lunes, 17 de noviembre de 2014

LA REFORMA POLITICA

     Estamos asistiendo a una nueva confrontación electoral, con dos puntos de choque que tendrán que ingerir los españoles quiéranlo o no: el unionista contra el secesionista -modelo territorial del Estado- y el predominio del sector público a costa del privado -modelo social del Estado-.
     Ambos problemas estaban latentes aquí como en otros países, pero en España  han surgido con fuerza por una razón poderosa: la recesión  económica que ha llevado a millones de personas a situaciones trágicas con ausencia de toda esperanza.
     La gran promesa, básica para  la solución del  problema y de las carencias que nos  dominan, se cobija tras el parapeto de la democracia. Se promueve la deificación de los demócratas  - es su piel de cordero- calificados como  únicos capaces de proporcionar  el ungüento mágico de la felicidad a los desasistidos.
    Consiste tal ungüento en promover  el dictado político de los "pueblos", tomando como base las manifestaciones multitudinarias; la vociferante expresión de sus deseos, que se vende como democracia participativa directa.
    No hay nada nuevo bajo el sol. Cosas parecidas  ocurrieron en la guerra civil del 36, cuando el poder bajó a la calle, con métodos de expresión y argumentos muy diversos: unos persuasivos y otros coactivos. Ahora en España estamos en la fase  persuasiva. Veremos lo que nos reserva el futuro.
    Porque digan lo que quieran los nuevos redentores de la humanidad hispana, eso de las  multitudes, es música celestial. El macho alfa es lo que siempre fue, un ambicioso de poder y  aunque se ponga la piel  de  cordero y se desenvuelva ante sus semejantes con mansedumbre y palabrería amable, sus ansias de poder se manifiestan aquí como en toda tierra de garbanzos. Consiste en dominar a las multitudes.
   Todas las sociedades, en todo tiempo y lugar, para supervivir han tenido que jerarquizarse. El macho alfa, no pierde el tiempo, y lo primero que hace es marcar su territorio aunque para  ello tenga que echar fuera a sus competidores. ¿Cómo? Por las buenas: votos. Por las malas: coces y dentelladas. Es decir, violencia verbal y luego física, si fuera preciso.
   Pero claro, también en todo tiempo y lugar el poseedor de riquezas varias, termina por ser el auténtico mandarín vestido, esta vez, con piel de serpiente. El mandarín económico vive y desarrolla su poder en climas propicios. Y si no lo son se marcha y hasta crea paraísos  fiscales.
   Observen a los populistas: ¡No quieren  nada con los plutócratas! Entonces crece el sector público. El dinero cambia de manos. ¿Pero llega al pueblo?  Difícilmente. Los machos y las hembras alfa, os lo podrían contar. Pero si lo hacen, mienten. Véanse las repúblicas populares, Cuba,  Venezuela, etc.
   Todas fueron o son demócratas.   La vida en ansí.
 





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