sábado, 20 de septiembre de 2014

EL PROBLEMA ES DE EUROPA

    
    Hay problemas imposibles de resolver dentro de un ámbito limitado. Concretamente el de la emigración de gentes desvalidas desde un país pobre a otros mejor dotados. Es el caso de la Unión Europea: España, Italia, tal vez Grecia, se convierten en plataformas de recepción migratoria y el problema sigue ahí, sin solución eficaz que lo evite. En principio porque no hay voluntad para reconocer que estos emigrantes no vienen a España, Italia o Grecia, sino a Europa y, por tanto, el problema es europeo; y es  de tal volumen, que si la Unión Europea no lo trata en origen, difícilmente lo veremos resuelto.
    Pero quería referirme al problema de los nacionalismos secesionistas  - algunos latentes, otros vivos - que se detectan dentro de la Unión Europea. Ha tenido que aparecer con toda su gravedad el caso de Escocia para que las autoridades europeas tomen conciencia de por donde iría el invento si  - bajo el pretexto de que el voto es democracia (algo sin demostrar, con Franco también se votaba) - se generalizara y se tomaran decisiones basadas en sentimientos más o menos febriles  en pro de cada patria chica, con olvido del bien de una mayoría continental.
    Creo que el problema bien se merece un estudio planteado desde las instituciones europeas; un estudio referido a los problemas secesionistas creados en algunos países integrados en la Unión, con animo de encontrar una justa solución para todos ellos. .
      El estudio debería salir de esta especie de mapa sentimental en el que se debate el futuro de esos territorios, y llevarlo a un plano racional,  sin olvidarse de encajar  dentro de esa racionalidad ciertos anhelos o parte de los mismos planteados por  regiones muy concretas.
      De ese estudio tendrían que derivarse aplicaciones prácticas. Por ejemplo que la Unión Europea dejase de ser una Confederación muy lastrada, como lo es de hecho, para pasar a ser una Federación, con todas sus competencias  y  recursos financieros bien definidos para cada ámbito territorial.
      Dentro de esa concepción, las consultas populares  refrendarias,  de ser ineludibles, habrían de tener un sentido no  emotivo, sino racional y constructivo. Ahora no lo tienen. Y eso no es bueno para nadie.


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