Tal vez me deje guiar, en mis críticas y mensajes, por conceptos muy elementales.¡Tal vez! Por tal razón, me veo obligado a examinar la realidad de cada día con los prismáticos de la simpleza. Y llegó a conclusiones polémicas.
Suelo insistir en la mediocridad de nuestros políticos, lo cual no me impide reconocer las excepciones y cómo, en otros países, los hay peores.
Uno de los principios básicos de las democracias modernas se apoya en el "mandato representativo" que, ni más menos, desplaza a su rival el "mandato imperativo".
Un ejemplo del mandato imperativo lo están viviendo en Venezuela. Otro, lo soportamos en España. El primero, protegido por la fuerza de las armas; el nuestro, el de España, debido a la mediocridad política citada.
¿Donde está -me dirán- el "mandato imperativo" de España?".
El partido que funciona bajo el lema PSOE -mártir de la democracia, constitucionalista a
machamartillo, honesto hasta la rabia-, pese al sentir de una mayoría de sus votantes, ha pactado la sumisión de un gobierno representativo, por el "mandato imperativo" que manejan a medias los secesionistas catalanes y los populista de izquierdas.
No es que lo sientan, digan y condenen, tal concesión, muchos socialistas democráticos. Es que saben que el precio a pagar puede ser inmensurable.
Dicho sea de paso.
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