miércoles, 5 de marzo de 2014

EL VOTO Y LA DEMOCRACIA

Se hace indispensable, para mí al menos, precisar la diferencia que existe entre patriotismo y nacionalismo.- El patriotismo no pasa de ser un sentimiento. La patria –el país dónde uno ha nacido y se ha criado- se siente de una forma espontánea y natural, a la manera con que uno aprecia y quiere a la familia, incluso a la vecindad. El patriotismo no busca el proselitismo ni es excluyente.- El nacionalismo va más allá. No es sólo un sentimiento patriótico, sino que lo trasciende. Su patria es, para el nacionalista, una idea definida por unos factores de identidad que los proyecta y propaga hacia el exterior. Su patria es un proyecto político idealizado, y por mantenerlo rechaza e incluso suprime todo lo que a su entender puede contaminar o anular los rasgos que dan relieve a su singularidad nacional; a su Patria, con mayúscula.- El patriotismo no pasa de ser un sentimiento individual. El nacionalismo es un sentimiento colectivo.- Lo individualidad no incita ni invita al proselitismo. Lo colectividad sí. El sentimiento patriótico nacionalista, para ser perfecto, ha de asumirlo un pueblo que naturalmente aspira a convertirse en el pueblo elegido. Los que no se integran, se quedan fuera de esa colectividad, de ese pueblo, se autoexcluyen. Y si no se dan por enterados de su deber de integrarse, se les excluye.- Hay algo que los nacionalistas –que se tienen por insuperables demócratas- no admiten. Esto es que para imponer su política necesitan una legalidad que favorezca sus aspiraciones.- El caso de Hitler es paradigmático. Siendo un nacionalista esencial elegido en una votación democrática, se cargó en pasos sucesivos toda la legislación democrática heredada e impuso una legalidad favorable a la colectividad de raza aria. Legalizó para ello una dogmática totalitaria favorable a su doctrina. Y el pueblo masivamente le siguió. El voto por sí solo no es democracia.

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