lunes, 28 de julio de 2014

TÁPATE LA NARIZ Y VOTA A LOS DE SIEMPRE.

   El descaro y procacidad con  que los corruptos actúan en  España,  demuestra que van crecidos. La democracia, a cuyo amparo  medra  esta  basura, nos hace dudar sobre si no es  el propio sistema el  causante de tanto desatino.
   Algo hay, ya que, lo primero que  solían hacer los grandes jefes de las distintas tribus políticas dueñas de algún poder, era sacar la cara por sus sospechosos y sostener literalmente que pondrían  su mano en el fuego por reflotar el  buen nombre del imputado de turno. Ya no caen en esa trampa. Ahora, esos mismos jefes, sostienen que no les temblará el pulso y la mano estará firme  para actuar  contra Alí  Babá y sus compañeros de cueva.
    Pero antes como ahora, quien se arriesga a denunciar un abuso dentro de cada partido, termina más  corrido que una mona y -para lo sucesivo-  ya sabe el camino a seguir: silencio y punto en boca,  cremallera en los labios y a esperar.
   Tanta ha sido la mierda derramada y tal el abuso, que ha terminado por irritar a la plebe, y ahora - cuando hasta los catalanes saben quién les roba de verdad- todos anuncian que van a publicar sus cuentas periódicamente. Una chorrada,  porque nada más sencillo que poner sobre un papel los números que a cada uno le convienen, aunque no sean verdad. ¿Es que se creen ustedes todas las mentiras que vienen avaladas  numéricamente en los boletines oficiales como si fueran verdad de la buena?
    El único castigo  que probablemente llegue a los partidos políticos, es el de los electores que van a cambiar el voto en perjuicio de los clásicos. Esto se lo huele ya hasta el socialista de recambio don Pedro Sánchez. Ya pide clemencia a las clases trabajadoras y clases medias (horrible confusión  de significados,  como si a estas últimas alguien las hubiera liberado del castigo divino del trabajo) curándose en salud.
    Los viejos partidos, cuando es sonada la hora de confesarse, arrepentirse y -bueno sería- devolver lo robado, vuelven al cómodo gesto de  las promesas. "Si nos votan, queda prometido: seremos buenos" . Pero si no dan ese paso en forma de leyes que impidan  futuros desmanes, -para lo que han de  ir de acuerdo los partidos afectados- bueno es que sepan que están a punto de darse la costalada.
    Ya no vale la ítala propuesta:  "tápese la nariz y vote democracia cristiana".  O sea y "vote a los de siempre". Y no por nada, sino porque "Podemos" no baja la guardia.

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