III
En el comentario anterior traté de informar al lector del imposible logro de la igualdad tal y como se promete en los programas electorales. Contrapuse los efectos de la equidad, -primar a cada cual según sus méritos- a sabiendas de que este principio no agrada, cae mal, porque muchos creen que de ahí vienen las desigualdades. Hemos de admitir que las masas de electores se muestran más crédulas ante las promesas igualitarias de los políticos que ante los designios de la equidad. Por otro lado, el cabo suelto de todo planteamiento equitativo es la solidaridad. Y a los pueblos que no son solidarios, mal porvenir les espera.
Hay un período histórico que -salvando distancias y escenarios- se dio en la Península; un ejemplo de solidaridad enraizado en una realidad muy particular: las primeras luchas para enfrentarse a la invasión islámica hacia el siglo IX, en una zona fronteriza en los límites del actual País Vasco. Surge una cadena defensiva formada por "aldeas libres". que van a desempeñar un papel decisivo en la resistencia cristiana. Aldeas que forman parte de ,la corona astur-leonesa, pero con sus competencias en el que podríamos llamar costumbrismo local.
Me estoy refiriendo a la institucionalización de Valdegovía, Las aldeas entonces existentes aún se conservan. Los apellidos de aquellos creadores de unas líneas defensivas frente a los invasores árabes, también permanecen. Sus usos y costumbres se mantuvieron vigentes y aguantaron la embestida árabe solidariamente. El Poder de la Monarquía quedaba lejos. Al pueblo llano le tocó la china. Esa lucha contra los árabes desde su cercanía, fue en muchas ocasiones local y solidaria.
¿Estaba escrita ese comportamiento o era un hábito? Era un hábito. Eran vecinos en casas de puertas abiertas y tierras comunales, Eran condueños de pastos, montes, ríos. Disponían del aprovechamiento por turno de aguas, molinos, hornos... Eran, también, gentes con fe hoy perdida a todos los efectos. Me dirán que estoy haciendo una interpretación por libre de ,la historia. Pues no.
Vivimos otros tiempos. No se puede negar. Pero cuando la solidaridad no es habitual, cuando depende de las leyes, es decir de un mandato, sólo funciona por imperativo legal y con el freno echado.
¡Claro que han cambiado los tiempos!
(Continuará)
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