miércoles, 1 de agosto de 2018

UNA HUELGA SIN FUTURO

     A veces no comprendo ciertos movimientos sociales por desfasados y sin futuro. Pero lo malo del  caso es que no acierto a explicar mi punto de vista. Esto crea complejos y perjudica al "yo" que a mis años no está para bromas.
     El caso es que los concesionarios del servicio prestado con el "taxi" (abreviatura de taxímetro), han montado la huelga del siglo, para defender sus derechos amenazados por  una  moderna versión competitiva asistencial. Con tal motivo,  algunos afectados por el paro montaron la de Dios es Cristo y rompieron la monotonía paralizando el tráfico allí donde más duele en Madrid y en Barcelona.
     Entonces yo me paro a pensar en los progresos y las dificultades  de nuevo cuño que están imponiéndose como ineludibles. Habrá que actualizar el desenlace de esas indagaciones,  si no queremos padecer atascos obligatorios en las vías públicas. Lo cual induce a pensar en servicios colectivos -por tierra, agua y aire- con nuevos recorridos o en vehículos de dos o tres plazas que llegarán a funcionar sin conductor y que no necesitarán de  aparcamiento como si fueran propios.
     ¿Desaparecerán los taxis? No. Pero su uso -con conductor de carne y hueso- será un lujo, adecuado para bodas y bautizos de alto copete.
     Uno comprende que los políticos algo han de hacer para que se note su presencia. Estas tareas locales a desempeñar en plena calle, distraen mucho y bien; es decir sin tener que sufrir con las penas de corte universal, como por ejemplo la diáspora de los sin patria que por añadidura son pobres y están desamparados.
     Alguno me dirá ¿no está usted en las nubes? Respondo: "Pienso que sí. Pero  el bolígrafo retiró de la circulación a las plumas estilográficas en menos de dos años. ¡Y no digamos el cambio que han dado las ciudades gracias a los rotuladores! La vida es ansí".
   

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