viernes, 5 de junio de 2015

A TODA VELA Y SIN COMPLEJOS

   Si me dieran una varita mágica para adivinar los destinos de este país llamado España, me rascaría tras de la oreja antes de hacer una reflexión: "Sepan ustedes, los españoles de las clases bajas y medias sacrificadas hasta el  momento para  vencer a la recesión en beneficio de todos, que ha llegado la hora de los listos, la hora de los  elegidos para impartir  justicia; pero el futuro a medio plazo  está sin decidir y hay que ganárselo".
    Es más fácil y satisfactorio el derroche que el ahorro. Es más popular consumir que controlar el gasto. Quienes asuman la gestión de la cosa publica,  saben que todos estamos mejor dispuestos para la holganza  y la diversión, que para el sacrificio. Claro que hay excepciones, pero escasas. De ir a trancas y barrancas  para mejorar la  situación, o andar  arrastrados en espera de una asistencia social, los más suelen inclinarse por esta última actitud. Terminan por cosechar pobreza. Pero claro: estas cosas no las dicen los políticos del río revuelto; más bien suelen estar atentos -casi todos- al logro de su particular ganancia
    Me dirán: ¿Quiere usted disculpar el austericidio  y que sigamos así por los siglos de los siglos? ¡Dios me libre!
    En un país  donde los gastos son superiores a los ingresos, para superar este trance . -como  en las mejores familias- solo hay dos soluciones, a saber: se recorta  el gasto o se aumentan los ingresos,  o las dos cosas a un tiempo.
    Nos dimos -no todos pero sí muchos- a vivir días de vino y rosas, hasta el 2008. Gastamos en demasía, vino la crisis luego y a la hora de pagar no había con qué, y el Gobierno socialista no sólo negaba los años malos, sino que, con apoyo mediático adjunto, ¡manda huevos!, después de dejarnos vacías las arcas del Reino,  sin pagar millones en facturas y condenados al rescate, es decir en la ruina, tuvieron  el acierto de cargarle el muerto a los que tomaron las riendas del Gobierno, que no supieron  jerarquizar el sacrificio. Sufrieron más los más necesitados, y eso suele tener un costo. Ahora se está viendo. 
    Políticamente hablando, fueron las clases medias y bajas las llamadas a cargar con el peso de la crisis, porque las altas y los que rapiñaron en las arcas públicas, se dieron de naja o buscaron refugio para  sus divisas en sendos paraísos fiscales.
   Ustedes que tanto oyen hablar del cambio y son testigos de  la gran promesa, la gloria futura, tomen nota: "Hasta aquí llegó la miseria, en los años 2012-2016," Y dejen espacio libre para una nueva marca. La gran promesa puede ser  el cebo necesario para el cambio, pero atención  a los síntomas: vean como se pelean los políticos. Hay un elemento de juicio que no  falla: se pelean por los puestos como lobos los mismos que se presentaron en sociedad como cándidos corderos. ¡Ya me dirán la que nos viene encima si además hay hambre atrasada. ¡Ya veremos!
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