viernes, 4 de julio de 2014

NO TAN LISTOS COMO DICEN

   Los malos políticos, en su irrefrenable afán de ganar votos, dicen de nosotros, los electores, que somos muy listos y es difícil dárnosla con queso.
   ¡Puro cinismo! Ellos, los políticos,  saben que nunca podrán cumplir su programa de promesas (casi siempre excesivas en número) y nosotros, los votantes, tropezamos en la misma piedra como cándidas palomas de memoria corta y nulo sentido crítico y, sin más, les damos el voto. ¡Y así nos va!
   Los malos políticos, adiestrados en el arte del birlibirloque, llevan consigo el propósito disimulado de forrarse en poco tiempo. Y allí donde caen, se afanan a diestro y siniestro, pase lo que pase, en practicar el birle  porque,  aunque vayan a la cárcel, el dinero nadie lo devuelve a su legítimo dueño ¡y a vivir que son dos días!.
   Y digo yo: ¡jope que listos somos! Pero ¿qué se puede hacer? ¿No votar?
    No conduce a nada.  En Portugal, en un hotel de cinco estrellas, me hicieron una falseta y ante la obstinación del director para no reparar el daño causado,  pedí el libro de reclamaciones. No lo quería facilitar. Entonces pensé: he dado en la diana. Y acerté.
   Sí. Pidan ustedes a los partidos políticos el libro de reclamaciones y razonen sus quejas bien documentadas. Verán como les  duele.
    ¡Pero si el libro de reclamaciones no existe entre  políticos!
    ¡Que lo inventen! Y si tienen vergüenza ¿por qué no ofrecen instituirlo en sus promesas electorales? Pero eso sí, un libro de reclamaciones depositado  en el Juzgado de guardia.

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