Tuvo que aparecer en los escenarios de la frivolidad política (la política es cosa seria que los propios políticos frivolizan), un señor pacienzudo de hablar reposado, dialéctica fácil y con coleta, para no dejar títere en pie con cabeza: prueba de ello es que al PSOE se lo están ventilando.
No lo tomen por donde no quiero: ventilar es orear a marchas forzadas y la verdad es que la doctrina social de esto que llaman democracia española está necesitada de aire puro. Entre corruptos, inútiles a sueldo público y otros especímenes capaces de inventar el motor de agua mientras echan la siesta, el área reservada a los políticos huele que te mata a eso que los niños llaman mierda.
Ellos verán, pero la casta ha de resignarse e ir perdiendo privilegios. Es, al menos, lo que sucede en los países más evolucionados. Pero no olvidemos que la casta existe por una sencilla razón: porque antes existían los castizos.
¿Y quién es un castizo?
Derivado de la nueva acepción de "casta", un castizo es aquel que sin mojarse (o sea sin pringarse con untos maléficos) se levanta todos los días con el propósito de servirse de la casta para sacar rendimientos de la incontrolada situación en que reposan los dineros públicos.
En un país como España --donde se da más importancia a toda clase de fiestas (incluida la persecución de toros y otros animales) hasta el punto de estar subvencionadas por el erario público, que a tareas serias y de más fuste--, el número de castizos puestos en fila para la sopa boba es inconmensurable. Así que acabar con ellos es todo un sueño. Y el de la coleta un ingenuo, si no algo peor. Lo huelen de lejos: si el PSOE baja, se quedará con los buenos. Los castizos se irán -ya lo están haciendo-con el que suponen va de ganador.
¡Ya se verá!
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