domingo, 27 de julio de 2014
LA DERECHA ESPAÑOLA Y EL SEPARATISMO.
La derecha moderna española necesita un repaso. No el que ya le dan los demás partidos que se ponen de acuerdo a las mil maravillas para ponerla suave; el repaso que precisa es cuenta suya: algo así como un examen de conciencia para luego sentar unas bases sólidas sobre las que funcionar como un reloj.
No veo que la derecha andaluza, por citar un ejemplo, se parezca a la vasca, o la catalana a la canaria, o la aragonesa a la extremeña, por no citar a la valenciana frente a la gallega. Parece cumplirse una maldición agorera: si juegan ustedes a sacar chispas, todos a una, frente a sendos montones de yesca, la aparición de incendios simultáneos esta asegurada. ¡A ver quien los apaga! ¡Y quién los paga!
La derecha española -- y no hablo de una derecha ultra, sino de una derecha democrática y moderna que no hace ascos a las virtudes de una social-democracia --,no sabe defender una doctrina unitaria con ideas razonables, porque en el fondo muchos de sus líderes regionales se han contagiado del egoísmo insolidario fomentado desde los separatismos más extremos.
Es una derecha que por no tener no tiene siquiera doctrina sobre el problema territorial. Y si alguien se ha ganado el derecho de decirlo es un servidor y tengo pruebas. El título VIII constitucional no es que esté desfasado o superado por los acontecimientos sobrevenidos durante estos treinta y pico años; es que era ya un petardo desde su aprobación. Un petardo de estallido retardado. Y en esas estamos.
Y no me digan que las CC.AA. progresaron como nunca gracias al empuje autonómico. Fue Europa la que sembró ayudas por toda España, con una copiosidad nunca vista. ¿O vamos a negar lo que está al alcance de un lerdo? (Tardo y torpe para realizar o comprender algo. RAE).
Ese momento pasó y como la derecha no racionalice y dé eficacia a la dialéctica de la solidaridad para hacerla convincente, ya me dirán de que pan hacemos tortas.
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