jueves, 3 de julio de 2014

RICOS Y MEDIO POBRES

     Todos los políticos -todos- son partidarios, cuando aspiran al poder, de una justicia  impositiva que llaman progresiva, según la cual los ricos han de contribuir a sostener la hacienda pública en mayor proporción que los medio pobres (porque  los pobres de verdad han  de quedar  exentos).
     Alguno de estos políticos lo  intentó y, cuando se las prometía muy felices, advirtió que los ricos se habían ido con sus dineros a  los paraísos fiscales desde donde -para más inri- le saludaban con un corte de mangas.
      Como consecuencia de esta huida los medio pobres tuvieron que soportar toda la carga y los políticos en la oposición -carentes de poder- sin analizar el panorama en toda su extensión, seguían  prometiendo la justicia social para redimirlos de tanto martirio.
      Y así un año y otro año, un mes y otro mes pasó y cuando llegó el turno de los redentores, se dieron cuenta de que si no eran duros, es decir,  si no daban leña, se marchaban los ricos y vuelta a ser los pobres los sacrificados.  Sólo que, sin darse cuenta,  se marcharon y, con eso de no machacar  al medio pobre,  terminaron por implantar una dictadura bajo el pretexto de  reducir el número de fugas.
      Entonces, todos se echaron a temblar menos unos pocos. Estos eran los nuevos amos que empezaban a ser los nuevos ricos. Con lo cual el  pueblo llano seguía allí donde estuvo, pero más pobre y sin derecho al pataleo.
     Por eso decía la sabia viejecita de los  Ancares: vota a los de siempre, porque - me dice la nariz, "seguro que ya se habrán llevado todo lo que se podían llevar y si vienen nuevos políticos nos quitan hasta el misterio de la Santísima Trinidad."
     Pero por favor, no me interpreten mal. El voto es libre y cada cual tiene derecho a elegir el árbol donde ahorcarse.

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