jueves, 30 de octubre de 2014

HAY QUE CORTAR POR LO SANO


   No hace falta la licenciatura de Políticas para tener conciencia de que al PP -partido refugio de una gran parte de la sociedad española- lo han puesto, entre la golfería de unos y la "inocencia" de otros,  al  pie de los caballos, de modo que si no se toman decisiones heroicas puede pasar por el trance crítico  de perder el Gobierno, que no es moco de pavo.
  La pérdida electoral  irá tomando cuerpo por un procedimiento bien sencillo: el de la abstención. En unas primeras elecciones -las municipales- nos  anticiparán el dato las grandes poblaciones. Si pierde el PP, puede ensayar la cantata de adiós al triunfo en las generales. Así quedará rematada la operación "casta" en toda el área española.
  Todo es previsible por el desacierto de la cúpula del PP, bien acompañado en esta tarea por el PSOE, que no ha sabido, o no ha querido,  poner su influencia al servicio del Estado. ¡Ojalá me equivoque, pero tengo la sensación de que  le pintan bastos! 
  Pero esto no excluye la responsabilidad del PP.  Todo por no haber sabido ,o no haber querido, enfrentarse y cortar por lo sano, a su debido tiempo,  y haber colgado de un gancho a todos y cada uno de los bichos portadores de  la gangrena corruptora, en cuanto aparecía el menor  indicio racional de posible contaminación. Cuanto antes se hubiera abordado la tarea, menor habría sido el daño causado a la totalidad del ser enfermo. 
   Es indudable que personas influyentes del partido -afectadas por el síndrome de Estocolmo- se han visto cautivadas por esa  golfería, dentro de casa, que los tenía tal que secuestrados;  y han preferido hundirse con ella, antes de salvar al cuerpo social de todo un centro derecha español que los llevó  al poder.
   En buena lógica, ahora, con toda la carnaza podrida en el asador, no vale con cantar la gallina y pedir perdón. Es el momento de las dimisiones. Si  Rajoy -después  de lo ocurrido-, presentara la dimisión de todos sus cargos y pasara la responsabilidad del Gobierno a la Vicepresidenta del mismo, para que aborde con libertad y sin miedos el corte por lo sano que hay que dar al enfermo, pasaría a la  historia como un hombre de Estado con dignidad y entereza.  
   Hay que comprender las  debilidades humanas. Cuando a  Isabel II, camino del exilio, le dijeron que si volvía a Madrid para hacer frente a los revolucionarios de 1868, le "esperaban los laureles del triunfo", dijo que ella se iba a Francia y que dejaba el laurel para el  pollo en pepitoria.
 

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