martes, 9 de junio de 2015

HACER POSIBLE LO NECESARIO

   No se trata de una novedad: han coincidido en la idea  las personas mejor preparadas, desde científicos hasta filósofos: la política es el arte de hacer posible lo necesario. La ciencia económica, coadyuba al cumplimiento de ese objetivo. Pero la política es prioritaria.
   En todo núcleo familiar y en el conjunto de colectividades constituido por personas, existen necesidades. El político ha de empezar por  conocerlas todas, para clasificarlas en razón a su importancia e idear la forma de suprimirlas.
   Una clasificación sencilla y al  alcance de todos nos indica: lo superfluo no es una necesidad. Lo fútil, tampoco. El derroche, menos. Lo redundante sobra.
   Incluso lo conveniente llega a  no ser tan necesario, si bien puede ser en ocasiones útil para enjugar necesidades.
   La auténtica necesidad suele ser muy primaria. No se debe dejar al ser  humano, al prójimo, invalidado para  hacer una vida normal. Necesita comida, abrigo, cobijo, y muy relacionado con todo ello, salud, cultura, justicia.
   Pero los políticos, en su mayor parte,  no se plantean si están capacitados  para cumplir con las exigencias propias de un proveedor de servicios. La política  no es una profesión, Es un servicio  que exige vocación al que lo presta. Así sucede que muchos, demasiados, se apuntan para ser políticos como quien va de excursión; una excursión que además les reporta beneficios personales. Y esto hunde a toda una idea noble con fuerte componente artístico y social: hacer posible lo necesario.
   El centro derecha español, - dentro del cual pueden reconocerse excelentes personalidades amantes de la cultura y de la justicia, gente muy válida-, tiene la desgracia de no saber seleccionar mejor a ese enjambre de políticos que dicen estar de su parte. La mayoría,  poco preparados y nada diestros, perjudican, primero, a sus compañeros de partido y, segundo, a toda la sociedad española.
   Si no empezamos por reconocer los errores y salvarlos  con prontitud y destreza, malo para todos, pero en especial para el que desde más cerca los sufre. La mala elección de políticos explica la pérdida de popularidad y, luego, de votos. La selección ha de ser más rigurosa.
   La cosa está tan grave que aunque lo digas de mil maneras, los responsables no hacen caso "ni p'a dios". No  lo ven. Y da pena.

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