martes, 25 de febrero de 2020

SIN MIEDO A LA VERDAD (11)

     Me refería, en un mensaje anterior, a las  diferencias que distinguen a  las tres provincias vascas: Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Álava la débil, Guipúzcoa la auténtica y Vizcaya la poderosa. Están espontáneamente hermanadas con sus más y sus menos. Y no acaban de entenderse
     Estos "más o menos" que dan carácter a cada uno de los tres territorios forales, se están diluyendo. Una influencia llegada de otras tierras por y con la velocidad de la globalización,  hacen que las generaciones jóvenes españolas, tendentes a viajar por otros mundos,  se reencuentren con dos idiomas: el castellano  y el inglés. El primero hablado desde la cuna y el segundo desde la escuela. Entonces se universalizan. Y los localismos pasan a un segundo plano.
    Los vasco-parlantes,  adoctrinados en su idioma nativo,  han hecho que gracias a esta singularidad funcione con eficacia un elogiable cariño dedicado a su idioma: políticamente da excelentes resultados.
    Los vasco-parlantes nacionalistas se han hecho los amos del poder en Euskadi; en buena lógica,  los inclinados  a ocupar puestos de relieve,  tienen la mitad del camino andado a nada que dominen el euskera, el español y el inglés. Los demás, pueden llegar a la cumbre del poder -sobre todo si es científico- según sea su pericia, pero no cuajan como lideres.
    Dicho esto, se comprende que los vasco-españolistas que no hablan el idioma euskériko, no acierten a liderar ni a los suyos. Porque adviertan esta realidad: a los que hay que convencer para ganar votos, hay que hablarles en euskera -que los "maketos" ni lo huelen- o hacer milagros en latín
que ya no lo usan ni los curas.
    En los territorios  separatistas se  necesitan hasta tres idiomas y saber transmitir su doctrina en cada uno de ellos. Es decir: han de manejar el inglés para negociar en el oleaje globalizado y defender los derechos de origen; el español que se habla por unos seiscientos millones de seres humanos que tienen su influencia;  y el euskera para estar en pie de igualdad con los elegibles y los elegidos en territorios muy contados que por ahora son básicos para alcanzar poderes.
     Esta palanca la ignoran los llamados al fracaso. Yo entre ellos,   y esto me da autoridad para
decirlo. Algo a temer por las derechas, las izquierdas y las huestes medio pensionistas que, por no haber ido a la escuela donde aprender el idioma nativo de los pueblos vascos, no dan en la diana cuando buscan votos.
    Es para pensárselo. Yo no llego más lejos.

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