jueves, 17 de agosto de 2017

EL FUERO Y EL VOTO

     II

     España y los españoles han sufrido toda suerte de calamidades y padecido por la muerte de seres queridos,  a cuenta de la política equivocada de esclarecidos patriotas que prometían horas de felicidad a cambio de nada o por  un simple voto.
    El manoseado principio  de igualdad se sigue utilizando como si la posesión de bienes, la belleza personal, el talento, la salud o los dolores de muelas,  estuvieran al alcance de todos, uno a uno, en la misma proporción...¡Todos iguales! Pues no: cada persona ha de aguantar su carga, cumplir su programa,  y nadie como  cada uno para resolver sus diferencias y sus problemas que, eso sí, tienen su precio.
     El que crea que los políticos les traerán  la felicidad a su casa a cambio de un voto o poco más,  por aquello de la igualdad predicada, va listo. La igualdad política  se limita, y no es poca cosa, a un trato de  igualdad ante la ley y pare de contar.
     ¿Acaso los fueros se crearon para ser todos iguales? No. Al contrario: se crearon para contentar  a los que fueran en justicia merecedores de un  premio. Funcionaba el principio de la equidad: dar a cada uno lo suyo, según  sus méritos.
      ¿Se cumplía  este mandato del fuero? No siempre, como tampoco se cumple el principio de la igualdad. Pero, lo que aún es peor: los distintos Estatutos autonómicos e igualitarios, que funcionan en España,  han creado las más sangrantes e injustas diferencias, tanto entre los ricos y pobres de su jurisdicción, como respecto a otros territorios. Los perjudicados protestan y los beneficiados también.       Y sin hacer cuentas piden  la independencia porque, así lo anuncian, su prosperidad iría en aumento, se darían mejor vida con la ventaja de no tener que  dar explicaciones a nadie.
       Si por mi parte dijera que, hace mil años, en mi  tierra natal  estaban mejor resueltas las               diferencias gracias a sus buenos usos y costumbres, a sus fueros, muchos se echarían a reír. Pero si les contara como se están despoblando ahora, esa mi tierra querida, se echarían a llorar.
       Les contaré algo más  sobre otro principio básico: la solidaridad.

(Continuará)
   
   
   

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