martes, 29 de julio de 2014

LA SONRISA DE LOS POLÍTICOS.

    A mis muchos años, el momento más grato e inigualable,  el más auténtico y conciliador, me lo proporciona la sonrisa de unos niños que juegan moderadamente, cerca de donde yo tomo el sol, en un parque público. Es una sonrisa franca, espontánea, en ocasiones ingenua, que expresa alegría, contento, inocencia... Daría dinero por no perder ese momento exultante y libre de pesares.
   He  podido comparar esa sonrisa infantil -- gracias a la televisión y al celo de los informadores de turno -- con la de políticos punteros en actos de propaganda. Frente a la infantil espontánea y refrescante,  te desayunan lo segundos  con sonrisas de libro, fingidas, recomendadas en prontuarios sobre cómo ganar amigos; sonrisas estereotipadas, que no encierran  otra emoción  que la de saber que se sirven de ellas para dar el pego.
    El período pasado en negar la crisis estuvo plagado de sonrisas, y menos mal,  porque ninguna  igualó a las del Sr. Rodríguez Zapatero. ¡Pese a todo, así nos fue!. Una cosa es ser amable -- virtud que también ha de reconocerse y agradecer al susodicho -- y otra sonreír  sin venir a cuento.     
    El Sr. Sánchez Castejón ha tomado las riendas del PSOE.  La gravedad del momento político de España  es notoria y no induce a otra cosa que a tomárselo en serio. Es de inconscientes sonreír al mismo tiempo que se navega en un mar de dificultades.
    No lo duden: vocear  entre sonrisas "nosotros somos el cambio" es como clamar en el desierto. ¿Por qué? Porque el cambio auténtico ya es propiedad y lo representa con toda seriedad otro partido llamado  PODEMOS.
   Los políticos han de saber que les espera una España dolorida y desengañada. No es tiempo de  fingir sonrisas.

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