miércoles, 1 de octubre de 2014

NEGOCIACIÓN Y ACUERDO

   Han de perdonarme todos los constitucionalistas si les  digo que yo voté en blanco, por la sencilla razón, tras de haberla leído, de que el título VIII, marco para la negociación y acuerdo de las nuevas autonomías, me pareció un bodrio, es decir una cosa mal hecha y desordenada con demasiados cabos sueltos.
   Como alavés, beneficiario con los navarros de  sendas autonomías basadas en sus respectivos concierto y convenio económicos, yo era autonomista con conocimiento de causa. Entendía, vista la experiencia,  que la descentralización económica, buena para dos provincias españolas, no había por qué negársela a  todas las demás.
  Pero la parida constitucional contemplaba algo más que la descentralización económica; iba más lejos: quiso regular y prevenir, aunque no se citara de forma expresa, la independencia de dos territorios: de Vasconia y de Cataluña. Independencia calentada y vibrante en los hogares nacionalistas, con ETA por medio.
  Como decía aquella viejecita de mi pueblo que conocía el percal después de haber sufrido la muerte de dos hijos en la guerra civil, al referirse a los nacionalistas vascos: "¿Nacionalistas que se conforman con la autonomía? ¡Ya, ya! A mí no me engañáis. ¡¡Separatistas disfrazados!! Ya se verá".
   Se elogió la negociación y buena disposición para el acuerdo. ¿Quiénes negociaron al final? El ex franquista Suárez cargado de complejos (digan lo que quieran los historiadores) tanto él como sus consejeros  áulicos, y el nacionalista Garaikoetxea,  representante puro de una sacro santa democracia adornada con florituras históricas
  ¿Resultados?
   Un prototipo de autonomía que, salvo en lo que se refiere al aspecto económico (régimen de conciertos),  fue admitida bajo el lema de café para  todos. Este fue el principio del  descuajaringamiento de España; a las pruebas me remito.
   Ahora de nuevo, vuelven como entonces, los partidarios de la negociación y el  entendimiento en cuya operación tratarán los nacionalistas a sacar  tajada; nacionalistas que ahora se muestran con el mayor descaro (y a mucha honra) como  lo que son: separatistas.
   Y como los socialistas y compañeros mártires son mas blandos que la cera recalentada, prepárense para lo peor.
   No es que sea pesimista. Como dijeron los clásicos me tengo por un optimista bien informado.

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