lunes, 1 de junio de 2015

EN RESPUESTA A LOS NACIONALISMOS

   Cualquiera que se detenga a observar la evolución de los nacionalismos en España, reconocerá que tanto en Cataluña como en el País Vasco han crecido en medios materiales y en número de adictos.        Al revés, los partidos de ámbito nacional español han ido a menos en ambas jurisdicciones. Han perdido feligreses por un lado y poder a raudales por otro,  eso sí, aguantando el tipo, la compostura, el aseo: "impasible el ademán".
   En demostración de esta realidad dos hechos recientes nos dan la razón: los resultados electorales del 24-M y la pita del himno nacional en la final del torneo de Copa.
   Lleguemos por lógica a esta conclusión: el nacionalismo separatista crece en Cataluña y en el  PaísVasco, en la medida en que decrece el patriotismo español en ambas Comunidades Autónomas. Por tanto el PP y el PSOE tienden a desaparecer y mucho han de cambiar las cosas para que esto no suceda en plazo relativamente breve.
   Les voy a contar algo muy personal, casi obligado porque temo que se va a perder el testimonio. En el año de 1978 por influencias no de la UCD -donde yo militaba- sino del PNV y del PSOE, se instituyó el Consejo Pre Autonómico Vasco, para ir adelantando la estructuración de una autonomía emergente. Hubo que elegir al presidente, entre dos candidatos: Juan Ajuriaguerra, del PNV, o Ramón Rubial del PSOE. La llave decisoria la tenían UCD de Álava, con dos votos y UCD de Vizcaya con uno. Este voto vizcaíno  - ¿por deslealtad del votante? - iba  al PNV. Los alaveses ante un razonamiento de futuro bien cimentado, optamos por votar al PSOE. Salió elegido Rubial gracias a estos votos de la UCD de Álava y a que el votante vizcaino (su titular sabrá por qué) que votaba a Ajuriaguerra, en la última votación se abstuvo. En cuanto fue elegido Presidente el socialista Rubial, en un alarde de paradójica exaltación,   dio este grito: "Gora Euskadi Askatuta". (Arriba Euskadi Libre). Me olió a cuerno quemado.
   Al PSOE de Indalecio Prieto, cuando la guerra, frente del norte, le dieron una lección de gratitud sus mejores amigos durante la contienda:  los nacionalistas vascos les pagaron la concesión del Estatuto y sus amagos consentidos de independencia, con el Pacto de Santoña.( En tierras de Cantabria, ya no era su guerra y ser rindieron a Franco pactando con los italianos) Pero algunos socialistas no tienen remedio (eso pensé al oír el grito del Sr. Rubial): siguen aún hechizados por los encantos separatistas.
   Al centro  izquierda y al centro derecha vascos los veía entonces y los veo ahora  obligados a defender los intereses de sus votantes y, para ello, tendrían que conciliar pareceres entre sí, como españoles que son,  si no quieren ser fagocitados por los nacionalismos de turno. Sé de sobra que, los socialistas de base, aún siendo españoles, no son partidarios de acercarse a las derechas no nacionalistas aunque estén centradas, porque las rocas berroqueñas no aciertan a ver ni adivinar los cambios que más  convienen  al paso  de los tiempos; sé también que tienen menos reparos para forjar alianzas con las derechas separatistas aunque luego les den por saco.
    Pero esto aparte y aunque parezca paradójico, cada  perro se lame sus heridas y tanto derechas como izquierdas españolas no nacionalistas, tendrán que asumir una idea tan vieja como los más añojos brotes separatistas sabinianos:   para combatir  democráticamente y con éxito a todo nacionalismo,  lo primero es predicar con el ejemplo y no ser nacionalista ni en pintura -ni siquiera nacionalista español-,  algo que muchos no entienden de forma práctica. Pero no confundirse:  dejar de ser nacionalista, no equivale a dejar de ser patriota. ¡No es lo mismo  la gimnasia que la magnesia!

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