lunes, 6 de octubre de 2014

UNA POLÍTICA PARA EL DESENGAÑO.

    Creo que soy una persona influida por los debates políticos televisados, pese a que por mi edad,  y  por haber sido zurrado desde todas las tendencias, estoy en la esquina del ring reponiéndome de tanta  fatiga y no fiándome del mas pintado de mis posibles correligionarios. ¡Nada digo de los que no lo son! Por tanto si de algo puedo presumir es de estar escarmentado a sabiendas de que esto no es bueno para nadie.
    Por si no se notara quiero decir que mis ideas no son gran cosa, nada del otro mundo. Los años te hacen meditar cada paso que das, te  enseñan a no correr riesgos inútiles,  a centrar tus opiniones, a no acosar al enemigo en vano, a ser tolerante y a no gastar entusiasmos ante milagreros protagonistas,  portadores de la gran promesa.
    Tendrá que ser así. Desde mi rincón y con la nariz hinchada, los ojos tumefactos y  el labio partido de tantos golpes como te da la vida, veo las gradas llenas de entusiastas vociferantes, creyendo que su triunfo  siempre es  neto y limpio. Y no.Todo estaba pactado. Tenía  que ser así para que el derrotado no terminara en un asilo.
    Había que acabar con las Cajas de Ahorro, tan honradas, tan virginales ellas. ¿Y ´cómo?  Muy fácil. Metiendo a los políticos dentro. Y los metieron. Eran de todos los colores pero con un denominador común: su rapacidad.
    ¡Ya están  las Cajas en el rincón de los derrotados!
    ¿En beneficio de quién? Ese es otro capítulo.
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario