domingo, 16 de marzo de 2014

RECIÉN PUESTOS

El problema afectó al matrimonio cuando al marido lo jubilaron anticipadamente. Tuvieron que hacer balance y comprobaron que el pisito bajo, adquirido recientemente en un pueblo andaluz, al estar gravado con una hipoteca a corto plazo, era insostenible. Vendieron el piso de su ciudad de origen a bajo precio debido a la crisis, amortizaron la hipoteca como pudieron y, dejando pelos en la gatera, se fueron por el clima a pasar la vejez en Andalucía con una pensión que daba para poco. El pueblo donde fueron a residir el marido y la mujer de esta historieta, era uno de los preferidos por una colonia de ciudadanos alemanes en edad de retiro; el piso bajo de la casa tenía un corralito en el que el matrimonio recién llegado pudo alojar unas veinte gallinas que empezaron a producir en primavera. Cuando la cosecha de huevos llegó a desbordar las necesidades del consumo familiar, el matrimonio pensó en vender los excedentes. Y ante las dificultades para colocar la mercancía en algunos comercios del ramo, el marido decidió salir a la puerta de casa, sita en una calle muy transitada, a leer el periódico y de paso a ofrecer los huevos en un cestito muy apañado, donde puso un letrero en varios idiomas: "Recién puestos". Y tuvo éxito y hasta hizo amistad con alguno de los alemanes entre sus principales clientes. - ¿Cuántas gallinas tiene?, preguntó uno de estos. - Unas veinte. - Una pena.Si usted quisiera, con esta mercancía y unas mil gallinas, haría una pequeña fortuna. El español, escaldado con la crisis, pensó: ¡está la cosa como para experimentos...! pero le contestó: - ¿Para qué quiero yo una pequeña fortuna? - Podría viajar... - No me interesa. - Podría comprarse un coche último grito. - Tampoco me seduce. - Podría conocer chicas, ¿cómo dicen ustedes?, despampanantes. - ¿Yo, a estas alturas? Tampoco es cosa de molestarse... - En fin, podría usted tocarse las... narices. - ¡Ya le entiendo! Eso es lo que hago. Así que -como también aquí decimos-,este asunto es mejor no menearlo. Parecía un diálogo de besugos. El español estaba dando la respuesta de millones de compatriotas desmoralizados con las consecuencias de la crisis. ¿Cánto durará el desánimo?

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