miércoles, 2 de julio de 2014

LA VACIEDAD DE ALGUNOS POLÍTICOS

      Ayer, en una de las tantas chácharas con las que nos obsequian las emisoras de TV, el aspirante a  político de altura, Don Pedro Sánchez, manifestó con orgullo que mandaba a sus hijos a la escuela pública. Yo también lo hice, pero como conocía el paño -no porque la escuela  fuera pública o privada, sino por las maneras que se  gastan bastantes españoles sea cual fuere su profesión- estaba siempre encima  de los responsables del centro a través de las asambleas de padres; como también lo estaba  para exigir un buen rendimiento a mis hijos.
   Porque -Sr. Sánchez,  seamos serios: lo público o lo privado es un adjetivo. Lo importante, lo sustancial, es que sus hijos acudan a una buena escuela; es decir, a un centro de enseñanza de donde salgan con una formación  óptima, capaz de competir con los mejores discentes del mundo.  Y de eso en  España hay muy poco. Me remito a los informes PISA.
   Por tanta vaciedad como vomitan una gran mayoría de políticos, yo no los votaría. Y si lo hago, es porque me asustan los tremendistas que, a fuerza de engañar a la gente de buena voluntad por el oído -como  si vendieran preferentes - son capaces de darnos gato por liebre y  bajo la bandera democrática meternos a todos, acongojados, en  una dictadura totalitaria.
  A mi me dieron la vacuna en la guerra de España. Y me, sirvió de poco, o mejor de nada. Veremos si ahora fallo.

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