jueves, 24 de agosto de 2017

FALTAN INVERSORES

   
  VIII

  La tentación de servirse de frases hechas, usuales en mi juventud, caen por su propio peso: hoy no dicen nada. Por ejemplo, hablar de "fuerzas vivas" sirve de poco. ¿Será porque están muertas?
      Sin  recurrir a viejas denominaciones, en España, las personas que, sin pertenecer a organizaciones o grupos partidistas , podrían con  su influencia y medios económicos promover un cambio que creara puestos de trabajo,  no existe. No están ni se les espera.
      Por supuesto no se crearán puestos de trabajo que merezcan la pena, si no tenemos inversores.     ¿Por qué?
      Responden voces sensatas: no merece la pena; no hay quien invierta en empresas de cierta entidad porque, si se hacen cuentas invertir supone, dada las circunstancias, muchos sacrificios para muy dudosos resultados.
     De ahí deriva que los contratos laborales sean precarios y acomodaticios. Y si  se presiona al contratante para que mejore la oferta, es peor: el inversor cerraría la barraca.
     ¿Y quién puede arreglar ésto?
      Aquí es donde uno percibe la falta del, sector más dinámico de una sociedad como la española, poco dispuesta  tomar iniciativas.
      Los políticos tampoco se  ponen de acuerdo para favorecer los ánimos. En todo caso para no  sembrar  incertidumbres. Ahí está la clave del problema.
      La amenaza de que la nación se rompa a cachos, la continua oferta de derechos multitudinarios por parte de los políticos para captar votos, la creciente masificación de la burocracia oficial con políticos aficionados a la mamandurria, el aumento de las plebes migratorias se supone que costosas para el país receptor, la corrupción que sigue porque los elegidos para responder son pocos  y la golfería no descansa...
      Siempre citaré a la escuela, por ahora en manos doctrinarias. ¿Faltan inversores? Es lógico.

(Continuará)
     

     

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