miércoles, 9 de enero de 2019

RETROCEDER POR NO CEDER

     No es agradable discutir por nada si las soluciones en juego conducen al disparate. Y desde ese exceso lo natural es -cuando se trata de un país y de sus cuitas- que los moradores del terreno terminen por verse sometidos a una dictadura, tal cual sucedió en 1936, previa guerra civil al canto. Retroceder, por no ceder.
     Y ¿quién no cede? Lo diré, pero conviene empezar con lógica, a rehuir del absurdo. Conviene saber que todas las "reformas" puestas en juego por cada uno de los partidos políticos, aquí en España, no conducen a nada bueno. Estamos dispuestos a fabricar millonadas de automóviles, cuando ya no hay espacios cómodos para aparcarlos. O nos ofrecen una enseñanza viciada por la política, cuando -para defendernos de los abusos globalizadores- necesitamos ciencia y sapiencia a raudales.
    No es de recibo que nos pongan los políticos a pelear por chorradas, cuando no hay cuajo para ayudar a los países pobres, -mediante  una gran  reforma mundial- a enseñar al que no sabe, en su lugar de origen.(Incluyo a España entre  los necesitados de esa reforma).
     Que  un partido socialista -fundador de una España constitucional  y unitaria- ande cual cuajaleches -último grito- queriendo edulcorar al secesionismo andante, tiene un par de pelotas. O que se convierta en un circo la aplicación de normas en ayuda de los (o las) débiles se las trae con abalorios.
     ¡No estamos aquí para comer cerillas!

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