domingo, 28 de septiembre de 2014
LOS BAÑOS DE MASAS
Desde una sincera humildad, soy consciente de que, desde un punto de visto emotivo, sentimental y ultra patriótico, me voy enfrentar a millones de seres humanos dispuestos a desnudar su alma en grupo, entregados a la -para ellos- meritoria labor de dar constancia pública de su fe que:
Les induce a creer todo lo que favorece sus afanes emotivos-políticos, aunque ese todo falte a la verdad.
Les conduce, además, a soñar con la independencia de un territorio bajo el señuelo de que está en juego su libertad personal dentro de un futuro próspero y lleno de venturas.
Y les reduce a ver, en todo aquél que no comulga con su doctrina, gentes de inferior condición.
Pero lo que de verdad les hace pensar que ellos y sólo ellos están en lo cierto, es el baño de masas. La presencia de cientos de miles o millones de personas en un escenario elegido por su simbolismo, con superabundancia de pancartas, banderas, camisetas , etc. reiterando un solo mensaje, es para ellos la mejor demostración de que por mayoría están en posesión de la verdad. Stalin, Hitler, Mussolini, Franco y otros dictadores se dieron cumplidos baños de masas y luego la historia los ha colocado en su sitio.
Los derechos humanos, son individuales y han de disfrutarlos, persona a persona todos, de forma justa y razonable. Cuando los perjudicados se cuentan por millones, algo falla en el sistema que nos hemos dado. No confundamos a las multitudes que protestan o rezan, con los triunfalistas baños de masas totalmente entregados a supuestos derechos colectivos, en perjuicio de los derechos humanos personales.
Nunca como ahora se han desvirtuado los términos. Sobre todo en nuestra dolorida España, y en Cataluña especialmente.
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