martes, 1 de agosto de 2017

PIERDEN LOS DÉBILES

      ¿Quién está llamado a perder en una  democracia donde son muchos los que mandan y pocos los que cumplen sus obligaciones?

       Estoy acordándome de Venezuela, sin pretender dar o quitar la razón a nadie. Y horroriza pensar si al fin, como último remedio, chocan odiándose los unos contra los otros. Por ese trance pasó España y pasaron las generaciones de los cuarenta (siglo pasado) que sufrieron la posguerra: tuvieron que someterse a la dieta del ajo y agua. ¿No imaginan, las generaciones actuales,  lo que esto significa!

        Pero ¿por qué ir a Venezuela, tan lejos,  cuando en España, por la audacia pseudo democrática de unos y la falta de autenticidad  de los otros (corrupción incluida), estamos poniéndonos a punto para el desguace?

          Verán: existen buenas personas que confían  demasiado y somos tan ingenuos como ignorantes cuando damos cancha a tanto personaje de escasa valía; cancha y votos; muchos votos, a cambio de simples promesas. 

           Los votantes no hemos caído en la cuenta de que,  al fin, les damos la llave  que abre la caja de caudales, llave también de la despensa patria; todo para  que funcione en el País, ese que llaman  estado del bienestar con plenitud y corrección. Pero no funciona.

           En suma, lo que ponemos al alcance de los políticos  es el dinero y la confianza a cambio de que cumplan  lo prometido:  pero todos se quedan cortos, cuando no cambian de opinión si así les parece y hacen lo que les conviene a ellos para mantenerse en el poder.

            Una pequeña reforma de la Ley electoral acabaría con estas incertidumbres. Bastaría con que las promesas electorales partidistas  anunciadas, fueran  acompañadas de una Memoria y su correspondiente Presupuesto. Memoria que justificara la eficiencia de lo anunciado y Presupuesto que indicara la cuantía del dinero a invertir y garantizara la disponibilidad de medios económicos  para realizar lo prometido, si pasarse. Con el dinero no se juega. Y si se falla, se usa la escoba sin piedad.

             De otra forma,  ya lo vemos, ¿promesas?   Juguetes del viento  son.


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