martes, 18 de marzo de 2014

TRES ASUNTOS PENDIENTES

Encuentro a un amigo de confianza. Hace mucho que no nos veíamos. Me pregunta: -¿Cómo ves ésto?. -¿Qué es ésto? - España; ¿como ves a España?. - Mi pregunta sería: ¿cómo ves a los españoles? porque España es un cachito de mapa; los que sufren son ellos y ellas (ellas, también, lo pongo para que no digan). -De acuerdo; ¿cómo ves a los españoles? - A unos más preocupados que a otros pero a todos bailando en la cuerda floja, sin darse cuenta de que abajo no hay red alguna y si se caen, nada los salva.= Los españoles -también yo, aunque me adjudique el papel de observador porque que todavía no cobran impuestos por serlo- tienen ante sí tres asuntos graves (tres problemas, tres conflictos), y un plantel de políticos que no pueden con ellos: el social, el territorial y el cívico-cultural.= Para el conflicto social -cada día somos más pobres- han brotado de la tierra economistas como si fueran chiribitas. Aunque el problema está afectado por su contenido económico, en el fondo es político; y para resolverlo, la política ha de ir por delante de la intendencia; por eso, por no ir por delante, estos asuntos se resuelven tarde y mal.= El otro problema, el territorial, quieren unos resolverlo con fórmulas superadas y antiguas, con nacionalismos a voleo; y para otros, sólo sumando fuerzas y marchando en vanguardia, para no perder y aun ganar en prosperidad, llegaremos a buen puerto. De ahí la Unión Europea.= En este tipo de avances, España siempre mantuvo gentes en vanguardia, pero también núcleos de resistencia, como fue el caso de los monárquicos absolutistas,(antiguo régimen), frente a las democracias liberales. De estos monárquicos absolutistas dimanan los embriones nacionalistas aún en auge. El carlismo tuvo gran arraigo en Vasconia y en Cataluña.Esos carlistas del siglo XIX jugaron un papel parecido al de los secesionistas de hoy: fueron un freno para el avance.= Tercer asunto, tercer problema: el cívico cultural. No se lucha por una escuela impartidora de conocimientos y de ciencia, sino en favor de una docencia doctrinaria y partidista, pese a que con ello hayamos situado a los escolares y a los universiarios españoles, al borde del fracaso y en los últimos puestos de la tabla de méritos propios. Y así nos va. No pierde España tanto como pierden los españoles. Pero,por no perder, no perdamos la esperanza.

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