lunes, 15 de junio de 2015

UNA DERECHA ACOMPLEJADA

   A nada que uno sea aficionado -simple aficionado- al examen de la política española, habrá de reconocer, por lo menos,  dos  realidades que se imputan a la derecha de este país. (Imputar:"Atribuir a alguien la responsabilidad de un hecho reprobable. RAE.)
   Primera: ser de derechas es ser un  heredo franquista y por ello tras su apariencia democrática, se esconde una falsedad: algo así como un cristianismo judaizante.
   Segunda: ser de derechas es ir contra los débiles, los expatriados, los inválidos, los ecologistas, los derechos humanos, los valores femeninos, el progreso,   los  témpanos  de hielo de los polos, el verde de las praderas, etc., etc.
     Si usted lector analiza la situación real de España con objetividad, advertirá  que no es así, porque lo único cierto es que la derecha -en su mayor parte- carece de ideales y ni siquiera se detiene a hacer un análisis de aquellos que pudieran servir para unirlos. Su voto en las urnas termina por ser una respuesta contra los programas de izquierdas. Es un voto negativo que también aparece -en una gran parte-  entre los que no votan.
    No crean esa especie de que ya no hay derechas ni izquierdas. Sigue habiéndolas. Les diré en que se diferencian:
    Izquierdas: partidarias de generalizar el subsidio para resolver problemas multitudinarios. Resultados: aumento del sector publico a costa de la iniciativa privada; más impuestos y huida de inversores; igualdad colectiva de muchedumbres; pobreza también colectiva, salvo los cuadros dirigentes amos del poder político. Pseudomodernidad basada en una liberalización  costumbrista.
    Derechas: partidarias de la iniciativa privada, promotora de la equidad basada en el mérito y el esfuerzo, frente a la igualdad masiva; atención al cumplimiento  de los derechos  y deberes individuales, antes que a unos supuestos derechos colectivos. Modernidad basada en los avances culturales y científicos.
    El centro-derecha español, en la actualidad debería estar en este último apartado sin radicalizarse, algo que supone atender y no mantenerse ajenos a las razones y sentimientos de los que son o se sienten distintos y más cuando les afectan las carencias y los sufrimientos.
    Creo que es ilustrativo  analizar el resultado de las últimas elecciones, para comprobar  que la derecha puso  el acento en una idea: defender la estabilidad económica, algo que dice mucho a los teóricos del ramo pero poco a la iniciativa privada y a numerosas familias de clase media, a los que se rebajaron los ingresos y elevaron los impuestos.
   Por el contrario, desde la izquierda, de forma patente y repetida, se anunciaban prometedoras ayudas (al  fin subsidios públicos) para combatir todo tipo de necesidades de muchas familias afectadas por la crisis.
   Estabilidad, una palabra que dice poco, frente a generosidad con los que sufren, que es directa y dice mucho. Aunque de las consecuencias, ninguno de los que tanto ofrecen tan poco hablan.
   Algún día aprenderá  la derecha centrada a tener en cuenta la dedicación y el mérito  de las clases medias  con su entrega y esfuerzo, compatibles con la honestidad de sus políticos. Soy optimista: pienso que aprenderán.
   

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