sábado, 11 de octubre de 2014

EL PODER Y EL DINERO

     La diferencia más notable, entre un país democrático y otro más o menos autoritario,  queda patente al comprobar cómo funcionan los medios de comunicación: periódicos y revistas, radios, televisiones y, hoy en día, todos los acogidos a las redes sociales de internet.
     Estos medios de comunicación, muchos de ellos en manos del  gran capital  en el ámbito de los países  llamados democráticos, constituyen un gran atractivo para el  poder o para el  contrapoder porque, bien manejados,  pueden poner o derribar gobiernos.
     El caso de España es paradigmático. Algunas empresas en poder de ese gran capital -que por lógica parece que deberían defender  una política liberal- van contra el Gobierno de este signo.
     No es que esté mal esta crítica si demostraran ecuanimidad. Pero no es así; como si fuera una consigna de grupo, cargan la mano ante los errores y se olvidan de comentar cualquier  reconocido acierto del Gobierno o sus  afines. Como dice uno de los rectores de una concreta emisora de tv.,  es un escandalazo. Un escandalazo, porque es tan clara la consigna "a por ellos" que si alguno les lleva la contraria lo brean.
    Uno quisiera explicarse el porqué de este proceder,  por qué un grupo capitalista liberal permite  que una emisora suya ataque a un gobierno del mismo signo. Sólo hay una razón: los muy concretos intereses del grupo que hace valer su fuerza para conseguirlos. Hace valer su fuerza ante el que gobierna mediante una constante lucha para minarle y para que sepa quién es quien; al que pueda alcanzar el poder,  para tenerlo advertido de que si se desvía, ya sabe lo que le espera.
    No hay una democracia perfecta. No la hay, porque una mayoría -para ejercer el poder- cree que el fin justifica los medios.
    Tomen nota de cómo prospera algún grupo político con futuro. O sea, gracias a quienes  manejan a las masas y con qué medios.

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