Las democracias constituidas por el y para el pueblo, cuando su partido se hace con el poder, tienden a favorecer a sus correligionarios. Para lograrlo, intervienen y meten la nariz en todo lo que se mueve con dinero. Y aumenta la nómina oficial. Por eso crece la presión tributaria, soportada injustamente, en mayor proporción, por las clases medias. Que siguen apoyando la voracidad partidista.
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