Por razones varias y, entre ellas por mi afición a lectura, deduzco que España es un país muy desigual y, en consecuencia, no es extraño que los españoles se dediquen a ser iguales (para llevar la contraria) aunque distintos. Algo así como prostituir a la marrana por la fuerza.
La igualdad referida al ser humano, el hecho de ser iguales, supone que cada uno de nosotros, por nuestra condición, tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones. Por otra parte la diversidad es la diferencia que marca a una persona respecto a otra por su mayor peso político como grupo..
Puede que seamos iguales en grupo y distintos como personas; todo lo cual explica que por un lado defendamos la "igualdad" y, por otro, nos consideremos únicos como titulares de la "diversidad"..
La democracia organizada a la española (con cataláunicos y vascones incluidos) permite en su Constitución la convivencia de los "diversos" con los "iguales" hasta armar la marimorena.
El caso es que en cada una de dichas citadas "nacionalidades" (Euskadi y Cataluña) se manifiestan en parte, como capaces de imponer su "diversidad" y de gozar de una independencia soberana.
Puestas así las cosas, el Gobierno español actual -con su voluntad aprisionada- se las promete muy felices y da por ganadas las próximas elecciones generales. ¿Y si no fuera así?
Mientras se despeja el horizonte, los españoles y futuros votantes en esas Generales, se preparan para confirmar o cargarse el invento mediante la susceptible, premiosa y populachera consulta electoral
Si los que todos conocemos fueran listos, estarían reformando las Diputaciones, para concederles una autonomía provincial menos costosa que la regional. Menos costosa y más eficaz, no lo duden.
La provincia existe.
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