En un país como el nuestro, España, (incluida la Cataluña nacionalista),
donde está regulado por ley hasta el tamaño de la pica con la que herir a los toros cuando se los toma como espectáculo, decir que fallan las normas legales es tanto como suponer que sobran, porque quienes han de dar ejemplo se las pasan por el forro. Tendríamos que cambiar los hombres.
Pero no es así: se quieren nuevas leyes.Ahora, por pedir que no quede, están trabajándose una nueva ley de leyes, nada menos que para federar a España. El líder de la oposición, Don Pedro Sánchez está en ello con la fe del carbonero, sin pararse a mirar que mucho han de cambiar los españoles (incluidos los catalanes soberanistas) si queremos que España funcione como Suecia. Es que allí, desde siglos ha, los que no se salen del carril son los hombres cumpliendo con las leyes como Dios manda, aunque la mayoría sean ateos.
La vergüenza de España es doble: primero, porque una gran parte de los que deberían dar ejemplo, nuestros gobernantes, son los primeros en ciscarse en todo el cuerpo legal del sistema y lo hacen con recochineo para más inri; segundo, porque del resto de Europa nos mandan como turistas la mierda con rostro humano que allí les sobra (los turistas dignos y educados vienen solos) para que en España, donde está bien visto ciscarse en la ley, se tiren a la calle desde cualquier balcón o se echen a follar en plena vía pública, que son otras formas de pasarse el sistema legal por la entrepierna.
Mi abuela, que vivió de joven el proceso final de la revolución de 1868, cuando yo era niño me llamaba "federal" cada vez que yo meaba fuera del tiesto. Pues bien: lo que aquí sobran son "federales".
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