viernes, 28 de febrero de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (14)


   
      En los años cuarenta del pasado siglo -larga posguerra- funcionaron un conjunto de recursos improvisados -al menos en Vitoria- con los que engañar el hambre: el tabaco, la cuadrilla del poteo, el cine, la radio, el fútbol... a los que añadir  otros programados: el paseo vespertino en la calle de Dato, las fiestas religiosas con  novenas o las juergas propias del calendario sacro santo de la divina gracia. Así fuimos tirando.
      Todo lo cual, además del ajedrez puesto de moda, llegó a las clases medias y bajas, junto al doble o triple empleo: desde el voceo del periódico local de tarde, hasta la venta de castañas en su tiempo o helados en los días solariegos.
     ¿Viajar? Como excepción, se hacía por vía estrecha, para alcanzar la playa de Deva. Y era un lujo  llegar a Miranda por la vía ancha limitada al mono carril. Podías volver con algo de pan bajo la bandera del estraperlo.
      Moverse en bicicleta era el primero y último medio existente para para viajar libremente.
      Pasaron cuarenta años y teníamos funcionando en Vitoria a todo gas un aeropuerto, el de Foronda, desde el que podíamos llegar al quinto cielo de una tirada y a un precio razonable.
      Pero creíamos que eran aldeanos los que allí estaban: eran bilbainos. ¡Vaya un tiberio el que allí se armó! Y el aeropuerto de Vitoria se fue al carajo, con todos sus empleados.
      Han pasado otros cuarenta años.
      Bien. ¿Y ahora qué? Soy un admirador -lo digo a las claras- de Bilbao y de Vizcaya, pese a que nos cueste caro a los alaveses, sin que la mayoría lo tenga en cuenta. ¿O no? No es mi deseo envenenar las relaciones. Como muchos alaveses disfruto con sus deseos de prosperidad, pero... piénsenlo: Álava, la vasca, va hacia abajo. Y Álava, la alavesa, iba hacia arriba.
      Yo no quiero hablar de fueros pero, cuando lo hago. no tengo por que celebrarlo en Guernica.
       Creo y quiero que Álava progrese sin perjudicar a terceros; y sería  una pena morirse sin dejar las cosas en su sitio.
       Poco a poco...
     



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