.
              - ¿Qué pasa? – preguntó César a su amigo, una vez acomodados en una de las bancadas de espectadores.
              - ¿Cómo ves la situación política?
              - ¿Y cómo la ves tú?
              - Ten paciencia, porque antes quiero que me digas si sitúo bien los hechos; si mis apreciaciones son o no acertadas.
              -Sigue…
              Salcedo se tomó un respiro.
-          No sé por dónde empezar…
-          Empieza. ¿Qué más da?
              -    Es cierto que para sofocar la Revolución de Asturias se sirvió  el  mando de unidades de la Legión y tropas de Regulares, que la lucha duró  más de quince días,  que los revolucionarios contaron unos mil cien muertos y más de dos mil heridos y que las tropas y  agentes de seguridad tuvieron unas trescientas bajas. ¿Llamarías a eso una guerra civil?
              - No. Pero tal y cómo se han desarrollado los acontecimientos, a partir de esos hechos y contando  los que vienen sucediéndose estas últimas semanas, diría que los  españoles estamos librando una guerra latente, pero  guerra. Las luchas  fratricidas se mantienen pero no se declaran.
              - ¿En qué te apoyas para decir eso?
              - Me apoyo en el desarrollo de los acontecimientos  entre los dos sectores en lucha: la España tradicional contra la España revolucionaria. No es un combate  dialéctico; es una guerra violenta y armada. Sólo que cuando dos potencias se enfrentan, hay una fase previa de preparación. En España,  entre dos tendencias que en nada congenian,  se lanzan  al ataque sin aviso previo y los comienzos son inciertos; mucho más si es una guerra con intervención militar.
              - ¿Crees en la guerra aunque no  estemos metidos en ella?
              - ¿Ah, no? ¿No estamos en guerra? Tú me dirás. Fíjate en la campaña electoral y razona: ¿Tú crees que de no estarlo se habrían cruzado los mensajes que se enviaron sin rebozo alguno por los rojos contra los azules y viceversa?
              - ¿Cuáles?
              - Toma nota de lo que  planteó en Alicante el líder socialista Francisco Largo Caballero: “Quiero decirles a las derechas que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos”, según El Liberal, de Bilbao, del 20 de enero de 1936.
              - Guerra civil no declarada… Luego ¿ya viven en guerra civil?
              - Y días más tarde, en el mes de febrero, en Linares:   “... la clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”.
              - Bien, pero  las apariencias engañan. Después de ganadas las elecciones por el Frente Popular el Gobierno constituido funciona democráticamente.
              - Si a lo que tenemos le llamas funcionar, pase… Pero no funciona. Los comités de las fuerzas revolucionarias  hacen lo que quieren y el Gobierno de la nación ha hecho mutis por el foro.
              - No sé qué  decirte…
- No digas nada y así no te equivocarás. ¿Eso es todo lo que querías saber? Te diré que hay más datos. Es el propio José Antonio Primo de Rivera quien, en el discurso fundacional de la Falange en 1933, alimentó la guerra civil con sus propias teorías: “Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia. Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de "todo menos la violencia"– que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria”.
-Te confesaré –terminó el Comandante Salcedo- que tienes razón: algo está en marcha y saltará pronto la noticia de guerra real. ¡Y  aún no sé qué partido tomar!
              - Si yo pudiera me iría lejos de España. Cuanto más lejos, mejor. Pero no puedo irme. Y no sabes cuánto lo siento.
              Los hechos se fueron precipitando aunque, a decir verdad, Vitoria apenas aparecía en las crónicas de sucesos políticos.
              Pero muy cerca de donde estaban reunidos, en el gran Frontón Hotel, tenía su alojamiento el llamado a protagonizar en Vitoria el  golpe de Estado de  julio de 1936: Camilo Alonso Vega.

LOS TREPADORES

     Según el diccionario al uso, un trepador es un ambicioso rampante sin escrúpulos que se vale de esta condición para ascender en la escala social  y, si todo cuadra, volverse millonario distinguido.
      No se descubre nada nuevo al afirmar que en los partidos políticos se refugia y prospera un buen número de trepadores rampantes. A muchos se les ve el plumero y terminan enjuiciados, pero otros, más agudos,  se las arreglan y dan fin a sus días en paz, con el riñón bien cubierto y en un cuadro con orla de honor en salones de prestigio.
     En  todos los partidos políticos -sin excepción y repito-  en una u otra época contaron con significados personajes que ganaron en popularidad y riqueza gracias al poder que ostentaban por  la política; allí donde  todo  el mundo entiende que quien medra en demasía no hace juego limpio ni cosa que lo fundó. Los derroteros abiertos a los prestigiados en virtud de su influencia en activo, (las puertas giratorias que dicen los podemitas) no cumplen, ni lo sueñan,  con el código marcado por los partidarios del trigo limpio.
     Así está la cosa. Y con la mente despejada, en  un  día de primavera -prenuncio de una sequía otoñal como de posguerra- me pregunto: ¿qué me va a mí en este infierno?
     Mi lucidez, propia de un nonagenario camino a la otra orilla,  me indica: ¿Por qué  no los mandas...?
     Así que, ¡adiós! Dedicaré mi tiempo a un relato de guerra para que se entretengan mis nietos.


martes, 23 de mayo de 2017

TRIBULACIONES Y PODER POLÍTICO

     Parémonos unos minutos a valorar las tribulaciones por  las que pasan los políticos españoles, en su afán de proporcionar horas felices a sus coetáneos. Donde  cito a "españoles" , pueden poner a los seres humanos oriundos de otro  país.
    El objetivo, el fin que impulsa  a los políticos, no es tanto la felicidad del prójimo, como la propia: Felicidad que va ligada a la cota de poder que cada protagonista alcanza y hace suya.
    Si un político triunfa, percibe de inmediato cómo aumenta el número de  "compañeros" y de "compañeras"  dispuestos a tirar del carro donde paseará sus glorias y su influencia.
    El mecanismo viene funcionando a la perfección desde que el sol era sol y los peñascos, peñascos. Desde esa perspectiva,  las tribulaciones del nuevo Secretario principal del socialismo español no han hecho otra cosa sino empezar. Le han votado sus "leales", pero... lo duro, lo de batirse el cobre,  está en la calle. Y en la calle, se necesitan nuevos aliados, millones de votantes;    muchos más "compañeros" y "compañeras".
     Los observadores del panorama político español, desde el punto de mira de la "militancia" del PSOE, ven con claridad quién es su "enemigo": la derecha española que, para ellos, son franquistas disfrazados de demócratas.
    Desde otro punto de vista, la misma militancia,  libre de prejuicios, no ve que  el "adversario" está en el movimiento  "podemista", del que acepta carantoñas y  propuestas aunque diga lo contrario.
     Nadie sabe a ciencia cierta cuál será el desenlace.
     Lo que si parece posible es una evolución político social al estilo europeo, donde las tradicionales y  gastadas derechas e izquierdas, están perdiendo fuelle.

lunes, 22 de mayo de 2017

¿Y AHORA, QUÉ?

     Consumado el sacrificio de un PSOE socialdemócrata, en beneficio de un socialismo que se anuncia pródigo y generoso  por exigencias de justicia social, al contribuyente  de medio pelo no se le puede negar el derecho a formularse esta pregunta: ¿Y ahora qué?
     A la derecha moderada en el Gobierno, coronada por el desprestigio de la corrupción, no se la ve capaz de llevar la cruz a solas y está pidiendo, desde un silencio ruidoso, la ayuda de un Cirineo. Pero no está -que decían nuestros antepasados-, la magdalena para tafetanes.
     Los acontecimientos que se anuncian, -en Cataluña los secesionistas, en Madrid los podemitas- unidos a tribulaciones varias que desconciertan a la plebe, indican a los más prudentes que es la hora de cerrar filas. Pero... la necedad de unos y la falta de criterio de otros, nos conducen a un callejón sin otra salida que la de unas elecciones adelantadas, sin tiempo para cerrar filas.
     Pero seamos francos: como para muchos, hoy enseñoreados, eso supondría perder para siempre el derecho  a  poltrona, al coche oficial, al placer de pisar moqueta y al de recrearse con la tocata que todos sabemos, es probable que el programa se limite a una cómoda espera para que sea el tiempo  el que todo lo resuelva.
     Renovarse o morir. Una muerte lenta, claro está, de algunos partidos, tal y como está sucediendo  en Europa en sus naciones mas adelantadas.
     A España le ha llegado el turno de evolucionar desde la derecha, si no  quiere que la revolucionen desde la izquierda.

sábado, 20 de mayo de 2017

LA DERECHA SE RETRAE

     Es lógico. A la derecha le llueven palos inmerecidos.  A la derecha que vota, se entiende; a la derecha limpia de intenciones y pródiga en rectitud; a la que se lo suda para vivir con cierto decoro. 
     Es lógico. Esa derecha se aparta. Se calla, avergonzada por culpas ajenas;  se echa a un lado para dejar vía libre a la chusma; al fin se retrae. 
     Así, conducida por la engorrosa decepción, en un proceso lento pero irreversible, el voto cambia de rumbo. Le cuesta lo suyo, le duele, se siente traicionado... Su primera respuesta,  inducido por su fase de retraimiento, es  no votar. Pero luego, lentamente, concluye: ¿y quién me manda favorecer a los que tengo por adversarios?
     Es lógico. El vendaval, el tornado, está barriendo el escenario de forma imprevista. Puede con todo. Nadie  prevé el resultado, ni 
cómo se desarrollará la nueva escena.
     La derecha, tal y como la hemos conocido, es insostenible; se cae. Llegarán  nuevas ofertas. Llevará su tiempo. Miremos a Europa. No le demos vueltas. Se ven  venir:  una derecha racial, selectiva, con fronteras amuralladas... Otra derecha abierta, dedicada a promover a la persona, sus valores, su decencia, su libertad auto controlada.... Un derecha con vergüenza.
    En ese retraimiento que se palpa, muchos no encontrarán su sitio. 
     En el fondo, cuanto sucede, es normal, responde a una lógica. La humanidad se robotiza. Sobra mano de obra desocupada. El mérito está en ganarse un sitio con el sudor personal, aunque haya luego que darse un baño. 
     No está en la rapiña. 






viernes, 19 de mayo de 2017

EL PULSO DE ESPAÑA

     Estamos ya, en España, viviendo un período pre electoral. Un paso nada más, la designación del Secretario General del PSOE, puede precipitar los acontecimientos. 
    La duda quedará despejada en un par de días y el futuro puede ser muy distinto según quién fuere el elegido para ejercer este cargo. Las encuestas se inclinan a favor de Susana Díaz o de Pedro Sánchez. La España uninacional frente a la plurinacional; la sociedad estimulada hacia el progreso, frente a la subvencionada para el consuelo.
    ¿Y los demás no cuentan?  Las cartas están ya repartidas y todo depende de la credibilidad que despierten en  los electores; todo depende de unos votantes cansados de tanta polémica en torno a la corrupción; indecisos, porque desconfían; desesperanzados ante políticos que interpretan, pero no ejercen.
     Con una Europa al fondo, también en crisis, no es que las encuestas den muestras poco definidas sobre  las probabilidades del triunfo de tirios o troyanos; es que los protagonistas políticos tratan de contentar a todos y sus principios oscilan según el viento que sople.  Basta ver el giro que han dado -para ganar electores- los jerifes de PODEMOS. Ahora tienen que seducir a las masas con artes mágicas; han sido tantos y tan extraños los cambios de este conglomerado de partidos, tantos los esquinazos,  que las masas desconfían hasta proclamarse indecisas.
      ¿Y las derechas? Los puros de espíritu, los "C´s", ¿podrán convencer  al voto derechoso y alzarse con la mayoría? Ellos se sienten centristas pero -tal y como evolucionan los políticos en los países de vanguardia- el centro va de capa caída. Las derechas vuelven por sus fueros. ¿O no?
     Ni quito ni pongo rey; solo comento.

jueves, 18 de mayo de 2017

DERECHA SIN ESCUELAS

      Un grupo de vizcaínos, que se dicen del PP, han planteado ante los medios oficiales y públicos del País Vasco, un deseo que dejo aquí colgado entre dos ganchos interrogantes: ¿ Por qué no traer la Roja (selección futbolística nacional-española) a jugar en San Mamés?
    Veamos: ¿Es o no verdad que la derecha moderada vasca (hay otra derecha pura y dura muy callada, que tal vez estalle un día, ¡Dios no lo quiera!) está sumida en la fronda de una higuera y que tal vez por eso no sabe,  ni se entera, ni comprende por donde soplan los  aires nacionalistas vascos?
    Confieso que soy partidario  de la plena libertad de expresión de todos y de cada uno  de los seres humanos,  compatible con el máximo respeto personal. Se entiende que dentro de esa libertad cabría, un partido de fútbol,  si el público no estuviera viciado por el virus de la política.
    Pero creer que esta idea puede prosperar sin riesgos de tormenta, tal y como está de cargado el ambiente, es propio de niños en edad angelical o de mártires adultos e ignorantes de lo que puede suceder tras la primera chispa que vuele suelta.
     ¿Pero qué podemos esperar de una derecha que  confía su redención a un simbólico partido de fútbol  y no advierte que todas las escuelas vascas, en manos nacionalistas, hacen pensar que esa derecha moderada, tan española como vasca, tiene sus días de vigencia política contados? 
      Dicho sea todo ello sin faltar al respeto que todo ser humano se merece; insisto: todo ser humano. Cumplida esta condición, seamos sinceros: todo aquello que no crece, siempre perece. ¡Es ley de vida!
      Está claro que España necesita una "nueva derecha" capaz de crear escuela: socialmente, solidaria y honesta; territorialmente, abierta; y culturalmente, actualizada e investigadora. Todo ello por convicción; nunca por conveniencias personales ni por imposiciones doctrinales.
     En fin, algo que no se aprende en las gradas ni en los vestuarios futboleros.  Y la derecha no tiene escuelas.   
      
       
    
 




miércoles, 17 de mayo de 2017

NO HAY CALIDAD POLÍTICA

     Si nos paramos a observar el fin que persiguen la mayoría de los políticos españoles, caeremos en la cuenta de su poquedad: la mayor parte de su tiempo lo destinan al ataque personal, a ponerse zancadillas, a desprestigiarse mutuamente.
    Tiene que ser agotador levantarse cada día pensando: ¿a quién le toca hoy recibir la puñalada trapera?
     El fin principal de toda democracia bien entendida es -desde el diálogo y el respeto personal que puede y hasta debe ser crítico- mejorar las condiciones de vida de los pueblos.  
     El adversario no es -no puede ser- el objetivo. Si por lo que fuere, ese adversario patinara y rompiera las reglas del juego, entraría en lid con el poder judicial, llamado a intervenir para poner a las cosas -y a las personas- en su sitio.
      Los políticos solo se ponen de acuerdo -forzosamente necesario- para vituperarse; no les preocupa resolver  problemas tan urgentes como el del paro, causa de muchas necesidades padecidas por millones de compatriotas.
      Pese a las promesas electorales, pasan los días, los meses y años, sin que nuestros políticos consigan que España deje de figurar entre las naciones que encabezan las estadísticas de esa lacra. Apagan  sus remordimientos cargando el tanto de culpa  a sus adversarios.
     Esta deriva política que padecemos  no es democracia. Deriva que nos lleva al mutuo desprestigio en perjuicio de todos.
     Acabo. Voy a conectar el receptor televisivo. Hoy toca poner en solfa a la señora  Cifuentes. 
     ¡Paciencia!
     



martes, 16 de mayo de 2017

SOCIALISMO AL AIRE LIBRE

     Mantengo un vivo recuerdo del socialismo vivido en España en los años de la II República. Era otros tiempos. Un socialismo interpretado con frases duras, combativas, excitantes que dejaban huella, que anunciaban la dictadura  del proletariado y que disputaban el voto a sangre y fuego.
     Contaban con tres figuras irreconciliables: Prieto, Besteiro y Largo  Caballero. Tenían sus razones comunes para acabar con la injusticia social. Pero no coincidían en los medios a utilizar contra   sus enemigos coetáneos, adscritos a otras religiones y otras políticas. Y digo enemigos, consciente de que no eran adversarios.
     Ayer, 15 de mayo, San Isidro, se celebró el anunciado debate entre las tres figuras actuales del PSOE de hoy, dispuestas a competir por el cargo  de Secretario General de este Partido: Susana Díaz, Pachi López y Pedro Sánchez.
     ¡Como han cambiado los tiempos! Hablaron con claridad, educadamente y sin reparos. No obstante, para mostrarse solidarios ponían por delante  sus particulares afanes, mientras nos decían que les importaba el interés general. Hacían apostolado. Pero... ¡Ya se verá!
     El  hecho es que los españoles se encuentran ante esa realidad: sus necesidades desbordan las posibilidades económicas del País. Gastamos por encima de lo que se recauda. Y no es, según los expertos, por carencias productivas, sino porque no sabemos administrar los caudales patrios.
      El socialismo tiene una larga historia. Pero no cuentan toda la verdad.
   

lunes, 15 de mayo de 2017

EN TIERRA DE NADIE

Los vasco-españoles, en la  Vasconia peninsular, componen hoy un sector social muy evolucionado  respecto a los ya viejos tiempos  de la transición, hace cuarenta años. Es un sector desarticulado que peca de escepticismo. Los problemas de España, contemplados desde el País Vasco por estas gentes, están dejando de interesarles. No saben, tal vez por aburrimiento,  qué es peor: si el bandidaje del gremio oficial de ladrones, o la incapacidad de los llamados a vigilar por la normalidad de España y de los españoles. 
Los  vasco-españoles escépticos, desarticulados, fríos y grises, no se sienten atendidos con eficacia,  por los políticos que se tienen por patriotas. Están solos. Votan a quienes, -desde una  posición nada amable- pueden ser un paliativo de males mayores.
El partido de los vasco-españoles no existe. Tal vacante solo se podría cubrir, por quien fuera capaz de ofrecer con garantías de eficacia a todos los vasco-españoles, una vida indiscriminada,  tanto en la vida social como en los campos laboral y docente.  
 Todos los medianamente informados saben que el objetivo final del nacionalismo vasco, de cualquier tendencia, es la independencia soberanista. Los nacionalistas saben que se hace camino al andar. Y no paran. Los constitucionalistas permanecen quietos en cuanto se refiere a las ideas. Quietos, igualmente, en el campo de los hechos.
Pero, indefectiblemente, en el País Vasco peninsular existe y está vigente -sin que nadie, o casi nadie,  la cuide-  una cultura étnico-española a la que no le seduce la separación entre españoles. Esta cultura no es pro  españolista a la antigua usanza, o sea   patriótica excluyente. Hay una solución intermedia pero auténtica, que no se basa en una ficción, sino en una realidad  a la que muy pocos protegen, por no decir nadie. Así nos va: los valores vascos, auténticos o no, están en alza;  los españoles,  aún vivos, están siendo ninguneados por sistema.
Todo empieza en la escuela hoy, por mayoría,  en manos soberanistas.  No es una enseñanza neutral la que se imparte. Es un sentimiento  que cultiva la negación de España.
¿Dónde están los vasco-españoles? Los nacionalistas no los identifican como vascos. Los constitucionalistas los consideran desdibujados y arrinconados en el desván del olvido.
¡En tierra de nadie! 

viernes, 12 de mayo de 2017

MONUMENTO A LA DESIGUALDAD

     Uno de los principios más recurridos por los políticos de última generación, es el de la igualdad. Es la oferta que mueve más voluntades. Es el fracaso más sonado de cuantos cosechan los grandes prometedores de felicidad. Cada día hay más diferencias, en nuestras sociedades , entre ricos y pobres. Nunca las masas empobrecidas recibieron  tanta información sobre tan grave injusticia. Nunca los ricos de verdad, mostraron más indiferencia ante tan dramática situación.
     Hace pocos días se concentraron en un estadio deportivo decenas de miles de personas, unidas por el deseo de que "su equipo", en el que tienen puestos sus amores,  se clasificara para participar en la final  que lo llevaría a la gloria. Los muy ricos tenían su sitio, los menos ricos el suyo, los medio afortunados, otro tanto,  y las masas populares ocupaban las localidades más incómodas. Los más pobres se quedaban fuera, en la desabrida calle  a esperar resultados. Eran, todos,  un ejemplo vivo de desigualdad consentida,  aceptada por las masas con la mayor naturalidad.
     Para más incordio paradójico, esas masas de tira y afloja admiraban a los más desiguales, a los futbolistas, millonarios en su mayor parte, puestos en la cima de la desigualdad gracias a las aportaciones masivas de los aficionados pobres, agradecidos a las patadas que saben dar a un balón para llevarlo al fondo de una red con habilidad celebrada gozosamente.
     Solo quería decir que la igualdad es un camelo que sólo se puede evitar con equidad: dar a cada  lo que por sus méritos le corresponda.
     Y en en España, ésto no se lleva. ¡Por eso hay tanto ladrón!.

jueves, 11 de mayo de 2017

CONFÍAR O NO EN LOS POLÍTICOS

     Los  miércoles, día de preguntas y réplicas, de pros y contras en el Congreso de los Diputados, se prestan a que el espectador a distancia se sienta tentado a  deducir y a indagar: ¿Hacia dónde vamos?
     El hemiciclo,  el escenario,  se divide entre los que protagonizan las peroratas y los que aplauden o protestan, según los temas puestos a debate y la opinión de sus seguidores; está comprobado que éstos dedican más tiempo a desprestigiar al adversario que a reflexionar sobre las manera de resolver los problemas que afectan a los españoles que les han votado.
     Si hacemos caso a los juicios emitidos por unos y otros, a su forma de expresarse, sacaremos una pobre impresión del espectáculo. En todo caso nadie puede quejarse: la libertad de expresión permite, más de la cuenta; permite el mutuo insulto entre contendientes.
     Dicho lo  cual, si tenemos en cuenta que todo tiene un límite, la pervivencia de esa legislatura está en peligro. Si por los azares de la vida no llegaren los políticos a un acuerdo aprobatorio del Presupuesto del 2017, es muy posible que se adelanten las elecciones.
     ¿Y que nos espera si esto llegara a suceder?
      Es imposible un pronóstico certero. Las aguas bajan turbias. Al PSOE unas nuevas elecciones le pillan muy dividido y al PP muy desprestigiado. La constatación de hechos no puede ofender  a nadie.
     Nunca pillarán una  situación tan favorable los nacionalismos secesionistas. ¿Hasta dónde llegarán con sus pretensiones?
     Tienen posibilidad de mejorar sus resultados, C´S y PODEMOS.
     Todo está inédito. Y todo muy revuelto.
   
     

miércoles, 10 de mayo de 2017

A VUELTAS CON EL CAMBIO

     Si tomamos como referencia el curso 2016-2017, aquí  en la Europa del suroeste se están gestando unos cambios a fondo, que vienen a coincidir con los comienzos de la ya conocida como "cuarta revolución". Cambios que nos van a invadir  por la vía científica y que arrastrarán a  muchos pueblos,
con efectos aún no bien calculados.
      Todo nace, crece y se desarrolla al compás del progreso, en fase de dar un  serio empuje al proyecto  constructivo más avanzado  del planeta Tierra: la robótica.
      Puestos a imaginar, llegará un día en que los políticos en vez de montar la gresca en sus debates por el nombre de una calle, opten por acabar con la contaminación que nos invade en esas calles. Terminarán por descubrir que el ideal purificador de las vías públicas se alcanzará "robotizando" la circulación de vehículos,  movidos con energía no contaminante y sin conductor que los guíe .
      ¿Esto es posible? Claro  que sí. Se están  haciendo ensayos con éxito. Y vendrá el cambio poco a poco, antes de que pasen dos décadas. ¿Y los conductores de hoy? Irán al paro.
      No es por  nada, pero la mayoría de los políticos no ven o no quieren ver estos supuestos que van a invadirnos en muy diversos sectores, despacio pero seguros: los robots serán tan populares como los teléfonos de bolsillo. Más paro. Más precariedad laboral. Peor nivel de vida para las clases media y baja.
      ¿Y los políticos? Salvo unos pocos casos que hacen la excepción, los demás ¡a vivir que son dos días!
      ¿Y las escuelas? Otro tanto digo. Los niños, por delante de los maestros en el manejo de códigos y señales robotizados, gracias a la pedagogía de los juegos informáticos.
      Seamos optimistas. Esperemos que España (los españoles incluidos vascos y catalanes) espabilen a tiempo.

martes, 9 de mayo de 2017

ADEUDARSE O REDIMIRSE

     Según parece el nuevo Presidente de la República francesa se inclina por imponer en su país una política de austeridad. Juicio prematuro, cuando las decisiones, en tiempos tan  difíciles como los que corren, exigen meditación, cautela y apoyos. Con más razón, cuando lo que se decida en Francia ha de repercutir en la Unión Europea.
      Lo que parece cumplirse es el pronóstico de los electores: se inclinan por  nuevos políticos que, en el fondo,  traigan consigo nuevas promesas, sin saber dónde se meten. Al final  toda  política, con los colores que sean,  se simplifica en dos tendencias: la liberal o la dictatorial. La que confía su futuro al buen hacer de los ciudadanos y sus asesores  y la que pone sus destinos en las decisiones del macho alfa -erigido en supremo hacedor- y en su entorno dirigente.
      En suma, los países son como las familias: o cuidan de sus dineros y los invierten con  acierto, o los gastan y entran en períodos de crisis donde todo vale y donde el pueblo llano pierde más y gana menos.
      Es entonces cuando aparecen los profetas cargados de promesas que pronto se diluyen en la nada.
Lo vemos en España. No hay recursos económicos para poder cumplir todo lo prometido. Y, para muchos, la crisis y los sufrimientos que conlleva se harán eternos.
     Pero las gentes desamparadas necesitan poner su fe en alguien, en un prometedor cualquiera en el que confiar con tal de creer que van a salir de charco.
     Tampoco es de extrañar que los más desconfiados busquen un retiro donde no haya engaño y poder redimirse.
     
 
                         
   

sábado, 6 de mayo de 2017

REINVENTARSE LA DERECHA


      Me comprenderán si les digo que soy un simple aficionado. Esto me lleva a enredar en este feo mundo de la política. Tengo mis ocurrencias y a veces  mis errores. Pero  a uno, cuando razona, y con ello no busca ni pide votos, si además cuenta su verdad y no personaliza, se le pueden perdonar esos juicios fallidos.
       Cuando me refiero al reinvento de una derecha, pienso en un partido moderado, dialogante y constructivo;  para ello ha de ejercitarse  en ser honesto.
       Me entenderán que no es ninguna fantasía el reinvento de la derecha en España. Reinventar no es eliminar al partido  ya existente; significa la necesidad de conseguir un cambio profundo  en el fondo y en la forma de la cosa; no hay más cera...;en eso consiste  su reinvención.
      Hay que mover el banquillo y romper las cadenas que unen a muchas amistades interesadas no en promocionar  el bien común,  sino el propio bienestar, el de cada jerife y de sus variopintos amiguetes. 
       Si no se reinventara  esta derecha de nuestros días, tan desacreditada por la corrupción y otras suficiencias, terminaría por ser tan poca cosa como para dejar de influir en los destinos socio políticos de los españoles. 
       Tengo oída una frase que se atribuye a  Charles Darwin: "No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio".
        El cambio que la inmensa mayoría de votantes de esta derecha moderada desea, no es otro que el de la renovación de las listas electorales futuras, formadas con rigor y criterio ante testigos garantes  de su honestidad y valía y en presencia de un notario que de testimonio de su fidelidad y juego limpio. 
        ¿Eso sería suficiente?
        Insisto, no soy quién, pero en el plano de las promesas -derechosas que no derechistas-veo a la derecha española anticuada e irresponsable aunque el  vocablo suene  duro. 
        Ha dejado la escuela en manos de sus adversarios en la confianza de que  todo se arregla con un plan  de enseñanza. (Haga usted la ley que yo  haré el reglamento).  Se ha olvidado de los objetivos sociales entrañables de la clase media española (y no empleo la palabra en balde) y los sufrimientos más dramáticos de la clase baja. Y ha consentido  que el problema autonómico  llegue a una dimensión tal, como para poner a toda a  España al borde del derrumbadero. 
       El reinvento de la derecha tiene esos  tres graves problemas pendientes con sus votantes: la escuela, la justicia social y la solidaridad autonómica. 
       Pero sospecho -insisto, soy un aficionado- que tontos no son y que si no dan en la diana y pierden votos a esgalla es, como dic el pueblo llano, porque muchos (demasiados) no  dan un palo al agua, si no es en beneficio propio.
      ¡Qué vergüenza!