Comprendo que el lector ante mis difusas reflexiones, se sienta desorientado. Al final uno termina por arriesgarse a navegar en un mundo de conjeturas. Todo es posible; nada es seguro.
Pienso en una segunda transición.
Cuando se repite y propaga hasta la saciedad que vivimos en una democracia cargada de libertades e igualdades, surgen las dudas. La intolerancia creciente, pervierte a la primera; las diferencias sociales y económicas, a la segunda.
En este caldo de cultivo se están deteriorando los países que rozaron el Estado del bienestar y creyeron que sería perdurable. ¿Y cómo se organiza la respuesta?
Esta es la cuestión. La izquierda democrática tradicional, está desfigurada. La derecha inspirada en sus convicciones religiosas, ha hecho "crac". Los nuevos apóstoles acogidos al populismo, se sirven para aportar doctrina de trampantojos. El capitalismo se globaliza e impone sus leyes a través de paraísos fiscales... El desequilibrio es patente. Y todo tiembla.
He dejado para última hora unas alusiones a la reaparición de una derecha que considera "centrada", honesta y sincera.
Me refiero a CIUDADANOS. No osaré definir ese movimiento tan sensible a la tarea de imponer la honestidad como base de toda doctrina. Lo siento: no es suficiente. Y lo diré una vez más: los males de las comunidades humanas, empiezan en la escuela. Y la escuela, en España, está en manos de políticos disolventes. Tampoco es cosa de entregársela a un patrioterismo totalitario y convertido en secta. Y eso está en marcha. Estamos al borde de un multinacionalismo autonómico independiente y soberano. O sea muy cerca de la tribu. O, por el contrario, al borde de unas dictaduras de hambre, miseria y carceles.
No saldremos de dudas si no lo hacemos antes que la pseudo democracia que nos acecha, basada en la tolerancia de la mentira y del engaño.
(FIN).
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