lunes, 3 de noviembre de 2014

SECESIONISMO CATALAN IMPERATIVO Y RAMPANTE


     Durante la guerra civil, año de 1937 y siguientes, el Gobierno central republicano pasaba por un periodo de debilidad extrema,  inmovilizado para resolver asuntos de más calado  a causa de las dificultades y miserias de la guerra.  
    En Cataluña, una vez vencida la orgía revolucionaria de los primeros meses, el Gobierno de la Generalitat se hizo con el poder. Fue cuando los sedicentes independentistas se hicieron valer,  asumiendo de hecho competencias del  Poder central. Comenzaron a ejercerlas tan ricamente sin que nadie les diera una orden que cortara el desafuero.  Manuel Azaña, Presidente de la II República lo dejó reflejado por escrito de modo expreso: “La Generalidad funciona insurreccionada contra el Gobierno (…) asalta servicios y funciones del Estado, encaminándose a una separación de hecho. Legisla en lo que no le compete, administra lo que no le pertenece. Mientras otros se baten y mueren, Cataluña hace política.” “Hablan de que en ella (en la guerra) interviene Cataluña no como provincia, sino como nación.  Como nación central, observan algunos.”
      Después de setenta y cinco años largos, estamos en situación análoga: con distintos canes pero con los mismos collares. Antes con guerra, ahora con paz.  ¿No se dan cuenta los tales secesionistas de  que los nacionalismos se desdibujan para dar paso a organizaciones de más amplio formato?
      La globalización exige  la formación de grandes bloques para vencer las dificultades de ,las masas: EE.UU con Canadá, Rusia, China, Europa... están ya en marcha. No se trata de ahogar a las naciones: se trata de asociarlas para poder subsistir con alguna dignidad. ¿No se dan cuenta de que se van desvaneciendo  los viejos nacionalismos?
      Adviertan que la fórmula catalana apoyada en la exaltación de un nacionalismo de masas, tiene un gran parecido con otras del siglo pasado: en especial  el nacionalismo furibundo surgido en la Alemania de los años 30. La irresistible ascensión del nacional socialismo fue posible gracias a la aclamación de las masas resentidas a causa del Tratado de Versalles, coincidiendo su demanda con una crisis económica mundial. ¡Qué casualidad! Aquí, al grito de "España nos roba", han conseguido efectos parecidos.
     ¡También nosotros queremos estar en Europa!, dicen  los secesionistas. Tiene su gracia: Salirse de donde uno ya está para pedir el reingreso. La lógica dice que no; que hay mejores medios. Para pesar en Europa, desde Cataluña, hay que ser alguien en España. Creo que los catalanes tienen entidad y medios suficientes para influir positivamente en España, dentro de un orden legal. No es así, porque en España -incluida  Cataluña- impera una mediocridad rampante.



 
 

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