miércoles, 23 de agosto de 2017

UN PODER EQUILIBRADO

    VII

     Los Ilustrados  del siglo XVIII en Francia, pusieron todo su interés en la división de  poderes. Sería, frente al Antiguo Régimen, una reforma básica. Cualquier Estado se reafirmaría sobre tres poderes independientes:  el judicial, el ejecutivo y el legislativo Así podría asegurarse la equidad vital entre  seres humanos, semejantes, aunque no  iguales.
     Hasta el hombre lobo contra el hombre tendría así asegurado un juicio justo; algo difícil de conseguir si los designados para juzgar eran los mismos que ejercían el poder ejecutivo (los llamados gobernantes) o el legislativo (los elegidos para legislar).
      Poco a poco los países adelantados fueron aceptando el cambio  si bien,  podría  decirse, lo hicieron con reparos, de modo que proclamaron la independencia deseada de los tres poderes pero cumplieron a medias sus promesas.. El  poder ejecutivo era el más fuerte y en su seno este poder siempre se controlaba por uno o varios partidos políticos con mayoría de votos.
      El ideal deseado por los ilustrados renovadores, terminó por  cumplirse a medias en muchos casos, o por no llegar a buen puerto en otros. El auténtico poder lo manejaban las plutocracias, capaces de idear los mas sofisticados sistemas con tal de mantener las apariencias sin perjudicar sus intereses.
      Y cuando  se descubre por los más perjudicados ese poder abusivo  y el pueblo reacciona, caemos en los populismos manejados con criterios apostólicos y con fines crematísticos:  un totalitarismo como otro cualquiera disfrazado con ropaje democrático. Nada nuevo bajo el sol.
      ¿Cómo se llega a estas situaciones límite?
       Muy sencillo: por la debilidad de los demócratas en manos de gentes corruptas y en medio de una tolerancia estúpida. El poder termina en manos aparentemente castas  y redentoras... Pero un poder popular ansiado hasta la médula es un poder sospechoso, frente al poder corrompido del que una mayoría temerosa se irá alejando, más o menos tarde, si no se diera una reacción sincera y  creiblesin pérdida de tiempo.
       En esas estamos. ¡Ya se verá cuando sea tarde!

      (Continuará)

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