El poder -es curioso- lo ejercen con demasía casi todos los que se siente fuertes. Y esta condición, la fortaleza, depende de las más variadas circunstancias: el valor físico, el talento, el dinero. la sabiduría, la virtud. los cañones, etc., etc.
Y si la unión hace la fuerza, todos -a una y por lógica- deberíamos estar e ir unidos en defensa de nuestros derechos e intereses: por ejemplo, en defensa de nuestro bienestar, el de todos.
Desde que era niño, mi madre y maestra, me inculcaba ideas de este tipo y yo las asimilaba pese a que el muestrario de la vida me daba señales :de todo lo contrario: sólo nos unimos por puro deseo de acrecentar nuestro particular poder. (Salvo sea el proceder de los santos).
Dos ilustrados políticos -Iglesias y Errejón- de la misma cuerda, venían desde tiempo atrás saldando diferencias a navajazo limpio, (metáfora simbólica), algo propio de todo jerife con vocación de mando. Y van a terminar dañados en su capacidad poder.
Lo malo del caso es que estos odios conducen a la nulidad de proyectos que podrían favorecer al ciudadano partidario de una soberanía populista hasta el no va más. Veamos por otra parte a la derecha dividida, al centro desequilibrado y a la izquierda hecha unos zorros, cómo han dejado a la patria España en manos de los secesionistas -también divididos.Y así no,vamos a parte alguna.
El político malo desplaza al bueno. Y esto es una tentación para los partidarios de la contra reforma autoritaria.
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