sábado, 1 de noviembre de 2014

CHANTAJE SOBERANISTA.

      La Sra. Vicepresidenta del Gobierno, a preguntas de una periodista en rueda de prensa (viernes 31/10/2014) nos dio a entender que,  pese a los reiterados incumplimientos legales imputables a las autoridades de la Generalitat de Cataluña, el Gobierno de España no ha querido que sea la ciudadanía catalana la que pague las cosecuencias y, por esta razón, se han librado, con cargo al Fondo de Liquidez Autonómica, las cantidades correspondientes a los haberes de sus  funcionarios, a las facturas de sus  farmacéuticos y a los ingresos de otros posibles  perjudicados .
      ¡Qué buenas son las Madres Ursulinas!
      El Gobierno español, con esa conducta,  se ha sometido a un chantaje  inducido desde el  poder por los soberanistas catalanes.  Digan lo que quieran  los  detractores de este Gobierno, o sus palmeros, éste ha optado  por servirse de una  diplomacia de vuelo corto para no irritar a las masas y, tal vez, a la búsqueda de la gratitud del personal no perjudicado, aunque para ello se  haya dado  un trato desigual con respecto a otros españoles; curiosamente, se van a ver discriminados los cumplidores, en beneficio de unos gobernantes desleales. ¡Hay que hoderse, -que diría la tÍa Paca- con la carga de leña! Todo vale para desmontar esa virguería de "España nos roba", cuando lo mejor sería ir a cuentas de una puñetera vez ante un tribunal imparcial,  para dejar las cosas claras y
obrar en consecuencia.
      Lo justo doña Soraya, habría sido servirse de la ley para corregir a los que la incumplen y para este caso tenían - y tienen-  la posibilidad de intervenir la Hacienda de la C.A. de Cataluña, con lo cual, dicho sea de paso, además de prestar una gran servicio a los catalanes para disminuir su deuda, se lo rendían también a España, tan necesitada, la pobre, de un ajuste de conductas empezando por do más pecado había.
     No les voy a recordar a ustedes que el artículo 155 de la Constitución Española está  previsto para casos como éste. Todo  menos disculparse orillando la ley, para mitigar los efectos de otro incumplimiento legal.
    ¡Cuánta razón tenía la tía Paca! Pero ¡qué buenas son las Madres Ursulinas cuando sacan a las chicas de excursión!

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