martes, 2 de junio de 2015

EL GOBIERNO Y EL CAMBIO

   Hay una oleada opinante que pide a gritos un cambio en el Gobierno, en la creencia errónea de que poniendo otros titulares al frente de algunos ministerios se van a ganar las próximas elecciones generales. ¡Los rábanos por las hojas! Ganas de perder el tiempo.
   Son otros los cambios importantes a realizar para represtigiar al Gobierno actual y ponerlo en situación de mejorar notablemente los resultados electorales en la próxima convocatoria. Voy a referirme tan solo a dos.
   Primero: cambiar los criterios informativos de sus actos y decisiones, que nos llegan, en la actualidad,  dislocados, inarmónicos y al libre arbitrio de cada jerife, por  otros bien estructurados, armónicos y respondiendo a un proyecto en común del conjunto gubernamental. Criterios informativos didácticos, no emperejilados,   sino en román paladino en el cual suele el pueblo hablar a su vecino. Y no  para decir chorradas, sino para explicar razones justas
  Segundo:  Cambiar de actitud, convirtiendo  al Gobierno actual, pasivo receptor de puyas, en un ente reivindicativo. Un gobierno dispuesto a hacer efectivo de verdad el cumplimiento de la ley, con delicadeza, pero reivindicando sus derechos  y haciendo ver  y demostrando que  su actuación -según una antigua  leyenda- responde a un "aumento de la justicia contra malhechores". Insisto, hay que poner de manifiesto y, demostrar -por activa y por pasiva- que  la gobernanza está impelida por un deber, una obligación,  y no  por un capricho y antes que nada, por razones justas.
   Que doña Esperanza Aguirre saliera a predicar sus evangelios por libre, es un disparate que pudiera haberse eludido de tener organizados unos buenos  servicios informativos y publicitarios.
   Que se organizara una pitada contra un símbolo nacional impunemente, obedece a esa falta de criterio no reivindicativo;  obedece a una  respuesta defensiva, transmisora de miedos,  cuando era posible, reivindicar la aplicación de la ley y  aplazar con la debida anticipación la celebración del acto en evitación de  incidentes o accidentes que pudieran producirse por la la tal pitada, convertida hoy en un pitorreo.
    Son dos ejemplos; pero les confieso que a cientos pudieron resolverse otras incidencias que se han convertido en materias envenenadas.
   Cambiar los titulares de unos ministerios, en el caso que nos ocupa, es como llamar a Cachano el sordo haciendo sonar dos tejas.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario