No creo que mi opinión resulte útil. Es muy sencillo; de fácil comprender y difícil ejercer. Democracia, en sus orígenes, equivale a otorgar al pueblo el poder de gobernarse por sí mismo. Es decir, que los demócratas de verdad han de ser entresacados del pueblo llano, siempre y cuando el elegible esté dotado de virtudes democráticas si, como es natural, quiere da ejemplo
¿En qué consiste ser un buen demócrata? No sabría decirlo, pero un demócrata nunca podría dejar de cumplir las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Creo no pasarme de castaño a obscuro: son virtudes mínimas de las que no puede prescindir líder político alguno.
Si miramos, con todo el respeto que se merecen, a los gobernantes de turno en España, concluiremos por deducir que mantener alianzas con los enemigos de la integridad constitucional de este País, no es una prueba de prudencia; y menos de justicia, aprobada por una mayoría de españoles con los catalanes incluidos.
Este argumentario -lo sé sobra- es como una pista de patinaje, donde los más hábiles circenses se las dan de políticos de alta cuna, presuntos demócratas y virtuosos padres de la Patria.
¡No todos son así! me dirán.Y es cierto. Pero...como demócratas están dando el pego. Quieren aparecer como virtuosos engrasadores de la pista donde dan el espectáculo.
Algo que hace llorar.
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