Confieso que el tema me desborda. Por eso, desde la modestia, pido disculpas por este que voy a llamar articulillo o comentario de tanteo.
Verán: advierto desde mi rincón sito en Vitoria -País Vasco, España ( y podría añadir, Europa, etc).- que tras el paso de varias décadas democráticas, la Nación va por un lado y algunas regiones por otro, no se ponen de acuerdo. Dicho de otra forma: se difumina la personalidad de la Nación y se resalta el relieve la de las Nacionalidades y Comunidades Autónomas, por lo menos de Vasconia y Cataluña.
Por ejemplo el PP, el PSOE y las nuevas versiones del PC -todos de ámbito nacional- han ido perdiendo fuerza en las nacionalidades Catalana y Vasca hasta el punto de vaticinarse por algunos su conversión en partidos testimoniales -sin representación en las instituciones autónomas- en un corto plazo de tiempo.
Esta realidad -de fácil constatación- se intuía por quienes trataron de mantener la identidad española, frente a la catalana y la vasca, creando partidos de ámbito regional y mimetizando sus catalanidad o vasquidad con un patriotismo local moderado y extensible al nacional más amplio.
El proyecto cuajó en parte, pero se ha venido demostrando de hecho que los vascos y los catalanes de oriundez distinta a la originaria de cada una de esas nacionalidades, están en proceso de acomodo y dispuestos a ganarse el título de vascos o catalanes, utilizando los respectivos idiomas autóctonos y votando a los partidos nacionalistas que ya han modulado su oferta -de derechas, de centro y de izquierdas- para satisfacer todas las demandas sociales.
Lo preocupante del caso es que desde el Poder Central, esta pérdida de influencia no la detectan o les importa un rábano o no aciertan a dar con una oferta atractiva.
Y ahí es donde uno se encuentra ante un hecho nuevo, ante una incógnita, ante un misterio: tanto en Cataluña como en Vasconia son mayoría los hijos y nietos de españoles, llegados al País Vasco de otros puntos de España, que no valoran, ni aprecian, o lo mismo les da, ser ciudadanos de una Nación ya integrada en Europa y en condiciones óptimas -pese a la crisis- para prosperar en un futuro que si fuéramos unidos no estaría tan lejano.
Y ¿qué eso qué importa? - concluirá mas de uno.
Bien, de acuerdo. No importa. En ese caso, aunque fuera por puro entretenimiento, ¿qué cuesta promover un estudio objetivo de este tema para incorporarlo a un proyecto político de futuro?
Siempre será más, productivo -para el conjunto de la Nación-, un estudio de este tipo, que la pelea de gallos vergonzosa a la que asistimos para repartirse puestos políticos de segunda y tercera; todo porque un Gobierno, con mayoría absoluta aplastante, no quiso modificar una ley electoral que nació trasnochada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario