Hay que recurrir al diccionario para concretar con cierto rigor el tema a tratar, cuando se presenta bajo un título anfibológico.
El término "político-política" tiene varias acepciones, pero únicamente voy a referirme a una: al "arte con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado".
Es una idea desprovista de carga sentimental alguna. Para alcanzar, por ejemplo, la prosperidad de un pueblo (principal objetivo), no conduce a nada positivo excitar los sentimientos de la plebe, ni reprimirlos por vías violentas. Habrán de serenarse los ánimos y decidir los cambios a establecer siguiendo los dictados de unas leyes justas.
Pero los personajes metidos a políticos, son en un gran porcentaje partidarios de una política cargada de sentimientos, que se traduce en una rivalidad violenta de puño alzado y muchas veces de odio.
El nuevo secretario del PSOE tiene a gala elevar el puño izquierdo bien cerrado, como última razón, (un símbolo amenazante al que, socialistas bien intencionados, pusieron dentro una rosa para alejarlo de la doctrina del odio); una vieja estampa de un socialismo sentimental, trasnochado y laico; ya me dirán a quién va a convencer el Sr. Sánchez: no se ha enterado de que el pueblo español, incluidos catalanes, vascos y gallegos, vive muy mayoritariamente en la más impávida indiferencia religiosa. Para el susodicho aparece como necesidad ineludible predicar el laicismo. ¡Ya es triste vivir en la edad media pendiente, además, de cerrar el puño izquierdo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario