NO SUBEN LOS SALARIOS
¿Por qué? En primer lugar actúa la ley de la oferta y la demanda: cuando abunda la primera, -mano de obra a pasto- los salarios se envilecen. Es el caso de España. Y para complicar la cosa, el número de parados puede volver a desmadrarse con el incontrolado arribo de migrantes.
En segundo lugar, actúa el no poder competir con empresas extranjeras. Los costes de fabricación de un mismo producto de cierta calidad o la prestación de un mismo servicio técnico, es mas caro en España por la razón que fuere. Casi siempre, porque en otros países emergentes, el índice de productividad rinde al máximo y aquí no.
Al empresario de España no le salen las cuentas y al trabajador tampoco. Desaparecieron miles de empresas y millones de trabajadores se quedaron sin trabajo y sin ingresos.
A los afectados sólo les quedan dos vías: abaratar el producto o el servicio, mejorando la productividad de cada tarea -para subsistir-, o cerrar el chiringuito. Lo más fácil era cerrar. Y cerraron. Tal actitud acentuó la crisis, vinieron los conflictos y, hasta donde se pudo, aumentaron las subvenciones en favor de algunos damnificados. Y aumentó la presión tributaria. No obstante, la mayoría se vio desamparada. Surgió la contratación clandestina a precios tirados. La vida se encareció para todos. Y cada uno se las arregló como pudo. ¿Incluso robando? ¡Claro que sí! Y el contagio llegó a la política. ¡En esas esas estamos!
El cambio de políticos y políticas es un sueño, pocas veces tan deseado y pocas veces tan inútil. Servirá para poco. Tienen que cambiar los principios, los valores. Y esa es tarea de escuela. Y la escuela lleva su tiempo.
El horizonte no está despejado. ¡Lo siento!
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